El Pornógrafo del Barrio

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Les sonreí a ambas e ignoré la pregunta. Esta vez que preguntó no parecía que lo hacía con la intención de cambiar el trato si no como broma de la negociación que tuvimos antes. Como por instinto, tomé mi verga por fuera de mis pantalones y la moví hacia una posición más cómoda, "Creo que podemos prescindir de las formalidades, ¿no crees Sonia?"

"Lo que usted diga, Sr. Rodríguez," fue su rápida respuesta, nuevamente en son de burla.

"¿Qué pasó con llamarme 'Gabriel'?"

"Está bien...", dijo, lamiendo sus labios exageradamente, "¡Gabriel!"

"Bien, entonces, ¿por qué no empiezan a posar aquí?" dije apuntando a un espacio frente al sofá, el tono de mi voz era serio como cuando me pongo a trabajar, "Simplemente, hagan lo que les venga naturalmente. Actúen como les apetezca". Levanté mi cámara y comencé a tomar fotos mientras empezaban a moverse. Sonia se movía naturalmente, ágilmente, como alguien que había hecho esto antes; mientras que Daniela se movía lenta y torpemente, observando a su mamá y tratando de imitar lo que ella hacía. Sonia cambiaba de posición frecuentemente y con cada movimiento sus deliciosas tetas se movían más y más. La suave piel de sus pechos salía lentamente de su brasier. Daniela, por su parte, imitaba los pasos de su madre, pero se mantenía cubierta al aun tener la mayoría de su ropa puesta.

"¿Es esto suficiente, Gabriel?" Preguntó Sonia, pero no dejó de moverse y posar. "¿Es esto lo que buscabas? ¿Son estas las fotos que querías?"

Quité mi ojo de la cámara, tenía toda la intención de regañarla pero fue entonces cuando noté que Daniela había dejado de moverse. Estaba paralizada, viendo fijamente los pechos de su madre. Regresando mi atención a Sonia, vi como seguía moviéndose lentamente y como sus carnosas tetas se habían salido casi completamente de las copas de su sostén. Sonia solo sonrió al darse cuenta donde mis ojos apuntaban.

"¡Sí! Justo esto es lo que quería. Así seguiremos y seguiremos avanzando y quitándonos ropa," le respondí a Sonia.

Por su parte, Daniela estaba fascinada con los movimientos de su mamá y esto parecía excitar aún más a Sonia. Sin más dudarlo, la madura mujer se quitó el sujetador dejándolo caer al piso mientras tomó a su hija de la cintura y forzándola a moverse junto a ella. La cachonda madre le levantaba la falda a la tímida adolecente, mostrando sus maravillosos atributos. "Debes moverte hija. Estoy segura que Gabriel no nos pagará si no te mueves."

Daniela empezó a mover sus caderas junto a su madre. Sus ojos fijamente pegados a los pechos expuestos de la mujer. Como si hipnotizada, la joven colegiala levantó sus manos y las puso directamente sobre las tetas de su mamá. Comenzó a acariciarlas, pellizcando los duros pezones de la mujer que la parió. Riendo, Sonia giró su vista hacia mí y preguntó: "¿Cómo vez, cabrón? ¿Estás obteniendo buenas fotos? ¿Te está gustando ver como mi hija me manosea las tetas?"

Sonriendo le respondí: "Algo me dice, Sonia, que te está gustando esta situación". Fue entonces que se me volvió a iluminar el cerebro y pasé mi cámara a modo video para comenzar a grabar. "A ver, Sonia, ¿por qué no le dices a tu hija lo que te gustaría que sucediera ahora?"

Casi que por instinto, y tomándome por sorpresa, Daniela aventó a su madre al sofá y la montó. Poniendo sus brazos sobre los hombros de su madre dijo: "Sí, mami, ¿por qué no me dices qué te gustaría que pasara ahora?"

Fue eso como un sueño vuelto realidad. Supe en ese momento que la situación no se hubiese desenvuelto de esa forma si lo hubiese planeado y mi verga, dura en mis pantalones, estaba de acuerdo conmigo.

Sin esperar mi pregunta, Sonia se volvió hacia la cámara y dijo: "Quiero que mi hija me haga suya y me COJA". El énfasis en la palabra "COJA" fue lo único que necesitó Daniela para lanzarse sobre su madre y besarla apasionadamente mientras yo me movía junto a mi cámara para captar toda la acción.

De repente, como si estuviese actuando una escena, Daniela rompió el beso y comenzó a negar la situación. "No. ¡No no no! ¡Es incesto, mamá! ¿Qué estamos haciendo?"

