Libres en la Oscuridad [05] [FINAL]

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Cómplices en las Sombras [FINAL].
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Nokomi
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5. Cómplices en las Sombras.

“It’s always best when light is off

I am the pick in the ice

Do not cry out or hit the alarm

You know we’re friends till we die”.

“Siempre es mejor cuando las luces se apagan

Soy el martillo en el hielo

No llores ni enciendas la alarma

Sabes que somos amigos hasta la muerte”.

Climbing Up the Walls - Radiohead.

La oscuridad se había desvanecido, y ya no los protegía.

Marina se apartó inmediatamente, no por vergüenza, sino porque vio algo que la dejó atónita. Para Sara fue el momento más impactante de su vida. Al mirar hacia el costado se encontró con su novio, Lionel, que estaba en cuatro patas, recibiendo la gran pija de Jorge en el culo. Pero ésto no era lo peor, aquel hombre que la estaba penetrando analmente, obviamente no era Lionel. Se trataba de su propio hermano: Javier. Ella dio un salto y se apartó, atemorizada. Se puso de pie en la cama y miró a los demás como si fueran fantasmas que emergieron de las tinieblas. Su cerebro había colapsado, no podía pensar con claridad, ni siquiera huír le parecía una buena alternativa. Todos estaban duros como estatuas, su hermano la miró tan sorprendido como lo estaba ella, y se dio cuenta de que él tampoco sabía a quién estaba penetrando. Probablemente había creído que se trataba de Marina. No lo podía culpar por el error, más cuando ella había cometido el mismo. Que a su novio le estuvieran dando por el orto no le disgustó, incluso lo encontró extrañamente excitante. Lionel era un chico muy lindo, que siempre había tenido algunas actitudes un tanto femeninas (y ella lo sabía muy bien); por eso pensó que hacía una buena pareja con Jorge, que parecía más varonil, y tenía una pija bien grande para darle placer.

Sara supo que ya era demasiado tarde para arrepentirse, y estaba demasiado caliente como para interrumpir la acción. Ella quería más. Vio a Mónica parada detrás de Javier, y supo cuál era la única alternativa que tenía. Se puso en cuatro en la cama, dejando la pija de su hermano a pocos centímetros de su boca. Luego dijo:

—Moni, apagá la luz... y vos, Marina, chupame la concha.

Acto seguido se tragó completa la pija de su hermano, no le importó que todos pudieran verla. Empezó a chuparla con ganas, y al mirar de reojo se percató de que Jorge había reanudado la cogida que le estaba dando a Lionel. Marina no se hizo rogar, de inmediato se puso detrás de Sara y empezó a chupar esa ansiada concha; no sin antes darle un buen vistazo: era preciosa y los finos labios la hacían parecer aún más dulce e inocente.

Moni observó el panorama durante unos pocos segundos, para memorizar dónde estaba cada uno de los integrantes de esta improvisada orgía. Apagó la luz y se dirigió hacia ellos. Se sentó en la cama, justo al lado de Sara, y ella también empezó a chupar la pija de Javier. Entre las dos se fueron turnando, y también permitieron que sus bocas se encontrasen, para poder entrelazar sus lenguas. Ahora todos sabían exactamente lo que estaba ocurriendo, y eso permitió que se soltaran más.

Lionel, sabiendo que contaba con la aprobación de su novia, empezó a gemir de placer; lo hizo prácticamente como lo haría una mujer. Al mismo tiempo meneó su culo, mientras la verga le taladraba el orificio, enérgicamente. Tenía que reconocer que lo estaba disfrutando más que la cogida que le había dado Javier, no sólo porque Jorge tuviera la pija más grande, sino también porque era obvio que él tenía más experiencia en el sexo.

El estómago de Sara daba vueltas, de verdad le estaba chupando la verga a su hermano... y aún estaba asimilando la placentera cogida que él le había dado. Para más inri, Javier se había llevado la virginidad de su culo. Si la situación se hubiera dado de otra manera, se hubiera sentido sumamente asqueada; pero la forma en la que se sucedieron los hechos durante esa noche oscura, lo había cambiado todo. Algo especial flotaba en el ambiente. El libertinaje más absoluto estaba permitido; y eso significaba que el incesto también lo estaba. Tenía que reconocer que su hermano cogía bien, y que tenía buena pija.

