Un Regalo para Paloma

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Lara, una chica joven, quiere agradecer a su abogada que hay
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Paloma era una mujer madura, de 43 años, morena, con el pelo corto, de una estatura sobre 1,65 mts, quizás con un poco más de peso del que debería tener pero con muchas curvas, pechos grandes, al igual que su trasero. De cara era hermosa, con unos grandes ojos verdes. Trabajaba como abogada y había sido contratada por Lara, una chica de unos 25 años, alta y delgada, con muchas menos curvas y pecho que Paloma, era rubia y llevaba el pelo largo, su rostro tenía cierta belleza angelical pero mezclada con un tono de picardía, Lara vestía de manera moderna y su cuerpo se encontraba decorado por diversos tatuajes.

Clara trabajaba de cajera en una cadena de supermercados y había sido despedida porque los del supermercado consideraban que tenía que tapar alguno de esos tatuajes y que su forma de maquillarse no se ajustaba a los cánones que a ellos les gustaba. Lara había contratado a Paloma y la abogada había conseguido que se declarara el despido de la chica como improcedente y tuviera que ser readmitida o indemnizada. Así Paloma recibió a Lara en su despacho y le fue explicando los pormenores de la sentencia. Paloma vestía de forma muy formal, con un traje de chaqueta y pantalón negro con una blusa blanca mientras Lara llevaba unas mallas ajustadas y un top que cubría sus pechos, dejando al aire su ombligo con un piercing.

- ¡Es fabuloso! - exclamó Lara - tras escuchar las explicaciones de Paloma - ¡No me esperaba sacar tanto!

- Es lo que mereces, Lara, - seguía explicando Paloma - No tenían ningún motivo para despedirte, así que puedes elegir, o vuelves al trabajo o te tienen que indemnizar.

- Ahora mismo no se que hacer.

- Tienes unos días para pensarlo, Lara.

- Mejor, nuestra situación ahora mismo no es la mejor, necesito ese trabajo ya que mi esposo no encuentra nada.

- ¿A qué se dedica tu marido, Lara?, si no te parece indiscreta la pregunta.

- No tranquila, Andrés es un auténtico manitas, hace de todo, fontanería, arreglos, coloca muebles... Pero ahora no le sale nada, va por temporadas. Si necesitas alguna reparación en tu casa me llamas y te lo mando, ya verás como trabaja genial.

- Lo tendré en cuenta, Lara. Me alegra mucho haberte ayudado cuando estabas tan necesitada.

- La verdad es que no podía haber elegido una abogada mejor. Espero que me dejes un tiempo para poder pagar tus honorarios.

- No te preocupes por eso, no tienes que pagar nada, la sentencia dice que la empresa se tiene que hacer cargo de todos los gastos.

- ¡Eso es genial! Me gustaría agradecerte de alguna manera todo lo que has hecho por mí. Quizás con algún regalo...

- No tienes que regalarme nada, solo he hecho mi trabajo. Habían sido injustos contigo y lo hemos demostrado.

- Pero si no es por ti no se hubiera conseguido. Ya sé... Te invito a casa a comer, nuestro hogar es modesto, nosotros somos jóvenes pero Andrés y yo somos grandes cocineros.

- Ya te digo que no tienes que molestarte.

- No es ninguna molestia, todo lo contrario, estaremos encantados de que vengas a comer con nosotros.

- Lo tendré en cuenta, miraré a ver un día que tenga libre.

- Ya te lo recordaré.

Lara se despidió de Paloma y se marchó, dejando que la abogada siguiera con su trabajo. Cuando acabó, casi a las 3 de la tarde, volvió a su casa, estaba casada y tenía un hijo de 16 años, el muchacho saludó a su madre y se fue a entrenar con su equipo de fútbol, a Paloma le gustaría mucho pasar mucho más tiempo con su hijo pero su trabajo no le dejaba tiempo para casi nada. Un tiempo después llegó a casa su marido, que también estaba casi todo el tiempo dedicado a su trabajo, los 2 se querían mucho, pero, salvo los fines de semana, apenas se veían, también se había resentido bastante su vida íntima, entre el cansancio del trabajo y la rutina, apenas mantenían relaciones sexuales. Paloma contó a su esposo que había ganado el caso de Lara y que ésta le quería comprar un regalo.