"Estamos dejándonos llevar por nuestros instintos, hija. Sospecho que ambas hemos querido hacer esto desde hace mucho tiempo, corazón", respondió Sonia. Sin darle más oportunidad de protestar, la jaló para besarla nuevamente.

Escuchar a Daniela decir que era incesto, algo prohibido, pero que Sonia admitiera que era algo que llevaba mucho tiempo queriendo hacer me trajo una ola de recuerdos a los viejos tiempos que pasaba junto a mi tía. Le encantaba la palabra incesto a ella y la utilizaba en cada oportunidad que se diera. Y cada vez que la decía todo se convertía en... ¡MÁS!

El nivel de cachondez de lo que ocurría era inmenso. No podía evitar agarrarme el fierro para re-acomodarlo y poder moverme cómodamente. Nuevamente, como si estuviera escrito en un guión, Daniela rompió el beso y dijo: "Te amo, mamá", y agachó su cabeza para tomar los pezones expuestos de su madre en su boca.

Sonia arqueó su espalda al sentir como su hija mordía suavemente sus duros pezones. Sus brazos abrazando la cabeza de su hija para amamantarla. Con sus manos libres, Daniela hizo a un lado la tanga que aún llevaba puesta su mamá, exponiendo su suave y calvo coño. Sus labios empapados de los jugos que se filtraban de su sexo. Con un movimiento suave, Daniela presionó dos dedos contra el clítoris hinchado de su madre, estimulándolo antes de insertar ambos dedos en las profundidades de su estrecha panochita.

"¡Cógeme, princesa!" gritó Sonia a todo pulmón. "¡De ahora en adelante seré tu mami puta, bebé!"

Por mi parte, parecía tiburón, no dejaba de moverme capturando cada momento de esta incetuosa fiesta de lujuria. Grabé de cerca como sus lenguas luchaban una contra otra. Grabé en "close-up" como los dedos de Daniela entraban y salían de la vagina empapada de su madre causando orgasmo tras orgasmo en la hermosa mujer. Grabé como la sexy colegiala dominaba a su madura y espectacular mamá de una forma tan experta que dudé si era la primera vez que estaba con una mujer.

"Daniela, Sonia, quiero que miren a la cámara y me digan la verdad. ¿Qué tanto están disfrutando esto?" pregunté con genuina curiosidad.

Sonriendo, Daniela se volvió hacia la cámara y dijo: "Creo que mamá realmente lo está disfrutando", y exageradamente sacó sus dedos de la concha de su mamá y los lamió probando su excitación por primera vez.

Girando su atención a Sonia, Daniela volvió a insertar sus dedos mientras que Sonia gritaba: "¡Sí, princesa! ¡Sí, amor! ¡Cógeme con tus dedos! ¡Estírale la panocha a esta puta madre!"

Daniela solo pudo reírse de las obscenidades que escapaban de la boca de su madre. Sonia, por su parte, no dejaba de temblar. No sabía si era un orgasmo tras otro o uno solo que aún no había parado, pero aproveché su estado de felicidad y metí mi mano a la toma. Sin aviso, agarré la tanga de Sonia, mis dedos inmediatamente húmedos al haber rozado su piel, y se la arranqué para que quedara completamente expuesta.

Soltando mi propia risa dije: "¡Ustedes dos serán unas pinches superestrellas!" Sin pensarlo más, apunté mi cámara para enseñar el bulto que cargaba y agregué: "¡Solo vean como me tienen, pinches perras cachondas!"

Durante ese momento, Daniela se quitó de encima de su madre y empezó a sobarse su propio coñito. Como si perdida en su lujuria me dijo: "¿Por qué no metes esa verga en la boca de mi mami?"

Giré la cámara hacia su cara, Sonia aún temblaba del orgasmo junto a su hija y le respondí: "¿Quieres que haga qué?"

"¿A poco no me escuchaste, PAPITO? ¡Dije que metieras esa gran vergota en la boca de mi mamá!" En algún momento Daniela se abrió la diminuta camisa que llevaba puesta y comenzó a pellizcar sus pezones mientras su otra mano frotaba su sexo desesperadamente. El haberme dicho "papito" hizo que mi polla creciera aún más y sonriendo empecé a quitarme el cinto sin bajar la cámara.

Viendo como estaba batallando para abrirme el pantalón, Daniela dijo: "Dame eso, papi", y me arrebató la cámara de las manos. Por un momento pensé que borraría lo que ya había grabado, pero cuando se echó en el sofá nuevamente y continuó acariciándose su gatito, yo sonreí y terminé de quitarme la ropa hasta que me encontraba completamente desnudo frente al par de diosas que tenía en frente.