Javier, quien tenía un debate interno similar al de su hermana, se convenció de que podía seguir disfrutando de ella en el momento en que Sara empezó a chuparle la pija a voluntad. Era posible que alguna vez se hubiera hecho una paja pensando en su hermana, pero era algo que prefería tener oculto en un rincón oscuro de su memoria. Ahora podía traer esos recuerdos al presente. Esas locas fantasías se habían hecho realidad. El hermoso culo de su hermana había sido suyo, y ahora ella le estaba haciendo un pete monumental, acompañado de Moni. No aguantó más la calentura, eyaculó con violencia. Se dio cuenta de que Moni se apartaba, pero Sara hizo todo lo contrario, se tragó la pija y permitió que el semen le llenara la boca. Luego empezó a tragarlo, sin desperdiciar ni una gota.

Para Sara ésto fue otra forma de reafirmar su posición. No permitiría que la culpa le arruinara la mejor noche de su vida. Quería el semen en su boca, fuera de su hermano o no. Además la chupada de concha que le estaba dando Marina, ya le estaba provocando un fuerte orgasmo.

La rubia se dio cuenta de ésto, y empezó a comer esa concha con más ímpetu, tragándose todos los jugos. Sara disfrutó del clímax restregando su la concha por toda la cara de Marina.

Moni estaba ansiosa por volver a probar la verga de Lionel, consideró que ya le había dado suficiente tiempo para divertirse con Jorge, y como ella los había ayudado un poco, merecía una recompensa. Se arrastró por la cama, hasta que pudo tocar al chico rubio, que seguía en cuatro, jadeando por la potente cogida que estaba recibiendo. Moni lo besó en la boca con la misma pasión que podía besar a su novio... o a cualquier hombre que fuera capaz de calentarla. Mientras sus lenguas se entrelazaban, ella buscó a tientas la verga de Lionel; estaba dura y eso era una muy buena noticia. Como pudo, colocó la cabeza debajo del cuerpo del rubio, y comenzó a chuparle la pija. Con una mano le acariciaba el culo, y no perdía la oportunidad para tocarle un poco la verga a Jorge; la cual entraba y salía de ese agujero, como si estuviera intentando romperlo. Luego de entretenerse un rato con la verga de Lionel, Moni se acercó al oído del rubio y le susurró algo en voz tan baja que solo él pudo oírlo: “Rompeme el orto”.

Lionel la estaba pasando de maravilla, pero la verga de Jorge era muy grande, y ya le estaba costando aguantar las potentes embestidas. A él sí que le rompieron el orto. En pocos minutos había pasado de ser un chico heterosexual, con novia; a ser la puta de Javier y Jorge. Le había encantado, pero primero debía dejar que su adolorido culo descansara. Decidió aceptar la propuesta de Moni, no porque pudiera servirle para reafirmar su masculinidad, eso le importaba poco; le había gustado que le hicieran el culo, y seguramente se lo dejaría hacer otra vez. Aceptó el pedido de Moni porque ella también lo calentaba. Sin que Sara se diera cuenta, Lionel había espiado el gran culo de Moni en más de una ocasión. Ahora tenía la oportunidad de meterle la verga, y no la iba a dejar pasar. Con un par de golpecitos en la mano, le avisó a Jorge que ya era suficiente. Él se apartó sin poner objeción alguna. Libre de su viril amante, Lionel irguió su torso para permitir que Moni se acomodara delante de él. Cuando la chica punk ya estuvo en posición, empezó la placentera tarea de dilatarle el culo, con la punta de su verga.

Moni colaboró mucho, retrocediendo cada vez que lo creyó necesario. Ella no era virgen del culo, ya tenía mucha experiencia en el tema, y no sólo gracias a Javier. Antes de ser su novia, había tenido varios amantes... muchos amantes; y a todos les había entregado el culo, sin excepciones. Aunque se tratase de alguien que hubiera conocido esa misma noche en una discoteca. Ahora no pararía hasta que las tres vergas pasaran por su culo, lo cual sería un récord personal. Lo máximo que había disfrutado de sexo anal en una misma noche había sido de dos vergas. Aunque eso lo había repetido en varias ocasiones. Le encantaba liberarse con dos hombres, y dejarse hacer de todo por ellos. No lo veía como un sometimiento, sino como una liberación. Lo que más le estaba gustando de esta noche, era que todos estaban disfrutando de esa misma sensación de libertad sexual que ella tantas veces había experimentado.

