El Feriante. Parte 07.

BETA PÚBLICA

Nota: Puede cambiar el tamaño de la fuente, el tipo de fuente y activar el modo oscuro haciendo clic en la pestaña del ícono "A" en el Cuadro de información de la historia.

Puede volver temporalmente a una experiencia Classic Literotica® durante nuestras pruebas Beta públicas en curso. Considere dejar comentarios sobre los problemas que experimenta o sugerir mejoras.

Haga clic aquí

Me sumergí de nuevo en él. Empujó su polla a un lado y metió sus dedos anular e índice en mi raja, separando mis nalgas con ellos hasta que sentí que mi esfínter comenzaba a ceder.

Para mi sorpresa, hundió su dedo medio en mi recto más allá del segundo nudillo. Se sentía enorme y comenzó a moverlo vigorosamente dentro de mí. Nunca había sentido algo tan bueno en mi vida y respondí duplicando mi succión en su lengua.

Su risa alegre resonó a nuestro alrededor mientras mi pasión se elevaba a alturas aún mayores. Empezó a moverse a compás de mi agarre en forma de anillo.

Pronto estaba levantando mi culo para que su mano se ocupara de él. Procedió a tocarme con la hábil maestría de Itzhak Perlman en un Stradivarius. Me aparté de su lengua y lo miré a los ojos con una lujuria más fuerte de la que jamás había experimentado en sus brazos.

"Fóllame por el culo", escuché decir a una voz familiar, casi sorprendido de que fuera la mía.

"Eres un pequeño huracán esta noche", me elogió con un gruñido ronco.

"Estoy listo, Roy... ¡Lo quiero!", le insté mientras apretaba su dedo.

"Estoy seguro de ello... vas a necesitar algo de ayuda... déjame que me levante", jadeó.

Sacó su dedo de mí y percibí mi primera bocanada de mi profundo olor anal cuando juguetonamente me tocó la punta de la nariz. Era lo más lejano que podía imaginar de una fragancia romántica, pero el aroma era inequívoca y exclusivamente mío. Alimentaba una lujuria ardiente por la nueva experiencia que su dedo solo había insinuado en comparación con lo que una vez más, descansaba en mi raja.

Rodando a su lado lo vi ponerse de pie, su polla dura como una roca de un tono carmesí oscuro que jamás había visto. Grandes venas adornaban amenazantes su vasta superficie. Su rendija estaba abierta como nunca antes y goteaba profusamente.

Roy fue a su cajón y sacó una pequeña botella bien envuelta en una bolsa de papel.

¿Qué es eso?"

"Deslizante."

Sonrió ante mi confusión.

"Deslizante", repitió, sacándolo del envoltorio a modo de explicación y revelando que el contenido era aceite vegetal.

Evidentemente, era 1973. Los lubricantes anales no eran fáciles de obtener como en la actualidad.

"Tenía la sensación de que llegaríamos a esto más pronto que tarde, así que compré un poco el otro día".

Lo dejó en la mesita de noche junto a nuestra cama y luego fue al baño. Escuché correr el agua en un breve estallido.

Cuando salió, sostenía una toalla de mano, muy retorcida por haberla girado con sus poderosas manos. Me miró con confianza, pareciendo el mentor que era en mis ojos juveniles.

Mi corazón estaba acelerado, pero no por miedo. Confiaba plenamente en el enorme hombre y estaba ansioso por aprender lo que sabía que solo él podía enseñarme; sobre mi propia persona, y sobre todos esos fantásticos deseos traviesos que él me había dado la libertad para que me deleitara.

Roy desenroscó el tapón y lo vi verter un poco de aceite en su mano. Mantuvo sus ojos en mí, estudiando mi reacción a los eventos que se estaban desarrollando mientras untaba su poco manejable miembro en él.

Pronto, el tono amarillento de los rayos de la solitaria bombilla incandescente que iluminaba nuestra habitación, bailó sobre su superficie reluciente. ¡Era precioso!

"Ponte boca abajo... En el centro de la cama", me instruyó con calma.

Hice lo que dijo. Volvió a desaparecer en el baño y regresó rápidamente con una toalla de baño, que arrojó sobre la otra cama.

Mi corazón comenzó a calmarse a medida que aumentaba mi confianza en él y miré por encima del hombro para observarle. Se comportaba con suprema confianza y era increíblemente guapo con esa inmensa y brillante erección que se meneaba frente a su poderosa corpulencia.