- Mi mujer es la mejor abogada del mundo - le decía su esposo orgulloso.

- Soy buena pero no exageres, jajaja, - contestó Paloma.

Aquella tarde, esposa y marido estuvieron juntos, contándose sus cosas, pero no era lo habitual. Así, la rutina del trabajo retornó a Paloma que el viernes volvió a hablar por teléfono con Lara. Tras charlar de temas relativos al caso, la chica volvió a insistir en invitar a comer a su casa a la abogada.

- ¿Tienes algo que hacer mañana, Paloma? - le preguntó Lara.

- No sé, al chico lo tengo de excursión con mis amigos y no sé los planes de mi marido - respondió Paloma.

- No quiero parecer pesada pero me gustaría mucho que vinieras a comer con nosotros.

- Lara, ya te he dicho que no tienes que invitarme a nada, ni hacerme ningún regalo.

- Pero quiero hacerlo, me has ayudado mucho y te has portado muy bien conmigo.

Así que te esperamos mañana.

- Bueno, bueno, ya te he dicho que no sé si voy a poder ir, tengo que ver que planes tenemos mi marido y yo.

- Esta noche te llamo y me cuentas.

Se despidieron y colgaron el teléfono, Paloma se quedo pensando en que debía hacer, no le gustaba mucho intimar con los clientes pero tampoco quería hacer un feo a Lara, quien parecía necesitar mostrar su agradecimiento. De todos modos, solo era una comida y el caso estaba ya casi finalizado. Por la tarde lo habló con su esposo, bueno, él le comentó otra cosa a ella.

- Cariño, mañana me voy a comer con Lorenzo y los de la peña, luego veremos juntos el partido, si quieres venir estás invitada.

A Paloma no le gustó nada escuchar aquello, no le gustaba demasiado el fútbol y todavía le gustaba menos la peña y el ambiente que había allí. Aunque no pronunció ninguna palabra, el gesto de su rostro lo decía todo.

- Cariño, que este partido es muy importante y lo tenemos que celebrar como merece. Luego te llevo a cenar donde tu quieras.

- Muy bien pero yo no iré a tu peña. Me han invitado a comer en otro sitio - contestó con tono molesto Paloma.

- ¿Quién te ha invitado? - le preguntó intrigado su marido.

- La chica que despidieron del supermercado, ya te hable el otro día de ella.

- Es verdad, la que estaba tan agradecida.

- Así es, ella y su marido me han invitado a comer y prefiero comer con ellos a ir a tu peña.

- Vale, como tú quieras.

- Y no te olvides que luego me tienes que llevar a cenar.

Así terminó la conversación entre Paloma y su marido, un poco más tarde, ella recibió la llamada de Lara, a la que confirmó que iría a esa comida.

Al día siguiente, Paloma se preparó para acudir a casa de Lara, ésta le dijo que su piso era modesto y que fuera vestida de forma informal, así que Paloma decidió vestirse con un pantalón vaquero, zapatillas y una camiseta con un dibujo de un personaje de una película. También había pensado en llevar algo ella, como no era demasiado buena cocinera, se decidió por una botella de vino tinto que tenía en casa.

Así, sobre las 12 y media, salió de su casa y, en poco tiempo, se presentó en casa de Lara. Como ésta le había dicho era un pequeño piso de alquiler. Paloma subio al piso que le había comunicado Lara, llamó a la puerta y la chica le abrió y la invitó a pasar. Lara llevaba un pequeño pantalón corto y una top.

- Hola, Paloma - la saludó Lara de forma efusiva - Pasa que estás en tu casa.

- Buenos días, Lara - respondió de forma cortés Paloma - Muchas gracias.

Y, así entró dentro, Lara la guió hasta el salón y la invitó a sentarse en un sofá.

- ¿Quieres tomar algo? - le ofreció Lara.

- Ahora mismo no, gracias - contestó Paloma - He traído una botella de vino.

- No tenías que haberte molestado eres nuestra invitada.