Javier sabía de las “libertades” que se tomaba su novia, y no le importaba que fuera tan promiscua, ni que muchos hombres ya le hubieran hecho el culo. Al contrario, lo calentaba. Él necesitaba una novia que tuviera una mente tan abierta para el sexo. Una novia que se prestara para hacer un trío... o tal vez para una orgía.

Jorge se quedó sin culo para penetrar, pero no sin ganas. No le costó encontrar a su próxima víctima, al estirar la mano hacia su derecha encontró a Sara. Sabía que era ella, porque ya se había familiarizado con su anatomía. Agarró con fuerza a la chica y la hizo ponerse en cuatro sobre la cama, justo delante de él. Luego, sin pedirle permiso, le clavó la mitad de la pija por el culo.

Al sentir ese gran falo penetrándola por detrás, Sara soltó un potente gemido de placer. Le importó poco que todos la escucharan gritar como a una puta; por lo que no se midió con los gemidos que vinieron después. Esa verga era un poco más grande que la de su hermano, y estaba llevando su culo a un nuevo nivel de dilatación. Ahora podía experimentar lo mismo que su novio. Si a Lionel le gustó tanto como a ella esa pija, entonces se alegraba mucho por él. No le había dado demasiadas vueltas al asunto, pero la fantasía de ver a su novio con otro hombre le producía cierto calorcito en la concha. En este momento sentía que lo amaba aún más... quería que más hombres le rompieran el culo Lionel. Quería escucharlo gemir como una puta, y ver cómo le metían una buena verga... mientras ella recibía otra, también por el culo. Así los dos podrían gozar como putas.

Javier había disfrutado mucho el pete que le hicieron entre su novia y su hermana, le encantó que Sara se hubiera tragado toda la leche. En sus oscuras fantasías, había visto más de una vez a Sara con la cara llena de esperma, deleitándose y saboreándolo. Esta vez no pudo verlo, pero no le importaba, porque había sido real. Estaba tan caliente que ya tenía la verga dura otra vez, aunque Sara colaboró con eso, ya que no dejó de chuparla luego de que él acabara. Sabía que alguien se estaba cogiendo a su hermana, lo que lo dejaba sin amante, de momento. Pero pocos segundos después sintió una delicada boca saboreando su pija. Esta vez sí, no podía ser otra que Marina. El premio que tanto había esperado.

La rubia no se entretuvo mucho tiempo chupándole la verga a Javier, ella sólo quería corroborar que estuviera bien dura. Una vez hecho esto, dio media vuelta y se puso en cuatro. Orientó la verga de Javier hacia su culo. Ella no lo tenía virgen, Jorge ya se había encargado de rompérselo en varias ocasiones. Por eso no le costó mucho trabajo obtener la dilatación suficiente para que Javier pudiera penetrarla. No le importaba que el pene fuera un poco más chico, Javier tenía algo que le resultaba muy atractivo, y quería que él le diera una buena cogida por el culo.

Allí estaban, las tres mujeres, en cuatro patas, gimiendo sin ningún miramiento, mientras sus amantes de turno les daban mucho placer anal.

La que más estaba sufriendo, era Sara. No sólo por tener que soportar en su, recientemente desvirgado culo, la verga más grande de las tres; sino porque Jorge no tenía ningún tipo de misericordia con ella. Le estaba taladrando el orto con una fuerza bestial que hacía sacudir toda la cama, y a ella la hacía relinchar como una yegua en celo. De estar encendidas las luces, todos hubieran notado la cara de sufrimiento de Sara; tenía los dientes apretados y la piel enrojecida, el sudor caía copiosamente por todo su cuerpo, y su concha chorreaba flujos sexuales. Tenía el orto bien abierto, y esa gran verga no se detenía ni segundo. Entraba y salía con cada vez más soltura. A pesar de todo este sufrimiento, Sara estaba pasando el mejor momento sexual de su vida, y la invadió un nuevo orgasmo, el cual expresó gritando y gimiendo de placer, opacando los gemidos de las dos chicas que estaban a su lado.

