El Trasero De Mi Madrastra

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"Eso lo sé. Pero por ahora, mejor que olvides que eso va a suceder nuevamente" Y levantándose salió de la habitación.

Así fue como fui castigado por Sue a permanecer en la inopia total por más de seis meses.

Era duro, pero me lo merecía por no haber respetado sus reglas. Trataría de insistir de ganar nuevamente su corazón. Costare lo que costare.

****

2. El reencuentro.

Bastante tiempo había pasado y mi relación con Sue no había variado un ápice. Las cosas seguían igual de mal para mí. Seguía deseándola, seguía en mi aislamiento y veía que eso no tenía trazas de cambiar.

Una tarde de sábado en que me había metido a la cama para tomar una siesta, ya que había llegado de madrugada debido a una fiesta a la que me habían invitado después de varios meses, me desperté con una extraña sensación de humedad entre mis piernas. Alcé la sábana y me encontré que había tenido una descarga nocturna. ¿A esa hora me dije? Rápido las retiré de la cama y me dirigí al lavadero para ocultar ese episodio tan desagradable.

Cuando entré al lavadero, estaba allí Sue, vestida con ese top y esos shorts que siempre me habían vuelto loco la primera vez que se los vi puestos.

¿Cómo estás hombrón? ¿Cómo estuvo esa siesta?"

"¿Siesta? No se de lo que estás hablando"

"Hablando es lo que yo te escuché hacer en tu dormitorio cuando te fui a ver esta tarde cuando dormías" Me dijo socarrona.

"Voy a lavar, así que deja esas sábanas que yo las lavaré" Agregó.

Confundido por todo lo que me estaba diciendo, sin comprender nada. Apreté en mis manos la prueba de mi pecado adolescente. Pero ella, me las arrebató y agachándose abrió la puerta de la lavadora y metió mis sábanas.

En esa posición y mirándome no a mi cara, sino a mi entrepierna que lucía una erección producto de haberla visto con esa tenida que dejaba tan poco a la imaginación, especialmente sabiendo que bajo ese top no llevaba sostén, me dijo:

"¿Estas un poco adolorido después de esa siesta?"

"¿Qué te hace decir eso?" Pregunté azorado.

"Es una impresión, por eso" Me dijo señalando con su índice hacia mi entrepierna.

Arrodillaba como estaba, podía ver cómo su estrecho pantalón, como siempre, se le metía entre las nalgas marcando la forma de su conejo que se ocultaba detrás de esa delgada tela.

Instintivamente coloqué mi mano sobre el enorme bulto que se estaba gestando en mi pantalón diciéndole.

"No, no estoy adolorido en absoluto". Le miré su trasero, y pensé en que lo que deseaba en ese instante, era dejárselo a ella adolorido.

Sin abandonar su posición en cuclillas, Sue manipuló las perillas de la lavadora

"Eso está bien" Dijo cuando vio que comenzaba a funcionar.

'Tu culo es lo que está bien' me dije. 'Pensar que no solo en su culo se lo hubiera metido, si esa vez hubiera tenido el coraje de haberlo intentado.'

Sue se levantó para manipular el tiempo de lavado, mientras yo me acercaba más a ella.

"Te has comportado en forma muy madura, Oscar" Me dijo sin darse vuelta.

La tomé por los hombros con mi bulto pegado a la hendidura de sus nalgas y le pregunté acercando mi cara a la de ella para decirle con el tono inocente que encontré. "¿Por qué lo dices?".

"Porque has respetado las reglas de la casa, o más bien las que yo te impuse" Me dijo enarcando las cejas con una sonrisa. No hizo ningún intento de retirar la presión que yo había impuesto sobre su trasero.

"Tu sabes lo duro que ha sido para mí aceptar tus reglas, Sue. Pero es que eres tan hermosa"

"Si. Me doy cuenta de la dureza. Y gracias por el cumplido, bebé" Me dijo mirándome a los ojos y rozando su mejilla a la mía y enarcando su trasero hacia mí, haciendo que el roce fuera aún más profundo.

