La MILF más Deseada 11

Historia Información
Capítulo 11.
8.1k palabras
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Parte 11 de la serie de 18 partes

Actualizado 06/10/2023
Creado 08/05/2020
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Nokomi
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Desde la última sesión de fotos con Lautaro, a Julián le costó armarse de valor para seguir adelante con el proyecto. Tuvo que abandonar las absurdas fantasías de tener "jueguitos íntimos" con su madre, y centrarse en la verdadera razón por la que habían puesto en marcha este emprendimiento: el dinero.

De momento estaban bien económicamente, los pagos seguían llegando; pero él era consciente de que si no continuaban produciendo material de calidad, se quedarían en bancarrota en poco tiempo. Tenía un trabajo excelente, y no podía perderlo por culpa de sus actitudes infantiles y egoístas.

Contactó con la agencia alemana, les envió un nuevo pack de fotos, en las que ya se podía ver a Diana teniendo sexo con Lautaro. Además encargó un nuevo conjunto erótico para su madre. Luego de intercambiar varios mensajes con los alemanes, supo cuál debía ser su siguiente paso.

Fue en busca de su madre. Eran casi las once de la mañana y Julián se dio cuenta de que no la había visto en el transcurso del día. Si bien Diana ya no tenía un trabajo con un horario fijo, no acostumbraba levantarse tan tarde. A ella le gustaba aprovechar la mañana para tomar tranquila su desayuno, y luego ponerse con los quehaceres domésticos. Si no tenía nada para hacer, no desperdiciaba las horas durmiendo; prefería mirar alguna serie en Netflix o leer un libro.

Preocupado, Julián se acercó al cuarto de su madre.

—Mamá, soy yo —dijo, dando dos golpecitos a la puerta. No hubo respuesta—. Mamá... ¿estás despierta? —Volvió a golpear—. ¡Mamá!

Al no escuchar nada, abrió la puerta. En la penumbra pudo divisar a su madre durmiendo boca abajo, estaba completamente desnuda. Encendió la luz. La melena rubia, que cubría buena parte de las almohadas, brilló con intensidad. Las grandes nalgas de Diana sobresalían, como una montaña en una llanura. El chico admiró los gajos vaginales de su madre, que eran completamente visibles, gracias a la separación de sus piernas. Sintió un cosquilleo agradable en la punta de su verga.

—Mamá —dijo, sin levantar demasiado la voz.

Diana contestó con un quejido somnoliento.

—Mamá, despertate... ya son las once —Julián hizo memoria, su madre había salido durante el día anterior, pero volvió temprano. Lo supo porque encontró su juego de llaves, en el lugar en que ella siempre las dejaba—. ¡Mamá!

—¿Eh? ¿Eh? ¿Qué pasa? —Diana dio media vuelta e intentó fijar la vista en ese hombre que estaba parado al borde de la cama. No sintió miedo, porque lo reconoció de inmediato—. ¿Qué mierda querés, Julián? ¡Estoy durmiendo!

—Ya sé, pero son las once de la mañana... ¿a qué hora te acostaste?

—¿Eh? ¿Las once? ¿Ya?

—Sí...

—Uf... —Diana se sentó en la cama. Su rostro mostraba claros signos de haber dormido demasiado. Ya no se parecía tanto a la bella y radiante rubia de las fotos que llegaban a Alemania, pero a más de uno se le hubiera parado el corazón al verla desnuda. Julián admiró cómo se balanceaban esas grandes tetas—. ¡Dormí como doce horas! Me duele la cabeza...

—Y sí... si dormiste tanto, es lógico que te duela la cabeza. ¿Qué te pasó? ¿Por qué andabas con tanto sueño? ¿No habrás estado tomando mucho whisky? —Julián preguntó esto luego de ver el vaso ancho que estaba sobre la mesa de luz, totalmente vacío.

—No, la verdad es que no tomé mucho... solamente un vasito...

—Mmmm... ¿segura?

—Sí, Julián... no soy una alcohólica. Me gusta tomarme un vaso de whisky de vez en cuando. Anoche tomé uno, eso fue todo... no me andes interrogando como si yo fuera una criminal.

—No te estoy interrogando, mamá. Solamente estoy preocupado. Vos nunca dormís tanto.

—No sé... tal vez no me sentía muy bien anímicamente... pero no tenés que preocuparte. Estoy bien. ¿Pasó algo, o sólo me despertaste porque era tarde?

—Te desperté porque ya era tarde. Además te quería comentar que a los alemanes les encantó el pack que le mandé... me refiero a las de la sesión con Lautaro. Tenemos fotos como para mandar al menos dos packs más... tal vez tres.

—¡Qué bueno! —Exclamó, mientra se restregaba los ojos con el dorso de la mano—. Espero que nos paguen bien.

—Sí, pero te tengo otra buena noticia... bah, en realidad son dos.