- No pasa nada, cariño - intervino una voz masculina - Vamos a probar el vino de nuestra invitada.

- Mira, Paloma, este es Andrés - presentó Lara - Mi marido y nuestro cocinero.

Andrés y Paloma se dieron 2 besos en la mejilla mientras Lara traía unas copas para el vino. Andrés era un joven, más o menos de la edad de su esposa, era alto, delgado, aunque su rostro no era quizás demasiado hermoso, eso sí, su cuerpo se notaba que pasaba mucho tiempo en el gimnasio, vestía con un pantalón corto y una camiseta, al igual que su esposa. Los 3 se sentaron alrededor de la mesa y comenzaron a conversar de forma animada.

- Espero que no te moleste que vayamos así vestidos - dijo Andrés a Paloma - pero es como estamos más cómodos en casa.

- Tranquilo, no pasa nada - le respondió Paloma.

- Además mi abogada tampoco viste como habitualmente - intervino Lara.

- Es que contigo solo he coincidido en el trabajo - justificó Paloma - y allí tengo que ir vestida de manera formal sino ni los clientes, ni los jueces me tomarían en serio.

La conversación continuó de forma distendida, Paloma sacó la conclusión de que Andrés quizás no encontraba trabajo porque no ponía demasiado empeño en ello pero tampoco quería meterse en cosas que no eran asunto suyo, pues Lara parecía encantada con su marido. Lo que demostró Andrés es que era un gran cocinero pues la paella que había preparado estaba deliciosa, Paloma le dio la enhorabuena pues hacía tiempo que no probaba una con tan buen sabor. Paloma también notaba que Andrés la miraba de una forma extraña, aunque no le dio demasiada importancia. Así la comida y la conversación fue muy agradable para Paloma.

- Ahora ha llegado la hora del postre - sentenció Lara.

Paloma sonrió pensando que habían elaborado algún pastel o helado pero el postre que le habían preparado Lara y Andrés no era exactamente culinario.

Lara cogió de la mano a Paloma y la sentó en el sofá, ella se colocó a su lado y, sorprendentemente, comenzó a acariciar sus pechos y a besar su cuello.

- ¿Qué haces, Lara? - preguntó Paloma sorprendida - ¿Es esto una broma?

Pero la respuesta de Lara fue, además de seguir acariciando sus pechos, intentar besar sus labios, cosa que rechazó enfurecida Paloma.

- ¡Esto no tiene ninguna gracia! - gritó la abogada, que se levantó del sofá e intentó marcharse.

Aunque no pudo siquiera dar un par de pasos, ya que la cogió Andrés y la volvió a sentar en el sofá sujetándola de los brazos.

Lara volvió a acercarse a ella y la volvió a intentar besar, aunque Paloma volvió a retirar su cara, así que la chica siguió besando su cuello y acariciando sus pechos y su ombligo.

- ¡Por favor, detente! - suplicaba Paloma.

- Relájate, Paloma - trataba de tranquilizarla Lara mientras pasaba la lengua por su cuello.

- ¡No! - volvió a exclamar Paloma - ¡No quiero, para de una vez!

Pero los gritos y súplicas de Paloma parecían caer en oídos sordos, ya que Andrés la sujetaba impasivo mientras Lara seguía con sus besos y caricias. Lo que hizo Lara fue quitarle la camiseta, dejándola en sostén y se acercó todavía más a ella, besando su cuello de forma frontal, a la vez que sus manos cogían sus pechos y los movían mientras Paloma seguía gritando una y otra vez que se detuvieran y la dejaran. Más seguían sin hacerle caso, Lara retiro del todo el sujetador de la abogada dejando libres sus enormes pechos y comenzó a lamerlos, pasando su lengua por los pezones mientras con su mano desabrochaba el botón del vaquero de Paloma y metía dentro su mano, pasándola por sus braguitas, todo esto hizo que Paloma pareciera soltar un pequeño gemido, pero enseguida volvió a decir que no quería aquello que le estaban haciendo y que se detuvieran, aunque las quejas de Paloma parecía que excitaban más a Lara que seguía intentando besarla, aunque Paloma no hacía más que retirarle una y otra vez los labios. Eso no desanimaba a Lara que seguía pasando su mano sobre la braguita de Paloma, hasta que decidió, con ayuda de su marido, retirar los pantalones vaqueros de su invitada.