Agarró las almohadas y la toalla de la otra cama y dijo: "Junta las piernas y levanta las caderas hacia mí".

Lo hice. Envolvió las almohadas en la toalla y las deslizó debajo de mí.

Subiendo a la cama, se sentó a horcajadas sobre mí con su polla gorda y cubierta de aceite, para que descansara sobre mi raja. Su calidez y peso me tranquilizaron.

"No quiero que esto sea doloroso para ti", explicó mientras se inclinaba para coger el aceite.

Su barriga peluda se acomodó en la parte baja de mi espalda momentáneamente antes de levantarse sobre sus rodillas y separar mis nalgas con su mano libre. Una sensación de seguridad me envolvió.

Derramó un poco de aceite sobre mí y lo extendió sobre mi esfínter. Lo noté fresco.

Temblé. Una risa reconfortante flotó en la habitación a mis espaldas. Se inclinó hacia delante de nuevo y volvió a colocar la botella en la mesita de noche.

"Relaja tu agujero... y empújalo hacia mí", dijo dándome más instrucciones.

Obedecí y su dedo se deslizó lentamente dentro de mí otra vez. Empezó a girarlo y estirarlo suavemente debido a la tensión de mi círculo. Cerré los ojos y apoyé la cabeza en mis brazos cruzados. Un gemido lujurioso emanó desde lo más profundo de mí.

"Eso es", suspiró, "exactamente lo que quería escuchar".

Mi confianza en él creció aún más. Retiró lentamente su dedo y luego metió suavemente dos al mismo tiempo, uno encima del otro para acomodar el estiramiento vertical natural de mi esfínter. No le ofrecí resistencia.

"Así, muy bien", me animó mientras comenzaba a girar lentamente la muñeca.

Sus dedos eran tan gordos que, sinceramente, me habría sentido perfectamente satisfecho con la emoción que me proporcionaban. Pero podía sentir su polla mucho más grande y cubierta de aceite rozando la parte posterior de mis muslos al tiempo que me preparaba, siendo el deseo de entregarme por completo a él, demasiado fuerte para resistir.

Roy plantó un puño a mi lado en el colchón y se inclinó hacia adelante, apoyándose mientras su carnoso órgano se deslizaba hacia mi raja. Me estremecí de nuevo, sin saber qué me iba a encontrar al ser penetrado por algo mucho más grande.

"Quiero que esto te haga sentir bien", me aseguró con una voz llena de amabilidad, "si no es así, solo dilo. Me pararé."

Levantó las caderas lo suficiente como para inclinar su polla en mi hendidura y presionó la cabeza gorda hacia abajo, buscando mi agujero. Se deslizó suavemente hacia arriba y hacia abajo sobre él, haciéndome sentir un hormigueo mientras mi anillo de músculos respondía con espasmos de éxtasis de expectación.

Una vez que estuvo en posición, usó con moderación su amplio peso para aplicar la presión suficiente para dirigir a la resbaladiza cosa hacia su objetivo. Fue entonces cuando plantó su otro puño a mi lado en la cama.

Me sentí pequeño y seguro entre sus antebrazos peludos y densamente musculosos. Otro gemido se me escapó.

"Recuerda... empuja hacia abajo", me guio con su suave tono de barítono.

Empezó a presionar para entrar. Mi agujero se resistió. Empujé con todas mis fuerzas. De repente cedió ante su abrumadora dureza y la forma funcional de su colosal glande.

El impacto de su penetración hizo que mi furiosa erección se aflojara repentinamente. ¡Pero todavía flotaba en éxtasis al saber que tenía tanto de él dentro de mí!

"¡Oh-hhhh, Roy!" Suspiré con orgullo, "¡estoy en la GLORIA! ¡Más... POR FAVOR!"

Se relajó sobre mí. Sentí que me invadía una plenitud satisfactoria cuando su miembro palpitante se deslizó un poco más profundo.

De repente me di cuenta de que mis genitales estaban cubiertos de una sustancia viscosa caliente. Para mi total asombro, su polla estaba tan gorda que me había estrujado una carga completa y me hizo expulsarla a través de mi apéndice inofensivamente flácido. ¡Estaba completamente asombrado por ese acontecimiento!

"¿Aún conmigo?", preguntó pensativamente.