Julián todavía se sentía mal por la discusión que tuvo con su madre, luego de la segunda sesión de fotos con Lautaro. Reconocía que se había comportado como un idiota al pedirle al modelo que se marchara tan pronto. Podrían haber aprovechado mejor el día, y ahora tendría material suficiente para dos o tres packs más. Se esmeró para arreglar la situación, y esperaba poder demostrarle a su madre que estaba comprometido con el negocio.

—¿Qué sorpresas? —Preguntó Diana. Esta vez se frotó los ojos con la yema de sus dedos, como si con eso pudiera alejar el dolor de cabeza.

—No parecés muy alegre... antes, cada vez que venía con buenas noticias, te brillaban los ojos. Bueno, no importa. Lo primero es que ya te pedí un nuevo conjunto de ropa interior, imagino que te va a gustar mucho. Es un corsé blanco, con medias de...

—Ah, qué bueno. ¿Y qué más?

Julián se detuvo en seco. Por lo general a su madre le alegraba mucho recibir ese tipo de conjuntos. La miró durante unos segundos, pero ella no dijo nada.

—Em bueno... lo otro es todavía más importante. Hice un trato con los alemanes, que nos podría dejar muy buenas ganancias. Tal vez las mejores hasta el momento.

—¿Qué, de verdad? —Esta vez Diana pareció alegrarse un poco más, y eso entusiasmó a Julián.

—Sí, de verdad. Es un trato genial. Como me comprometí a hacerlo, incluso dijeron que nos pagarían una parte por adelantado.

—¿Otra vez haciendo compromisos antes de consultarme?

—Sí, pero, mamá... éste te va a encantar. Como la pasaste tan bien con Lautaro, imaginé que podríamos aprovechar eso. Esta vez no les vamos a mandar una foto tuya... vamos a hacer un video.

—¿Qué? ¿Un video de qué?

—Un video tuyo jugando al Scrabble... ¿de qué va a ser mamá? ¡Un video porno! Pero no te preocupes, tampoco es que tengamos que hacer una película... es sólo un pequeño video, en el que vos le estarías chupando la verga a Lautaro. Pidieron que sea, al menos, de veinte minutos de duración y...

—Esperá... ¿con Lautaro?

—Sí, ¿con quién más? —Julián notó cómo los ojos de su madre se abrían mucho—. ¿Viste? Yo sabía que la idea te iba a encantar. Sé que Lautaro te gustó mucho, eso se notó. Puede que yo me haya puesto un poquito celoso, y pido perdón por eso... pero ahora tenés la chance de hacer un video con él, y vas a poder lucir todos tus dotes sexuales.

—¡Ay, me vas a querer matar! —Exclamó Diana, cubriéndose la boca con una mano.

—¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿No me vas a decir que no te animás a filmar un video, después de todo lo que hiciste con Lautaro?

—No, no... no es eso. Sí me animo... el problema es que... arruiné todo... con Lautaro.

Esta vez fue Julián quien abrió mucho los ojos.

—¿Qué cagada te mandaste, mamá?

—No me retes... —Por primera vez en su vida Diana sintió que los roles con su hijo se habían invertido. Siempre había sido ella la de mayor autoridad, la que retaba a Julián si se mandaba una macana. Pero ahora era ella la que se sentía culpable y tenía miedo de recibir algún castigo por su comportamiento—. Fui a ver a Lautaro... es que ese tipo me encantó. Es tan hermoso... y llegó en un momento de mi vida en el que yo estaba dispuesta a soltarme sexualmente. Quería dejar de reprimirme, como lo hice durante tantos años. Con él me pude liberar completamente. Tenía ganas de salir a pasear con Lautaro, conocerlo un poco mejor... pero fui una boluda. Todo salió mal. Resulta que él es gay, y no le interesan las mujeres; para nada. Quedé como una idiota... fue uno de los momentos más humillantes de mi vida. No sabía con qué cara mirarlo. Por eso llegué a casa, me tomé un whisky, y me dormí... no quería despertarme. Por eso estuve durmiendo tantas horas. Me siento muy mal por lo que pasó ayer con él... y ahora vos me venís con esto.

Julián permaneció en silencio, mirando fijamente hacia los ojos de su madre. Su mente intentaba procesar todo lo que ella había dicho, y las consecuencias que ésto les traería.

—No te lo puedo creer —dijo, luego de unos segundos—. Teníamos el negocio perfecto... todo iba cada vez mejor... y....

—Perdón... fui una boluda.

—No... no... ¿perdón por qué? O sea... no creo que hayas hecho nada malo. Vos no sabías que el tipo era gay... yo tampoco. Es más, si me hubieras preguntado si vos tenías chances con él, te hubiera dicho que sí, totalmente. Me dio la impresión de que vos al tipo le calentabas mucho. Desde el primer día te trató muy bien. La segunda vez lo hiciste acabar enseguida.

