Heterotransexual

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Busqué en el closet de juguetes sexuales un lubricante y varios condones, le entregué uno a Arturo para que lo vistiera y luego llené abundantemente el agujero de Paola. Arturo se acercó por detrás, le pasó el miembro entre las nalgas para llenarlo de lubricante y le pegó un par de veces con su erección

. Ella se abrió las nalgas y su miembro fue directo hasta el fondo entre deliciosos gemidos de placer.

Me hice a un lado para poderlos ver y el morbo era total. Nunca se me va borrar la imagen de las tetas y el miembro de Paola rebotando a causa de las penetraciones de Arturo.

- Ay que rico, culea este hombre

Ella lo miraba por encima del hombro y él le regresaba la sonrisa con una palmada en las nalgas. Me acerqué para besar a Arturo y meter la mano por debajo de Paola para masturbarla y la pobre estaba que se moría.

- Los quiero ver

Se dio la vuelta y se acostó de espaldas a la cama. Arturo la jaló hasta el borde, le levantó las piernas encima de sus hombros, yo agarré su miembro para que pudiera ver por dónde meterlo y después de acomodarlo se lo empezó a meter suavecito y rico. La cara de placer de esa mujer era espectacular, se inclinó un poco hacía adelante y mientras Arturo y yo nos besábamos, ella me succionaba los senos al ritmo de la velocidad que la masturbaba.

Me encantaba verle la cara de morbo a Arturo, estaba encantado con ella y se excitaba aún más cuando yo soltaba su miembro y veía rebotar el miembro de ella al ritmo de sus penetraciones.

Paola se deslizo metiéndose entre mi sexo y me levanto una pierna para que mi vagina quedara sobre su cara. Me encantaba estar frente a frente, compartiendo al fin una persona con mi esposo, dejándonos llevar por la locura y el morbo. Me agarró del cabello, me dio un beso y me separó con fuerza.

- ¿Te lo quieres tragar? --dijo esquivando su mirada al miembro de ella--

- Si, sabes que me encanta

Le agarró el miembro a Paola de la base y le daba duro por el culo mientras que me obligaba a ver como se lo metía. La saliva chorreaba de mi boca, cuando la primera gota cayó sobre su glande me empujo hasta hacerme atragantar. Empujaba detrás de la cabeza contra su miembro para meterlo hasta el fondo de la garganta y a la vez empujaba sus pelvis para obligarla a levantar sus nalgas y se metiera más adentro.

Paola detuvo su ataque a mi sexo, no era capaz de hacer ambas cosas al tiempo. Sus gemidos iban en aumento.

- Ay dios

- Ay diioooosss no paren

- No paren

- Ay dios me muero

- Me mueroooooooooooo

Vi como sus testículos se apretaron y alcancé a sacar su miembro de mi garganta antes de que explotara. Su semen caliente chocó contra mi paladar y mis papilas gustativas sintieron el particular sabor, tragué un poco y me levanté a ver a mi esposo. Él no es asquiento y por lo normal compartimos su semen, pero no sabía cómo iba a reaccionar esta vez. Ni siquiera lo dudo y lo disfrutamos tanto que terminamos viniendo al mismo tiempo.

Me bajé encima de la cara de ella, le di una última chupada a su miembro, mientras observaba cómo Arturo se lo sacaba del culo. Subí rápido hasta

su cara y la llené de besos compartiendo lo poco que había quedado del sabor de su orgasmo y probar de sus labios el mío.

- Ay dios, ustedes son terribles

- Apenas comienza la noche mamacita

---

Nos relajamos un rato acostados en la cama completamente desnudos, sin pudor alguno o muestras de arrepentimiento. Ya no era para nada incómodo tenerla entre nosotros porque dejó de ser un título: él, ella o la chica trans, dejamos de verla de la forma en que nos encasilla la sociedad. Ella era simplemente otra persona que también sueña y disfruta de su sexualidad.

Comimos, bebimos, nos inundamos de energizantes y fumamos hierba hasta el descontrol.

Nos metimos a bañar y relajarnos un rato en el Jacuzzi, metía mis manos por debajo de las burbujas y los masturbaba al tiempo mientras se besaban y

mi esposo le acariciaba los senos.

- Mamacita, que sexy eres --le decía--

- Ven acá

Arturo abrió un condón, ella levantó las caderas para que saliera del agua y mi esposo lo vistió con un preservativo, por un segundó pensé que se iba a animar a darle una mamada, pero solo se corrió al otro extremo de la bañera tomó una copa y se acomodó para ver cómo nos comíamos.