Apreté más mi cara hacia ella y busqué su boca, que ella aceptó alargando su lengua para que yo la rozara con la mía.

"Quiero decir, que no puedo resistirme cuando veo tu culo, Sue"

"Lo sé. Y sé también que estás tratando de intentarlo, bebé"

A esta altura, me había desabotonado el short y había sacado mi monstruo para que tomara aire, ya que no resistía el confinamiento y se lo estaba frotando libre en el valle de sus nalgas, a milímetros del hoyo de su culo.

"Estoy duro, Sue" Le dije suspirando mi aliento caliente en su oído.

"Tienes que resistirte, Oscar" Me dijo, mientras bajaba sus shorts y corría la tela de sus bragas hacia un costado, para que la cabeza de mi pene tocara el centro de sus nalgas.

"¡OOOHH POR DIOS OSCAR!!" gimió Sue cuando la cabeza de mi pene horadó el hoyo de su culo. Se apoyó sobre la lavadora que había comenzado su ciclo y se estremeció al sentir la vibración en sus pechos y dejó que yo la culeara.

"Lo siento Sue, pero no me pude resistir" Dije, mientras me movía solo un par de centímetros dentro de ella.

"Está bien, Oscar. Pero ahora sácalo" Dijo mientras se mordía los labios.

"Será como si no hubiera sucedido" Dijo, mientras empujaba hacia atrás buscando que se lo metiera más profundo.

"FLAP, FLAP, FLAP" Sonaba sus nalgas a cada golpe que le daba, ahora que estaba totalmente dentro de ella.

"¡OOOOHHH! ¡AAAAAAHHH! " Gemía Sue, agarrada de la lavadora, sosteniendo mis embates o devolviendo golpe por golpe.

Los gritos de placer de Sue, mis gemidos y el retumbar de la lavadora, se confundían en un concierto que no tenía visos de detenerse.

Nuevamente Sue tuvo su orgasmo que la hizo gritar más que nunca y yo la seguí a continuación.

"Lo siento, lo siento Sue. No lo puedo resistir" Dije mientras me retiraba de ella con una erección todavía robusta.

Ella se apoyo en la lavadora que seguía su ciclo, y tomando mi verga entre sus dedos me dijo:

"Oscar, Oscar, tienes muy poca fuerza de voluntad. ¿Sabías? ¿Qué voy a hacer contigo?" Me dijo mientras apretaba su mano por toda la extensión de mi pico, como testeando su dureza.

"No lo se, Sue." Dije.

"Bueno, pero lo entiendo, eres joven y lleno de hormonas" Dijo, mientras se agachaba frente a mi y llevaba su puño izquierdo hasta tomar mis bolas, y con su mano derecha seguía acariciando y apretando mi dureza que ya era evidente.

"Mi papi, tampoco podía resistirse, por eso te comprendo, bebé" Me dijo mientras estiraba su lengua y comenzaba a lamerme a lo largo, para tratar al final de enroscar su lengua en mi glande, acariciando los bordes. Se sentía tan suave.

"Aaaahhh" Gemí cuando sentía que su boca engullía mi glande y trataba de tomar todo lo que podía llevándome hacia lo profundo de su garganta. Lo intentó varias veces, pero se ahogaba. Finalmente se dedicó por varios minutos a recorrerme con su lengua, dándome una exquisita mamada. Yo estaba demasiado caliente, por lo que después de un rato de bombear mi pene con su boca, se retiró, me miró y me preguntó.

"¿Puedes resistirte de meterme esto en mi conchita apretada, bebé?"

"No podría si me lo propones, Sue" Le dije mirándola sin creer lo que escuchaba.

