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Poco después el pene comenzó a deslizarse fláccido desde la mojada vulva de la muchacha. Sólo en ese momento la soltó para que Marián bajara sus piernas temblorosas.
Sin dejar de abrazarse, los jóvenes se besaron, mientras que la ducha seguía mojando sus cuerpos.
Finalmente se ducharon por separado, para limpiar todo vestigio de los líquidos que habían emitido sus cuerpos.
Se vistieron y volvieron a la terraza para tomarse el resto de las bebidas que había dejado. De pronto sonó un ding dong.
"¡Son mis padres!" Dijo ella un tanto alarmada mirando a Esteban; pero se dio cuenta de que no había motivos para ello. Segundos después, aparecieron sus padres.
"¡Hola mi amor!" le dijo ella al verlos sentados en la terraza. "¿Tan pronto llegaron?", preguntó su padre asombrado.
"Es que nos dio lata salir y con Esteban decidimos quedarnos a conversar", explicó Marián, como si la situación fuera de lo más normal.
"Si, y creo que ya es hora de que me retire, Marián" , dijo Esteban mirando su reloj, al mismo tiempo de que se incorporaba del sofá.
"Te voy a dejar a la puerta", dijo Marián levantándose también.
Esteban se despidió de sus padres y se dirigió hacia la salida acompañada de Marián.
Cuando llegaron a la puerta le dijo, mirando con una sonrisa a Esteban. "¡Creo que nos salvamos jabonados."
"¡Y bien jabonados!", le retruco él.
Marián se rió a carcajadas por su salida. Se despidieron con un beso bastante casto, pensando que los podrían estar viendo.
Esteban salió y subiéndose al automóvil se dirigió a su casa. Miró la hora: era la 1 A.M. y sólo en ese momento pensó en Josefa.
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