Marina, quien disfrutaba de la verga de Javier, escuchó los gritos de Sara y quiso ser partícipe de ese hermoso momento. Le bastó con girar un poco la cabeza hacia su izquierda, para encontrarse con los labios de Sara. Se besaron y entrelazaron las lenguas como si fueran actrices porno experimentadas.

A Sara le gustó tanto este beso lésbico, que quiso ir por más. Giró su cabeza hacia el otro lado y repitió el apasionado beso con Mónica, quien no dudó ni un instante de meterle la lengua hasta la garganta.

Sin quererlo, habían conseguido quedar bien organizados en la cama, y se podrían haber quedado así durante el resto de la noche; pero todos querían seguir probando diferentes cosas.

Disfrutaron unos minutos más de esa posición, con las chicas chillando y gimiendo ante cada nueva penetración. Los tres hombres se esforzaban al máximo, no por competir entre ellos, sino para darle a esas bellas mujeres tanto placer como les fuera posible.

La primera en abandonar su posición fue Sara, si bien amaba la forma salvaje en la que Jorge se la estaba cogiendo, su cuerpo ya no aguantaba más. Gateó por la cama hasta colocar sus nalgas frente a Mónica, y por suerte su cuñada entendió perfectamente el mensaje. La lengua exploró todo el dilatado agujero de su culo, y sintió tanto placer como alivio.

Por su parte, Jorge buscó a la próxima víctima de su gran miembro viril, y no se le ocurrió otra idea mejor que su amigo Javier. No tenía evidencias que le hicieran pensar que Javier lo permitiría, pero el instinto le dijo a Jorge que allí tenía una buena oportunidad, y que debía probar. Humedeció la punta de su verga con abundante saliva y se posicionó detrás de su amigo. Tal y como había sospechado, Javier se inclinó hacia adelante, levantando sus nalgas, sin dejar de clavársela a Marina.

Javier sabía exactamente lo que pasaría a continuación, y no tuvo dudas. No después de presenciar la forma en la que Lionel se entregó al morbo y al deseo. Él también quería probar, y quién mejor que su amigo Jorge. Se alegraba de que él hubiera tomado la iniciativa, y que no tuviera que pedirlo. Ya había un acuerdo tácito entre los dos. Javier entregaría su culo, y ninguno de los dos hablaría sobre el tema, a no ser que fuera estrictamente necesario. El glande presionó su agujero y él se preparó para lo que venía. Se quedó quieto, con su propia verga bien metida en el culo de Mariana, e inclinándose hacia adelante, hasta que su pecho se posó sobre la espalda de la rubia. Marina giró la cabeza y se encontró con la boca de Javier, se unieron en un apasionado beso. La rubia no necesitaba ver para comprender lo que estaba ocurriendo. Sabía perfectamente que los gemidos ahogados de Javier se debían que le estaban rompiendo el orto, y esto la llenó de morbo. Javier fue testigo de lo que una verga de buen calibre podía hacer en un culo, pero a pesar del dolor, no sintió miedo. Confiaba en su amigo, y él no forzaría la entrada, mucho menos con su experiencia en sexo anal. Ya habían compartido juntos anécdotas de cómo Jorge le cogía el culo a Marina, y Javier fantaseaba con hacerle lo mismo a la rubia... lo que no se imaginó es que estaría también en el lugar de ella; pero allí estaba cumpliendo los dos roles a la vez: el activo y el pasivo.

Jorge pretendía demostrarle a su amigo que no tenía ningún tipo de prejuicios al saber que él entregaba el orto. La mejor forma que encontró de comunicarle eso, fue cogerlo con mucho ímpetu. El culo de Javier era virgen, pero Jorge se las ingenió, a base de saliva y presión, para que toda su verga pudiera deslizarse a la perfección dentro de ese agujero. Los gemidos de Javier le indicaron que estaba haciendo bien su trabajo. A Jorge le fascinaba poder sentir, en la punta de la verga, un culo abriéndose, y el de su amigo le estaba dando una de las mejores sensaciones que había experimentado.

Lionel se estaba esforzando en darle una buena cogida al culo de Mónica, y ella estaba respondiendo muy bien, con los expertos movimientos de sus caderas. El problema para el rubio fue que la chica era demasiado buena en el sexo, y no pudo aguantar más. Su verga comenzó a escupir toda la leche que llevaba dentro.