Me empujó sobre el piso del lavadero, y sacándose sus shorts y sus bragas, se puso a horcajadas sobre mí y agarrándome del pico, alineó la cabeza con su chochito y bajó sus caderas.

Sentí que se me hundía como en mantequilla caliente. Se estremeció cuando sus nalgas se posaron sobre mis muslos con toda mi vara inserta hasta las bolas en ella.

"¡AAAHHH, BEBÉ. ¡TU PICO SE SIENTE TAN RICO!"

"¡OOOHH, SUE¡ ¡MUEVETE AHORA¡" La insté.

Con sus manos sobre mi torso, comenzó a subir y bajar, al principio lentamente, como tratando de acomodarse a mi grosor. Después de varias subidas y bajadas, comenzó a tomar un ritmo más parejo, moviéndose esta vez, de atrás y hacia adelante, imprimiendo una oscilación enloquecedora de sus caderas.

De vez en cuando bajaba y se apoyaba en mi pecho y me besaba, para luego retomar el ritmo.

En una de sus bajadas se detuvo, haciendo que los músculos de su vagina palpitaran a lo largo de mi verga, y después acercando su cara junto a la mía, me dijo con voz ronca de lascivia.

"Te gusta culearte a tu madrastra, ¿no es cierto, bebé?" Al decirlo, sentí que mi pene saltaba dentro de su concha, que ella respondió con un apretón a su vez.

"Si. ¡No sabes cuánto me gusta culearte, Sue!" y tomándola de las caderas, comencé yo elevarme hacia ella, mientras ella se mantenía en la misma posición para que yo pudiera culearla en esa posición.

A los pocos minutos le grité "¡SUE, ESTOY POR ACABAR!"

"¡SIGUE BEBÉ, YO TAMBIÉN ESTOY A PUNTO! ¡SIGUE, BEBÉ, SIGUE, NO PARES POR FAVOR! "

Sue exhausta, se dejó caer sobre mi mientras yo seguía lanzando dentro de ella, los últimos chorros de semen, y se quedó quieta tratando de recuperar el aliento. "¡Oooh, bebé, estuviste increíble! ¿Cómo podré negarte algo, ahora?"

Sue levantó sus caderas y cuando lo hizo, pude ver el reguero de semen que salía de entre sus hinchados y rosados labios, escurriendo hacia abajo cubriendo la cabeza y deslizándose a lo largo de mi pene, que había ganado firmeza nuevamente.

Ella también observó hacia su entrepierna y mi pene erguido. Me miró con ojos soñadores y me dijo "Lo siento Oscar."

"¿Por qué lo dices?" Pregunte extrañado.

"Porque yo soy adulta, y no debí dejarme llevar por la pasión de esa manera. Eso no es junto para ti" Dijo, quedando de rodillas al lado de mi cuerpo.

"¿Qué quieres decir?" Pregunté sin entender nada.

"Que esto no debiera repetirse. ¿No estás de acuerdo?" A continuación se alzó desde el piso.

"Si es eso es lo que deseas" Dije con voz resignada.

"Si. Eso es lo que deseo por ahora" Me dijo y tomando sus shorts y sus bragas las que dejó en un canasto y salió semidesnuda del lavadero sin más, mientras yo quedaba recostado en el piso, con mi pene erguido, sin saber que iba a pasar conmigo en el futuro.

*****

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3.La venganza de Sue

A partir de la siguiente semana, me di cuenta que todo había comenzado como en el principio. Mi madrastra se conducía por la casa al igual que antes vistiendo ropa provocativa para mí, sabiendo que para ella era lo natural, y yo masturbándome con las imágenes que recreaba en mi mente, de esos momentos inolvidables que había pasado con ella.

Ella había sido muy clara la última vez. Simplemente debía mantener la distancia apropiada con ella. Yo solía pararme en la cocina, después de comer para mirarla mientras ella lavaba los platos en silencio.