- ¡Ya vale, por favor! - suplicaba Paloma - ¡No hagáis eso!

Pero la única respuesta que recibió Paloma fue otro intento de beso por parte de Lara que ella volvió a rechazar, lo que no le impidió introducir su dedo bajo las braguitas de Paloma y acariciar directamente el coño de ésta, que volvió a emitir otro gemido involuntario. Lara, entonces, decidió quitarle las braguitas, abrir sus piernas y meter su cabeza enmedio y comenzar a lamer su coño.

- ¡No lo hagas, no lo hagas! - volvía a suplicar Paloma - ¡Por favor, no lo hagas!

Pero Lara seguía impasible, pasando su lengua por el coño de la abogada una y otra vez.

- Si esto te está encantando, Paloma - le respondió Lara mientras seguía comiendo su coño - ¡Estás completamente mojada!

- ¡Eso no es verdad! - respondía Paloma - ¡No lo estoy!

Lara entonces metió uno de sus dedos dentro del coño de Paloma que no pudo evitar volver a gemir al sentirlo.

- Entra demasiado fácil, ¿no?, relájate y disfruta, Paloma - le pedía Lara.

- ¡No es verdad, no me gusta esto, ni tampoco lo quiero! - seguía negando Paloma.

Lara mordió entonces el clítoris de Paloma, que no pudo reprimir un fuerte gemido, seguido otra vez de una negación. Entretanto, Andrés seguía sujetando a Paloma y no perdía detalle de lo que su esposa le estaba haciendo a Paloma. Lara, entonces, dejó, momentáneamente, el coño de Paloma y bajo los pantalones cortos de Andrés.

- ¡Mira qué cosa tan rica tiene mi hombre! - le dijo a Paloma señalando su miembro viril.

Paloma no respondió pero no podía evitar mirar de reojo la polla de Andrés, el chico quizás no era muy hermoso de cara pero si que estaba bastante más dotado que su marido. Además, al miembro de Andrés le faltaba muy poco para ponerse erecta del todo, ya que se había excitado bastante contemplando el trabajo que Lara estaba haciendo con Paloma. Lara tomó en sus manos el miembro de su marido y se lo ofreció a Paloma.

- Vamos, anímate y pruébala, seguro que te encanta.

- ¡No quiero probarla, quiero qué me dejéis! - contestó Paloma - ¡Soy una mujer casada y me debo a mi marido!

Entonces, Lara introdujo la polla de Andrés en su boca y comenzó a chuparla con avidez.

- ¡Sííí, cariño, así! - gritaba Andrés entre gemidos.

Mientras Lara continuaba saboreando la polla de su esposo, éste soltó uno de sus brazos y comenzó a acariciar los pechos de Paloma, a la par que una de las manos de Lara no dejaba de masturbarla, aunque quería evitarlo y trataba de volver la cabeza, no podía evitar el observar como Lara chupaba la polla de Andrés y, aunque se lo negaba a si misma, aquello le excitaba mucho y estaba disfrutando. Cuando consideró que estaba suficientemente preparada, Lara dejó de chupar la polla de Andrés y se la enseño a Paloma.

- ¡Mira que grande y que gorda! - le dijo acercándola a la boca de Paloma - Va a ser toda para tí.

- ¡No, no, no...! - respondió Paloma retirando su boca, aunque sus negativas parecían tener cada vez menos convicción.

Andrés soltó sus brazos y se colocó frente a ella, que no podía quitar los ojos de aquella polla tan grande, mientras ahora era Paloma la que sujetaba sus brazos. Andrés se acercó a Paloma, abrió sus piernas, y pasó su polla sobre los labios vaginales de Paloma.

- ¡No, por favor, no lo hagas! - le solicitaba Paloma.