Mónica aprovechó para clavarla hasta el fondo de su culo, donde recibió todas las descargas de semen. Lo hizo mientras su lengua recorría el orificio anal de Sara, ella gemía con pasión y sin ningún tipo de filtro. Le calentaba cada vez más saber que los otros la escuchaban. Oyó los gemidos de su hermano y supo que lo estaba ocurriendo: le estaban haciendo el orto. Se prometió que jamás se burlaría de él por hacer eso, por más enojada que estuviera. Lo consideraría una traición y una hipocresía, porque a ella también le habían llenado el culo de verga, y le encantó. Además se había animado a probar concha, y ya tenía ganas de hacerlo otra vez. Para su fortuna, Mónica le dio unas palmaditas en la cola y se dio la vuelta; Sara entendió el mensaje. Ella también giró en su lugar, hasta quedar con las nalgas de Mónica contra su cara. Se mandó a chupar directamente el culo, y le encantó encontrarlo bien dilatado; pero lo mejor fue que venía con semen en su interior. Reconoció el sabor del semen de su novio, y empezó a chupar ese culo con ganas, para tragárselo todo. Mónica reanudó el meneo de sus caderas, ya que quería que Sara le chupara todo, no sólo el culo. Sara comprendió, y se esmeró al darle unos buenos chupones a los carnosos labios vaginales de la novia de su hermano.

Lionel, a pesar de haber acabado, aún seguía con la pija dura. A tientas logró localizar a alguien que estaba en cuatro patas. Supo de inmediato que se trataba de Marina, ya que le tocó una teta. La rubia, apenas sintió la proximidad de Lionel, estiró la mano para agarrarle la verga. Cuando la tuvo lo suficientemente cerca de la boca, se la tragó completa. Tenía ese gustito a semen recién eyaculado que la volvía loca, por lo que disfrutó al máximo del momento, mientras Javier le daba por el culo. Tenía que admitir que el pibe cogía bien, y no rechazaría ninguna oferta sexual que él le hiciera, aunque Jorge no estuviera presente. Tal vez hasta haría algunos tríos con Javier y Mónica, ella también la había cautivado.

La noche estaba llegando a su fin, y los seis amigos ya estaban prácticamente agotados, de tanto coger; sin embargo aún les quedaban algunas cositas pendientes.

Sara, que ya había disfrutado de la concha y el culo de Moni, estaba muy ansiosa; no quería quedarse con las ganas de probar aquello que le dio vueltas por la cabeza desde que esa improvisada orgía comenzó. Todos parecían comunicarse sin usar palabras, y eso le encantó... sin embargo ella necesitaba ser muy directa con una petición que venía desde el fondo de su ser:

—Quiero que me cojan entre dos... no importa quién. Quiero dos pijas, una en la concha y la otra bien metida en el orto.

El corazón le palpitó bestialmente luego de semejante confesión, pero su súplica fue escuchada.

Jorge le susurró “Vamos” a su amigo, y le sacó la verga del culo. Javier se apartó de Marina y se dirigió hacia el sector en el que estaba el respaldar de la cama. Se sentó, apoyando la espalda, y estiró un brazo. Encontró a Sara, por su contextura física supo que era ella. La atrajo hacia él.

Sara comprendió de inmediato que ese era su hermano, no había lugar para dudas. Pero ésto no le molestó, en absoluto. Al contrario, le calentaba la idea de que él volviera a penetrarla. No sabía cómo haría para mirarlo a los ojos después de esa noche, pero ahora no tenía por qué preocuparse de eso, la oscuridad la refugiaba.

Se montó sobre la pija de su hermano y permitió que se le clavara hasta el fondo de la concha. Como estaban cara a cara, comenzaron a besarse apasionadamente, como si fueran novios de toda la vida. Jorge, que sabía cuál sería la posición que le tocaría adoptar, se colocó detrás de Sara. Apuntó su gruesa verga a ese culo, y la penetró con una potencia animal. Sara soltó un fuerte grito de placer, que resonó en toda la pieza. Y éste sólo fue el primero de muchos. Entre los dos comenzaron a cogerla muy duro, los movimientos de la cama se hicieron tan intensos que todos temieron que ésta cediera. Pero aguantó.

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