Era todo lo que podía hacer, mirarle el trasero y soñar con aquellos momentos en que le había metido mi verga en su trasero redondo. Eran también, los instantes en que me preguntaba de donde sacaba ella esa fuerza de voluntad para no pedirme que me la culeara de nuevo.

Porque hubiera jurado que la había visto sonreír cuando estaba en eso, ella debía haber gozado de esos momentos también. Estar enojada conmigo no ayudaba en nada en resolver lo que yo le había pedido. Todavía no podía entender qué había pasado entre nosotros exactamente. Me sentía totalmente confundido.

Una tarde en que bajé a la cocina, me paré en la puerta y quedé paralizado cuando la encontré limpiando cosas en el mesón central, ¡totalmente desnuda de la cintura hacia abajo!

Iba a acercarme a ella y escuche su firme voz qué me decía sin girarse hacia mí.

"Ni lo pienses, Oscar"

Casi gimoteando le dije "¿Y por qué no llevas calzones, Sue, no sabes que me vuelves loco?"

"Pensé que me ibas a ayudar y estás haciendo las cosas peores"

Ella se inclinó sobre el ventanal que daba a la cocina y dijo "Parece que los vecinos se están mudando".

"¡Sue, te estoy hablando a ti!"

Se volvió hacia mí y me dijo "Tratamos de hacerlo a tu modo. Y mira lo que pasó"

A continuación se levantó la blusa que llevaba y me mostró sus pechos desnudos, diciendo con una sonrisa "Vas a tener que sufrir ahora por todo eso, bebé"

La abracé sin que ella me lo impidiera y le dije casi en un sollozo "Sue, tú no me puedes hacer eso". Lo que no me impidió que palmoteara su trasero.

"¡OSCAR!"

Haciendo caso omiso, comencé a besarla, le tomé sus pechos apretando sus pezones entre mis dedos, mientras apretaba su suave y duro trasero.

Ella cerrando los ojos me dijo "Bebé, que estás haciendo" mientras yo la seguía inundando de besos.

"Es que te deseo tanto, Sue, eres tan increíblemente excitante que no me puedo contener"

Dejó que la besara, metiendo mi lengua y jugando con la de ella. Fue un largo duelo de labios y lengua que me pareció durar una eternidad. Sentí su mano helada por el guante de látex, que había introducido en mi pantalón, para tantear mi erección, que agarró con firmeza, mientras yo seguía besándola. Yo por mi parte tenía mis dedos metido entre sus nalgas, y acariciaba los labios de su vulva que ahora estaba totalmente mojada.

De pronto ella me empujó lejos de ella "¡Oscar, no podemos hacer esto!"

"¡Pero, Sue, me estás torturando!"

"Bueno, tendrás que convivir con ello" Y diciendo eso, salió contoneándose de la cocina.

Me fui a mi dormitorio agarrando mi furiosa erección y grité "¡AAH! Esto es imposible. ¡Cómo se supone que funcione, con ella torturándome así con su delicioso cuerpo todo el tiempo!"

Tomé una foto que le había tomado en la piscina en que se veía increíble y me dije 'Pensar que podría habérmela culeado. Pero no puedo hacerle eso a ella. No otra vez'. Y mientras miraba la foto, me imaginaba que le metía toda esta verga que sostenía en mi mano y me masturbé una vez más.

Esa noche con la ausencia de papá, comimos juntos, en silencio. Me mataba toda la situación, no poder hablarle. Decirle cuánto la amaba. Necesitaba decírselo. Estaba determinado a hacerlo.

Carraspeé para comenzar a hablar.

Ella, sin levantar la vista de su plato me dijo "No, Oscar. Se lo que me vas a decir y eso está mal."

"Todo está mal. Tu no sabes cómo son las cosas. A ti solo te importa lo que sientes."