Me lo monté a horcajadas, me lo metió suavecito y gentil mientras. No podía ser más perfecto sentir la delicadeza de los besos de una mujer y el roce de nuestros senos con el agua jabonosa. Ella miraba a Arturo, me levantaba y me separaba las nalgas cuando salían del agua.

Mi esposo no tardó en llegar, sentí sus besos en mi cuello, sus caricias en mi cuerpo y Paola guiando su miembro hacía mi trasero. Sentir entrar y salir de sus miembros me llevó al cielo, era la primera vez que vivía algo así, me encantaba esa sensación de estar entre la delicadeza y sensualidades de Paola y la rudeza y masculinidad de Arturo. Perdí la cuenta de cuantas veces me hicieron venir.

Les tuve que pedir tregua o me iba a desmayar, nos acostamos entre las burbujas respirando agitadamente y nos mirábamos muertos de la risa sin decirnos nada. Ellos al parecer no se habían podido venir de nuevo, pero sabía la forma perfecta en que lo podía hacer llegar. Me levanté de la tina, lo invité a salir y le arranqué el preservativo.

- Te quiero sentir adentro

Un lujo que si me pudiera dar con ella también habría querido disfrutar, pero sin protección es algo que solo hago con mi esposo. Me acomodé en cuatro en la cama y él se hizo detrás jugando con su glande separando mis labios hasta humedecerlo con mis fluidos.

- Ya amor, métemelo

Me torturo varias, veces y me hizo suplicarle hasta que al fin sentí su rigidez en mi sexo y su glande llenando mi placer al rozar mi zona erógena al entrar y salir. Ella seguía en la tina viendo el show desde la distancia y con mi dedo índice le pedí que se acercara.

Se levantó, siguiendo el mismo rastro mojado que habíamos dejado prestando atención a no resbalarse, se hizo de frente, le arranqué el condón y me apoderé de su miembro con mi boca. Ay dios, que morbo, que placer, sentir que uno lo sacaba mientras el otro lo metía. Mi cabeza ya pensaba otras locuras, la atraje hacía mí levantando el cuerpo y me la comía desesperadamente a besos.

- ¿Le chuparías el culito a mi esposo? eso le encanta

- ¿Quieres? --preguntó dirigiéndose a Arturo--

Confirmó afirmando con la cabeza sin mediar palabra. Ella se acomodó detrás, apretando sus senos contra su espalda y obviamente su miembro entre sus

nalgas, besando su cuello, su espalda, acariciando sus pectorales y llegando hasta sus nalgas.

- Yo encantada

Se hizo de rodillas, le separó las nalgas y trató de meterse, pero no era capaz de llegar hasta donde quería. Le hizo subir una pierna a la cama y empezó a darle lametazos desde las bolas hasta su asterisco. Me encanta como resopla entre gemidos cuando le hago lo mismo.

Ella jugueteaba con su lengua en su trasero, dando vueltas en círculos, moviendo la punta tan rápido como podía y yo podía sentir cuánto disfrutaba por la dureza de su miembro en mi interior. La miraba a ella entre mis senos que no dejaban de moverse apuntando hacia la cama y ella se reía haciéndome muecas como si le fuera a meter un dedo. Se estiró para alcanzar un condón y todo mi cuerpo se estremeció al pensar en la posibilidad de que Arturo aceptara.

Se acomodó boca abajo entre los dos, se pesaba entre mi sexo y sus bolas, nos separaba un poco y chupaba su miembro mientras él me metía solo el

glande. Una vez más, no pude aguantar el orgasmo y exploté.

- Eres adictiva, corazón

Subió por mi vientre llenándome de besos, metiendo mis pezones en su boca, mordisqueando, pasando por mis clavículas, mi cuello hasta capturar mis

labios. Ella frotaba su miembro contra el de Arturo y luego lo subía hasta mi clítoris.

- Me van a matar

- No amor, esto te va matar

Arturo le abrió paso para que ella lo metiera, lo sacaba y volvía a entrar Arturo. Uno entra otro sale de mi vagina y cuando se encuentran me vuelven nada. Hay momentos en los que me muevo y sin querer sus miembros terminan adentro al tiempo. Arqueo la espalda, enrollo los ojos hacía atrás de placer y aprieto mis puños en las sábanas.

- Ahora si me voy a morir --grité--

Sentir ese roce, esa presión, tu vagina estirada al límite al tenerlos los dos en el mismo agujero me hace desfallecer. Suelto mis manos, caigo con la

cara sobre su hombro, mirando al colchón, gimiendo sin control. Ella me lleva las manos a la espalda y mi esposo las agarra con una de sus manos para que no me mueva.