Daniela ahora me filmaba mientras continuaba masturbándose. Me acerqué al sofá donde Sonia ya se empezaba a recuperar de su -o sus­- intenso orgasmo y la tomé del cabello moviendo su cara hacia mis 18 cm de carne cogelona. Con los ojos entreabiertos, Sonia sonrió y se lamió los labios antes de abrir su boquita y permitirme empujar mi polla hasta el fondo de su garganta. Daniela soltó un gemido al ver como su mamá me empezaba a chupar el rabo y dijo: "¡Que rico se ve eso! ¡Tú dale, Gabo! ¡Cógete la boca de mi mami como si fuera panocha! ¡Sigue haciendo de nosotras unas putas calientes!" Las palabras de su hija parecieron haber re-energizado a Sonia ya que se puso en cuatro sobre el sofá y empezó a chuparme el pito con mayor urgencia.

Para mientras tomé la cara de Sonia y movía mis caderas para cogerme su boca, Daniela se puso de pie, dejando su monito en paz por un minuto y apuntó el lente de la cámara a la cara de su madre y dijo: "¡Sonríele a tus nuevos fans, mami!" Daniela era ahora la nueva directora de esta escena y su madre y yo las nuevas estrellas.

Para darle una mejor vista, agarré a la puta de la Sra. Jiménez del cabello y la quité de mi verga, girando su babeante cara hacia el lente le gruñí: "¡Tu hija te dijo que le sonrieras a la cámara, pinche zorra!" y le solté el pelo, dejándola jadeando allí un momento mientras sonreía.

Volví mi atención a Daniela y le pregunté: "¿Te gusta ver a tu mamá ser tratada como una puta barata? Dime, niña, ¿quieres ser como mami algún día?"

Daniela tembló de la emoción y la lujuria ante mis degradantes preguntas. Girando la cámara para apuntar a su propia cara, asintió con su cabeza y dijo: "¡Sí, papi! ¡Me gusta mucho como tratas a mi mami y quiero ser tan guarra como ella!"

Sin pensarlo dos veces me regresó la cámara y se puso de pie. Caminó hacia la mesa del comedor y puso sus codos sobre ella, completamente empinada se levantó la falda y empezó a menear su culito en mi dirección y viéndome sobre su hombro dijo: "Quiero que me entierres tu verga, papi. Quiero que me hagas tuya de la misma forma que haces tuyas a todas las otras putas que grabas. ¡Quiero ser tu putita adolescente!"

De repente sentí la presencia de Sonia a mi oído y susurró: "Sí, PAPITO. Ve con ella. ¡Estira la estrecha panochita de mi hija y hazla tuya!"

Me puse de pie, envalentonado y tentado por la joven de 18 años que me presentaba su hermoso culito y me dirigí hacia ella. Mi fierro goteaba por toda la baba que su madre me había dejado después de su gran mamada. Tomé mi pito firmemente de la base y recorrí la cabeza desde su apretado hoyito hasta su delicioso clítoris donde lo froté firmemente. Daniela temblaba ante mis caricias y me volteó a ver sobre su hombro, "¡Deje de tentarme, Don Gabriel! ¡Entiérreme su verga!"

Riendo de su desesperación le pregunté descaradamente: "¿Qué pasó con decirme 'papi'?"

"Cuando no te coges a tu pequeña, no tienes derecho a que te llame 'papi'", fue su desafiante respuesta. Entonces, sin preámbulos, enterré mi polla en su túnel de un solo golpe, lo que hizo que soltara un grito de sorpresa.

En lo que me empecé a follar a la pequeña Daniela, la Sra. Jiménez -Sonia- se escapó rápidamente a su habitación. Nos dimos cuenta de su regreso al oír el clic-clic de sus tacones. Girando mi vista, pero no deteniendo mis bombeos vi que regresó con solo sus medias y tacones puestos. En su mano tenía un enorme consolador de 25 cm, y viendo mi cara de confusión y excitación dijo: "¿Qué? ¡Mami también necesita amor mientras te coges a la puta de mi hija!"

Sin más, Sonia se subió a la mesa del comedor, frente a su hija, y empezó a cubrir el consolador con sus jugos. Satisfecha de que estaba suficientemente cubierto de su lubricante natural, vimos entusiasmados y sorprendidos cuando empezó a insertar el monstro en su apretado y estrecho ojete.