Pero su respuesta fue introducir su polla dentro del coño de Paloma, lo que provocó que ambos se estremecieran y que la mujer emitiera un estruendoso gemido. Lara, al escucharlo, volvió a intentar besar a Paloma que, esta vez, de forma instintiva respondió, y sus lenguas se mezclaron juntas durante unos instantes, hasta que Paloma se dio cuenta de que había hecho, y retiró su boca. Mientras, Andrés la penetraba cada vez con más fuerza, abrazándose a ella.

- ¡Venga, Paloma, relájate! - le pedía Lara - Nunca habías sentido una polla tan grande como la de mi chico y te encanta.

- ¡No, aaahhhh, no, aahhhhh, no es verdad!

Lara entonces comenzó a besar su cuello, mientras Andrés seguía sin parar con su penetración, a veces, Paloma le miraba a la cara y veía reflejado en el rostro de Andrés el placer que sentía el chico al follarla. Ella también se estremecía y se mordía los labios, aunque trataba de disimularlo y no emitir ningún gemido, aunque no podía evitarlo.

De repente, Andrés, para sorpresa de Paloma, se detuvo. Entonces se tumbó boca arriba sobre el suelo, cubierto con una alfombra. Su polla seguía tan dura como antes. Lara cogió de la mano a Paloma y la acercó a su marido.

- ¡Vamos, guapa, siéntate encima y follátelo! - indicó Lara a Paloma señalando la polla de Andrés.

- ¡No, ya basta, por favor!

Pero su respuesta esta vez no tenía ninguna convicción. Lara la volvió a coger de la mano y la sentó sobre la polla de Andrés, de espaldas a él. Lara la empujaba por los hombros y Andrés la cogía de las caderas y, así, Paloma se movía, cabalgando la polla de Andrés, cerraba los ojos, los abría, se estremecía de placer y, aunque seguía intentando no hacerlo gemía. Llegó un momento en el que Lara la soltó y se apartó de ella, Paloma entonces seguía subiendo y bajando, cada vez más rápido, moviéndose una y otra vez y, aunque se lo seguía negando a sí misma, disfrutando como nunca. Lara se volvió a acercar a ella y la volvió a intentar besar y, esta vez, aunque apartó primero la cabeza, volvió a responder después para volverla a retirar, entonces Andrés sujetó con mucha fuerza sus caderas y la forzó a subir y bajar con mucha más rapidez.

- ¡Aaahhhh, aaahhhh, aaahhhh! - gemía y gritaba ella, que ya no podía contenerse.

Mientras, Lara le la mía los pechos y Andrés también gritaba. Poco después, los gritos de Paloma denotaban que estaba teniendo un fuerte orgasmo, quizás nunca había sentido uno igual, cuando acabó Lara la besó de nuevo y ella respondió sin resistirse.

- ¡Me voy a correr! - exclamó Andrés.

Entonces, Paloma se levantó rápidamente, pues no quería que el chico se lo hiciera dentro de ella. Lara sujetó y agitó la polla de su marido que, entre fuertes gritos de placer, liberó un enorme chorro de semen, mientras Paloma miraba como hipnotizada. Lara se acercó a ella y la volvió a intentar besar.

- ¿Te ha gustado la sorpresa que te hemos preparado Andrés y yo, Paloma? - le preguntó Lara.

- ¡Sois unos pervertidos, yo soy una mujer casada! - respondió Paloma.

- Follas muy bien, Paloma - intervino Andrés.

Paloma se puso un poco roja, casi si quererlo, esbozó una pequeña sonrisa, se vistió y se dispuso a marcharse sin decir nada.

- ¡Adiós, Paloma! - se despidió Lara que estaba abrazada a Andrés - Cuando quieras podemos repetir, Andrés tiene polla para las 2.

Paloma se volvió a poner colorada, se despidió rápidamente y se marchó.

Al salir entró en un bar cercano, y, tomando un café, estuvo un buen rato pensando en lo que había sucedido. Cuando iba a salir, recibió un mensaje de su marido, donde le comentaba que se quedaba a ver otro partido en su peña y no la iba a poder llevar a cenar. Paloma se enfadó bastante y estuvo segura de que muy pronto iba a volver a ver a Lara y a Andrés.

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