- Quiero que se lo metas --solo el morbo de decirlo me hace venir-- por favor --gimo en su oído mordiendo su pabellón--

- Eso no lo decido yo --con tono romántico y provocativo--

Se que ellos se estaban mirando a los ojos, no podía verlos, pero sé que hubo un momento de tensión, provocación, coqueteo y sonrisas en ese instante. Paola sacó su miembro de mi interior y Arturo arremetió con el suyo queriendo demostrar que era el único dueño. Su glande me acarició entre los labios, lo empujo contra mi clítoris hasta hacerme gritar y cuando lo tuvo embadurnado con mis fluidos paso directo a masajear en medio de sus testículos.

Levanté mis caderas un poco para ayudarlos a que pasara más atrás. Arturo me apretaba las manos y se impulsaba hacía adelante y al regresar hacía atrás gemía al sentir su miembro pasar entre sus nalgas. Levanté la cara para mirar a Paola y su sonrisa me confirmó que algo estaba pasando.

Ella se deslizó un poco más abajo, chupando mi cuello como un vampiro. Esperó pacientemente a que Arturo fuera el que decidiera qué hacer con lo que le ofrecía.

- Es delicioso amor, inténtalo --grité con desespero--

En vez de dejar pasar de largo su miembro, empezó a jugar con la presión que ejercía en su asterisco y más me apretaba las manos. Paola me hizo saber que ya había entrado porque me mordió el cuello dejando las marcas de sus dientes y las sábanas mojadas por mi fuerte orgasmo.

El sonido de su cuerpo chocando contra mis nalgas y el movimiento de Paola levantando su pelvis era mágico, los tres gemíamos perdidos en una nube de placer. Arturo no tardó en castigarme de vuelta, con una mano sostenía las mías detrás de la espalda y estiró la otra para meter su pulgar en la boca a Paola para que se lo llenara de saliva. Me separó las nalgas escupió y me metió ese dedo agarrándose con sus otros dedos de mi cadera. Me levantaba el cuerpo usando su pulgar como un gancho para indicar la velocidad a la que quería que me moviera.

Paola empezó a mordisquear mis senos y a chuparlos dejando las mismas marcas que había dejado en mi cuello. Arturo me lo metía durísimo hasta el fondo y de vuelta se dejaba caer disfrutando de toda la longitud del miembro de Paola.

Como la reacción en cadena de una bomba nuclear Paola liberó su orgasmo en el culo de mi esposo y él no tarado en llenar mi sexo con su tibio liquido blanco que me hizo temblar y explotar por última vez mientras mi cuerpo se retorcía y temblaba sin control.

Los tres caímos tendidos en la cama muertos de risa y placer. Agotados no tardamos en caer dormidos.

---

Al otro día cuando despertamos, Paola ya no estaba. Nos dejó una linda nota agradeciendo por la hermosa velada. Tratamos de volver al mismo bar a buscarla y repetir la experiencia, pero al parecer solo había estado de visita por una noche en la ciudad y nunca más la volvimos a ver.

Ella marcó un antes y un después en nuestra relación. En mi caso ya no me importa si es una mujer o un hombre quien nos acompaña, me importa más la persona y lo que transmite. Arturo pese a lo que vivimos y a que lo disfrutó, prefiere las mujeres y aunque cuando hacemos trios con otros hombres lo he convencido de dejar que se lo mamen o de darles por el culo, solo lo hace para complacerme, pero me ha dicho hasta en sano juicio que si Paola llega a aparecer encantado repetiría la experiencia y hasta sería capaz de darle una buena mamada entre los dos.

No juzgar es la clave, porque igual todos tenemos nuestros deseos oscuros reprimidos.

Nuestro matrimonio subió a otro nivel, sin que lo que hagamos dicte nuestro camino, sin que nos etiquete como hetero, gay, lesbiana o bisexual. Simplemente somos Lina y Arturo, un par de esposos que cuando se antojan de algo lo prueban y si les gusta lo repiten.

Cada pareja es diferente, pero para nosotros no existe una experiencia igual a ese día en el que logras tener la confianza con tu pareja de compartir con una hermosa chica trans. En fin --profundo suspiro-- qué locura de noche. Espero y les deseo de corazón que algún día puedan vivir algo igual o aún mejor.

Donde quiera que estes Paola, gracias.

---

Escrito: Natasha

Edición: Agata

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