"¡Su puta madre, mami! ¿¡Cómo puede caber eso en tu culito!?" Viéndome sobre su hombro, Daniela continuó: "¿Ves eso, papi? ¿Ves cómo mi mami se reviente el culo sola? ¡Se ve casi tan rico como una verga de verdad... TU VERGA DE VERDAD!

En un gruñido cachondo, Sonia le respondió a su hija: "¡Yo sé, bebé! ¡Tu mami no pensó que entraría, pero viendo a Gabriel cogerte me tiene tan caliente!"

Y para no ser el único sin dialogo en esta película, agregué: "Ustedes dos cayeron en el rol de forma muy natural. Algo me dice que no es primera vez que tienen relaciones sexuales juntas. O..." me detuve por un momento para recuperar aire y dar un efecto dramático, "se llevan ganas desde hace MUCHO tiempo".

"¿Cómo supiste, papi?" preguntó Daniela. "¡Puta madre! ¡Sigue cogiéndome, hijo de puta!" gritó la colegiala. "He deseado a mi mami desde hace años. Es-es tan hermosa y se-sexy. Y..."

"¿Y qué, cariño?" Preguntó Sonia, jadeando mientras se clavaba el enorme consolador en su culo.

"¡Y... y es que... es que es tan ta-tabú porque nos parecemos tanto! ¡M-me ponía... pone tan cachonda pensar en eso p-porque me imaginaba q-que me acostaba c-con mi mamá y m-mi hermana a la v-vez! ¡Me vengo, papi! ¡Santo dios me estoy viniendo!"

Todo lo que Daniela decía, su confesión de siempre haber querido estar con mamá -su mamá-hermana- me estaba volviendo loco y sentía como mi orgasmo se aproximaba.

Gimiendo, Sonia respondió: "¡Oh, mi niña! ¡Mami te ama tanto!"

Sonriendo y jadeando, Daniela agarró el juguete de su mamá y comenzó a fallársela duro. "¡Oh, sí, mi princesa! ¡Chíngate a tu madre! ¡Haz de mami una perra lesbiana cachonda!" Sonia gritó. Su coño comenzó a convulsionar y sin poder controlarlo roció sus jugos por todo el rostro de Daniela.

"¡SI, MAMI! ¡EMBARRAME LA CARA CON TU AMOR! ¡¡¡SABES A PUTA BARATA!!!"

Daniela también se vino en ese momento, su panocha me apretaba el riel de tal forma que no podía contenerme más. Viéndome por encima de su hombro me empezó a rogar: "¡Vente, papi! ¡Quiero que te corras! ¡Conviérteme en tu pequeña princesa sucia! ¡Hazme una adicta a tu verga!"

"¡Estoy por venirme, princesa!" le gruñí. "¡Dime donde quieres que me venga, muñeca!"

Pero antes de que pudiera responder, Sonia dijo: "¡Cúbrele la cara en semen, Gabriel! ¡Quiero limpiarle los mecos de su cara! ¡Quiero saborear tu lujuria y la de mi hija!"

Como si fuese una orden de su mamá, Daniela se desconectó de mi verga y se puso de rodillas frente a mí. "¡Sí, papi, vente sobre mí! ¡Haz que mi mami me limpie!"

Esa fue la gota que derramó el vaso. Al ver a esta familia desenfrenada, me masturbé sobre la hermosamente arruinada cara de Daniela hasta que mi semen explotó sobre ella. "¡SIIIII!"

Sin perder un solo segundo más, Sonia se arrodilló junto a su hija y empezó a lamerle la cara, tratando de tragarse cada gota de los mecos que usé para pintar tan hermosa obra maestra. Pero tal era mi excitación que seguía corriéndome, mucho más de lo que había corrido en mi vida antes, y no cabe más decir que mi amor también cayó sobre Sonia.

Daniela, al darse cuenta de que ya no podía más, tomó mi verga semi-erecta y me la empezó a chupar. Temblé de forma involuntaria al sentir su lengua pasar sobre mi uretra. No cabía duda de que era una puta experta.

Habiendo olvidado la cámara en algún momento, noté que Sonia la tenía en sus manos nuevamente y la apuntaba a Daniela mamándome el pito hasta que de la nada volteó la cámara para verla fijamente y dijo: "Bueno, Sr. Rodríguez. Hemos cumplido con la primera sesión del plan de pagos. ¿Cuántas sesiones más cree que nos tardará para pagar nuestra deuda?" y le guiñó el ojo a la cámara.

No cabe duda que había encontrado a dos superestrellas en mi propio edificio.

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