"Sí, ¡SI! ¡Más!", Le insistí, aturdido por ese descubrimiento y hambriento de cualquier otra cosa que me aguardara.

Lentamente bajando el ritmo hasta que su escroto peludo, apretado alrededor de las pesadas bolas que sostenía, se detuvo en la hendidura de mis muslos, justo debajo de mis nalgas. La maraña de pelos que lo decoraban me hacía cosquillas hasta que se apretó contra mí y comencé a deleitarme con su tamaño y calidez.

Gemí por el sorprendente alcance de su arma completamente hinchada, aferrada en mi unida a una ráfaga de espasmos de dolor.

"Ya estoy dentro... ¿sigues bien?", se quiso cerciorar.

"¡FANTÁSTICO!", le aseguré, manteniendo mi posición con el dolor.

"¡Oh-hhh! ¡Estás MUY estrecho! ¡No duraré mucho así!", anunció con un escalofrío que sacudió la cama.

Cuando recuperó la compostura, comenzó a golpear lentamente sus caderas contra mí. En poco tiempo pude sentirlo manejando su porra completa dentro y fuera, a través de la fútil contracción de mi indefenso orificio.

El profundo dolor en mis intestinos mientras Roy se agitaba dentro de mí me dejaba solo dos opciones; luchar o someterme. Luchar no tenía sentido, así que inmediatamente me rendí a la abrumadora lujuria que le había transmitido a él, esforzándome con todo lo que tenía para dar la bienvenida y acomodar el incesante empujar que producía en su frenesí.

De alguna manera me relajé y de repente me invadió una sensación de plenitud que nunca había conocido. Mi cuerpo instintivamente comenzó a trabajar en conjunto con el suyo para maximizar su impacto.

Alabó mi labor mientras saciaba su impulso de sentirse dentro de mí. Esgrimió la corpulencia de lo que tenía hundido en mis profundidades con tal habilidad, que nunca más me sentí reprimido desde ese preciso momento por querer sentirlo también, complacerlo, someterme a la totalidad de su esencia sexual.

Sin previo aviso, sus ingles se estrellaron contra mí con una fuerza explosiva y su enorme miembro comenzó a flexionarse como un loco en la apretada sujeción de mi abrumado conducto. Estaba vaciando esas magníficas bolas dentro de mí, y sentí que me desviaba de mi órbita a su alrededor en una caída libre gravitatoria, que solo podía resultar en que el Planeta Roy me consumiera.

Permaneció dentro de mí mientras su felicidad remitía. Notando mi necesidad de seguir sintiéndolo, me folló suavemente a lo largo de su detumescencia hasta que, por fin, se escapó de mi agarre.

Me dolía de adentro hacia afuera. Mi pulverizado canal aún se emocionaba con las persistentes sensaciones fantasmales de él, pero el conocimiento de que ya no estaba realmente dentro de mí, me dejó sintiéndome vacío y un poco triste.

"¡Lo has conseguido, campeón!", exclamó, sonando triunfante.

Me quitó gran parte de su peso de encima. Me deleitaba con la reconfortante calidez de esa barriga grande y firme que aún descansaba en la parte baja de mi espalda mientras él se inclinaba para mordisquear juguetonamente mi nuca.

Estaba tan feliz que no pude articular palabra para responder a su reconocimiento de mi logro. Me desmontó lentamente y se levantó de la cama, la gratificación sexual irradiando en su sonrisa beatífica.

La enorme masa que se elevaba sobre mí de repente dejó de ser simplemente un hombre. Empecé a verlo como un lugar, un lugar que comenzaba a sentirse más como un hogar que el propio que habíamos dejado atrás.

*****

Texto original: https://www.literotica.com/s/the-carny-pt-07

12
Por favor califica esto historia
El autor agradecería tus comentarios.
  • COMENTARIOS
Anonymous
Our Comments Policy is available in the Lit FAQ
Postear como:
Comparte esta Historia

LEER MÁS DE ESTA SERIE

El Feriante. Parte Información de la Serie

SIMILARES Historias

La venganza de Tsunade Tsunade da una lección muy cruel a Jiraiya.
Abusé de un moribundo Me aproveché de un chico que iba a morirse.
Mi Doctor y Yo Mi revisión médica fue un poco diferente.
El Cura y Yo Mi mujer me deja cuando se entera de lo que hice con el cura.