"Algún día tu lo entenderás y todo esto ya no importará"

Y levantándose de la mesa se giró hacia la salida de la cocina, y agregó "No te molestes en limpiar, deja todo así. Vete a dormir, que mañana debes levantarte temprano para ir a la universidad."

Me quedé con la mente en blanco mientras la veía alejarse por el pasillo.

A la mañana siguiente muy temprano, después de haberme duchado, bajé al primer piso, con mis libros en un brazo y me dirigí a la cocina.

Allí estaba Sue, vestida con sus leggins, estrechos como siempre, que delineaban su cuerpo como un guante frente al mesón de la cocina, preparando algo.

"Sue. Me voy a la universidad. Que tengas un buen día" Le dije girándome hacia la salida.

"Espera"

"¿No vas a comer algo antes de irte?"

"Ahora que lo mencionas..." Dije deteniendo mi marcha y recorriéndola de arriba abajo.

Me acerqué a ella por detrás y le dije al oído "Estaba pensando en servirme algo como... tu delicioso trasero"

"Oscar... ya hemos hablado acerca de eso" Clavando su mirada en mi rostro.

"¿Lo hemos hecho?"

"Si, lo hemos... ¡HECHO!" Dijo alzando la voz en las últimas palabras cuando sintió que le había bajado su pantalón por atrás y había hundido mi cara entre sus nalgas para lamer toda su raja.

Sue se acodó sobre el mesón de la cocina, dejándome que la besuqueara y lamiera su culo y su vulva.

"¡Aaaahh! ¡Oscar...!" Gemía Sue, dejándose hacer.

"Eso fue lo más delicioso como para comenzar el día" Dije levantándome.

"Eso no es un desayuno apropiado, Oscar" Me dijo dándose la vuelta y apoyando su trasero sobre el mesón, sin intentar subirse sus leggins que ahora estaban a medio muslo, dejando a la vista su vulva que chorreaba de mi saliva y seguramente de sus jugos. También tenía arremangada su blusa dejando a mi vista sus pechos que mostraban sus túrgidos pezones oscuros.

"¿Y no me vas a dar un beso de despedida, bebé?" Dijo mientras encaramaba su culo desnudo sobre el mesón.

Me la ponía tiesa cada vez que me decía 'bebé'. Me di vuelta me acerqué a ella y apretándole un pecho con la mano derecha, rodeé su espalda y le di un beso profundo que ella retribuyó abriendo sus labios y metiendo su lengua dentro de mi boca.

Cuando me había acercado a ella, con una habilidad increíble, había abierto mi bragueta y había extraído toda mi verga y ahora la tenía asida por la punta y la guiaba al centro de la entrada de su vulva. Bastó un pequeño empujoncito de mi parte y estuve dentro metiéndole casi la mitad de mi verga. A continuación, Sue levantó sus piernas y me rodeó la cintura con ellas y cruzando sus pies en mi culo, los empujó instándome a que le penetrara más profundo.

Apoyando sus manos sobre el mesón, Sue cerró los ojos y musitó, expeliendo su aliento que había retenido cuando me sintió toda mi verga enterrada hasta el fondo en su vulva, "Huumm, Oscar, no debiéramos estar haciendo esto."

Culeamos por largos minutos hasta que la sentí acabar y yo me apuré para alcanzarla. Nos quedamos abrazados, con mi verga aun palpitante y dura mientras sentía las contracciones de su vulva a mi alrededor.

Cuando la saqué finalmente le dije "Tienes razón".

"¿La tengo?" Me dijo, con sus dos manos sosteniendo mi verga aun dura.

"Si. Esto está mal, Lo siento Sue"

Ella se había agachado frente a mí chupándome y lamiéndome el pico. Cuando verificó que estaba suficientemente limpio, sin levantarse, estiró su mano para tomar la mía, diciéndome "Si, Oscar, esto esta mal. Que te vaya bien en la universidad"

"Chao Sue" y mi mano quedó estirada hasta que ella me soltó, dejándome partir.

****

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