Aventuras y accidentes

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Historia de una milf casada.
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Estar casada y profesional no es fácil en estos tiempos. A medida que las mujeres nos alejamos de aquella imagen de ama de casa, mamá y dependiente que nos inculcaron en casa y en las historias de Disney, empiezan a sucedernos cosas "curiosas".

Soy Lola. Mujer independiente y voluptuosa entrando en los 40s. A pesar de los obstáculos, yo me independicé económica, sentimental y sexualmente hace muchos años. Pude conseguir a alguien que me entendía y apoyaba, y pude dar rienda suelta a mi pasión con él libremente.

Pero como leerán ahora, algunos tropiezos hemos tenido...

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Aburrida, mientras trataba de conciliar y rehuía en su mente los ronquidos de su marido, buscaba algo de solaz en su móvil. Bajando con el dedo a través de su telefono veía su timeline de Twitter. Eran las 2 de la madrugada y ya se registraba muy poca actividad.

De pronto, un globito le anunció la llegada de un mensaje. Refrescó la pantalla extrañada y vió que efectivamente acababa de recibir una mención trasnochada.

Era un tweet de una tal @Estrella*** que decía simplemente "Hola! Un beso"

Una sonrisa de extrañeza se dibujo en sus labios. Pulsó, curiosa,para ver el perfil y la foto de la tal @Estrella***, pensando que sería alguna amiga de la infancia que se desvelaba como ella y había decidido jugarle una broma.

Pero al estar frente al perfil de la misteriosa tuitera, un cosquilleo comenzó a subir desde su vientre, obligándole a cerrar las piernas con fuerza para contenerlo.

Una muy bonita morena, de protuberantes senos y curvilíneo cuerpo se mostraba como una diosa en traje de baño. Y junto a ella, fundiéndose en un beso desde su espalda, una rubia con el cabello muy corto la sujetaba desde atrás.

Su bio borraba las dudas que solo una mente incrédula podía tener tras ver la foto: "Sensualidad pagana. Sólo para mujeres. Morena de Alicante, España¨

Con la entrepierna húmeda y la mente nublada, fue revisando aquel timeline liberal. Se encontró fotos reveladoras de una vida de erotismo femenino bastante generosa. @Estrella*** gustaba de mostrar su bello cuerpo, pero también era bastante deshinibida con sus parejas. Se fue calentando. Por qué no vivir una vida así relajada? Aquella hermosa morena no parecía sino sonreirle a la vida...

En aquella oscuridad, rodeada de tanta soledad y con el vientre como una fragua, se sintió halagada, curiosa, tentada. Su mano derecha sobre su vulva, comenzaba a activarse. Pulso el icono para contestar el estimulante saludo. Comenzó a teclear "Hola! Gracias por..." nerviosa y temblorosa.

Pero un ronquido estruendoso la volvió en sí.

Sintió algo de pena por su marido y extrañeeza por sí misma. Sería capaz con una mujer?

Respiró profundo y con un dedo resignado borró lo que había escrito, le dio bloquear a aquel perfil extraño que la saludaba desde una vida que no era la suya, dejó el teléfono en la mesa de noche y cerró los ojos para sumirse de nuevo en un sueño que le era esquivo, pero que comenzaba a saludarla.

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Sentía los pezones como piedras. Siempre que se excitaba, sus pechos se contraían y la punta se ponían duros como si un repentino ataque de frío la poseyera. Pero era todo lo contrario, podía sentir el calor emerger desde su vientre húmedo ya, de sólo prepararse para concretar la travesura que tramaba.

Desde ayer había planeado todo.

Se escabulló un poco antes de la oficina para preparar todo. Llegó a casa y prendió velas, montones de pequeñas llamas con las que alumbraría la sala. Movió de sitio la mesa del living para abrir espacio y poder maniobrar, y regó pétalos de rosas blancas por el piso desde la puerta de entrada hasta el sofá.

Luego se aprestó a darse un baño. Tomó el teléfono y le escribió a su marido: "Te espero en casa, ven pronto" y se perdió en las aguas hirvientes de la ducha. Se afeitó cuidadosamente, tras varias semanas sin haerlo, dibujando un corazón con su vello en la zona ventral.

Al enjabonarse el clítoris, sintió un corrientazo y no pudo evitar la tentación de palparse un rato y meter un dedo en su vágina, que estaba hecha agua. Recuperó la compostura y terminó su baño con estoicismo.

Se secó y fue al cuarto. De la última gaveta sacó un liguero rojo y unas medias agujereadas como un queso gruyere. Completaba el conjunto un sexy brassiere que dejaba los pezones, siempre duros, a la vista, que hacía pareja con una pantie que hacía lo propio con su vulva.

Se vistión con mucha ceremonia. Se sentía como una diosa del sexo. Pensó que lo volvería loco al verla así, pues ella misma no daba crédito a lo terriblemente sexy que se veía.

Se sintió mala, puta, capaz de doblegar a cualquier hombre a sus caprichos, sólo con contonearse un poco. Y sonrió al espejo mientras modelaba orgullosa.

Su teléfono vibró. Un mensaje de su marido decía sucintamente: "Llegando".

Se estremeció. A pesar de todos lo años de casada aún se derretía por él. Sólo élla hacía sentir aquellos orgasmos tan prolongados y sólo a él era capaz de complacer sin pudor.

Adoraba su espalda, sus hombros, aquel miembro grueso y siempre duro que la hacia volar a galaxias distantes. Además, siempre había sabido guiarla a terrenos novedosos y divertidos, como cuando la llevó por primera vez al sex shop y le compró aquel vibrador que ella, nunca le dejó usar a su antojo.

Pero eso cambiaría hoy. Había decidido darle la sorpresa y preparar toda aquella escena para que él se conenciera de que era y sería siempre "su puta", como le gustaba ser llamada en medio de los momentos de climax.

Buscó el vibrador, lo sacó de su caja y le colocó las baterías.

Se sentó en el sofá y con un poco de gel bañó su sexo, caliente e intenso, solo por la idea de que el la viera jugando con su juguete.

Oyó el ascensor abrirse, así que se apuró en bajarse un poco del asiento, dejando las piernas al aire y sus nalgas al borde de aquel sofá que comenzaba a humedecerse con sus jugos y su calor.

Cuando el ascensor se cerró y mientras se oían pasos en el pasillo que venían hacia su puerta, entendió el vibrador y comenzó a acariciarse la vulva con aquel falo tembloroso, que le producía calambres suaves y provocativos en el vientre.

Sólo de sentirlo rozar su clítoris y sus labios, pensó que se hundiría en un orgasmo.

Contuvo sus ganas y en un arrebato, mientras sonaban las llaves de la puerta, lo introdujo en su vágina. Su respiración era agitada, le palpitaba el corazón pero quería que ella encontrase así, con aquel miembro sustituto en la cuca, abierta y mojada, a punto de un orgasmo. Era un show para él, para demostrarle cuánto lo amaba, deseaba y necesitaba.

Con los ojos cerrados y los dientes apretados, apenas pudo sentir cuándo la puerta se abrió. Pero no tuvo tiempo a reaccionar. Su agitación se transformó en vergüenza cuando oyó a su marido decirle, mientras abría:

- "Hola mi amor, mira a quién me conseguí en la planta baja. A tu mamá que vino a visitarnos"

------

Sentía el calor brotar de su entrepierna, mientras rebotaba anhelante sobre aquel miembro duro. Sentía, al bajar, rozar el fondo de su matriz con la punta de aquel grueso y largo trozo de carne que tanto necesitaba sentir.

Habían pasado muchos días desde que salió de casa. Un viaje largo, mas largo de lo usual.

Los primeros dos días pudo contenerse, los siguientes dos debió usar sus dedos para calmarse, pero tras una semana no había manera de evadir esa angustinte necsidad de estar con él.

Por que además él, su esposo, si bien estaba lejos sabía mantenerse presente. Por el whatsapp y el correo le enviaba fotosy candentes relatos. Le gustaba jugar con mensajes de texto que la hacían mojarse de inmediato.

Le gustaba excitarla, calentarla a la distancia.

Y al saber que ya se acercaba su regreso se dedicó con ahínco a escribirle notas tentadoras. "Te deseo tanto, que te tomaré en el mismo aeropuerto, apenas te bajes del avión", le prometió. "Quiero subir tu falda en frente al espejo del baño de hombres, mientros te penetró desde atrás"

y ella se mojaba y se perdía en los recuerdos de aquellas manos que la recorrían entera y de aquel cuerpo que la estremecía hasta el clímax.

Fue por culpa de esos mensajes que ahora estaba en aquel baño, cabalgando ese miembro que calmaba su vientre, pero angustiaba su alma. Excitada, rebotaba sobre aquel chico que ni conocía, pero permanecía sentado en el lavabo, tomándole las tetas y apretándole las nalgas.

Cuando sintió la descarga caliente en su sexo, apretó las piernas y el celular cayó del bolsillo de su falda.

En la pantalla se podía leer el último mensaje que ella misma había enviado: "Mi vida, suspendieron el vuelo, no podré regresar hoy. Que rabia. Te necesito. Me estoy volviendo loca!"

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