—Sí... y ahora, sabiendo que él es gay, pienso en ese momento y me siento todavía más culpable. Me porté como una puta...

—Y yo como un boludo, porque le dije que se fuera. No sé... me sentí mal al verte con él, qué se yo...

—Te pusiste celoso. Eso lo entiendo. Soy tu mamá... no debió ser fácil para vos verme en esa situación. Me dejé llevar mucho por mis impulsos. Siendo honesta, yo ni siquiera estaba pensando en el trabajo, mi única finalidad era tener sexo con ese tipo. Me puse como loca cuando lo vi... es que... no sabés los años que llevaba sin que me dieran una buena cogida. Lo necesitaba, me da un poco de vergüenza admitirlo, pero es la verdad. Necesitaba que me metieran una buena pija. Y por esa desesperación, arruiné todo.

—No te sientas mal, mamá... es una lástima que ya no podamos trabajar con Lautaro, era un excelente modelo. Pero al menos la pasaste bien con él. Eso no lo podés negar.

Diana sonrió.

—Sí, eso es muy cierto. No lo puedo negar. Con él me saqué un poco las ganas. Pero, volviendo a la realidad, tenemos que seguir generando dinero. ¿Ahora qué vamos a hacer? ¿Hay posibilidades de contratar otro modelo?

—No... o sea, sí... pero nos saldría tres o cuatro veces más caro. Porque el único modelo que ellos tenían disponible en esta ciudad era Lautaro. Y estos alemanes no contratan a cualquiera. Vos ya viste cómo era ese tipo. Se notaba que era un modelo profesional, de buena calidad.

—Sí... pero nunca se quejaron de tus fotos... me refiero a las fotos en las que aparece tu verga.

—Bueno, es que ellos dijeron que ese modelo (no saben que soy yo) tenía buenos... atributos.

Diana soltó una risita, que contrastó con su mal humor.

—Básicamente te dijeron que tenés la verga grande, y eso es bueno para el negocio.

—Sí, puede ser... —Julián estaba un poco avergonzado.

La rubia hizo una pausa de unos pocos segundos, luego miró a su hijo, diciendo:

—Qué raro que no me hayas planteado la única alternativa posible que tenemos para salir del paso.

—¿Qué alternativa? Ellos nos van a pagar por un video... y ahora nos quedamos sin Lautaro.

—Está bien, no lo digas. Creo que ya tomaste la iniciativa muchas veces, y buscaste soluciones para las dificultades que tuvimos. Esta vez me toca a mí hacerlo. No me gusta un carajo hacerlo así... pero ya te comprometiste, van a pagar mucho, y además por adelantado. No soy tonta, por más que nos esté yendo bien con las fotos, de vez en cuando tenemos que mandar algo de material nuevo. La única alternativa que tenemos es hacer el video juntos. Vos y yo. Como cuando hicimos las fotos... pero con más movimiento.

—¿Estás segura? Mirá que.... es un video... o sea, en las fotos podías disimular un poco. Porque no se ve el movimiento... pero en el video...

—Sí, ya sé... en el video tiene que parecer algo real. Pero tenemos que hacerlo, nos guste o no. De verdad que no me agrada la alternativa. Me costó acostumbrarme a tener tu verga en la boca, y sé lo que eso genera en mí. De a ratitos me puede parecer un poco morboso, pero después... en frío... empieza a parecerme una locura. Pero a ésta locura ya la empezamos hace rato, y nos está rindiendo muy bien, económicamente. No podemos tirar la toalla ahora. Me mandé una cagada con Lautaro, y es por mi culpa que hay que hacerlo de esta manera... me la tengo que bancar. No me queda otra. ¿Vos estás dispuesto a intentarlo?

Julián sintió cómo todas esas absurdas fantasías que tenía en mente, volvían a cobrar vida, y ahora brillaban más que nunca. Le causaba un morbo increíble que su madre posara con su verga en la boca... y no podía siquiera adivinar todo lo que le produciría hacer un video porno con ella.

—Sí, yo estoy dispuesto —dijo, sin dudarlo.

—Bien, entonces... ¿cuándo lo vamos a hacer? Hoy no, porque no estoy de ánimo para nada...

—Lo vamos a hacer cuando llegue el nuevo conjunto de ropa interior. Parte del contrato dice que tenés que usar eso.

—Bien, eso al menos me da unos días para concientizarme un poco. Aunque creo que daría lo mismo tener un día que un año... no va a ser fácil. Bueno, voy al baño, a lavarme un poco la cara... ya vengo.

Diana salió de la habitación durante unos minutos, y regresó mucho más fresca y vigorizada. Encontró a su hijo sentado en la cama; su mirada se cruzó con el bulto del pantalón, era evidente que al chico se le estaba poniendo dura. La rubia se miró a sí misma y entendió bien por qué—. Veo que se te despertó el amiguito.

—Em... sí, perdón... es que...

—Es que nada, sonso. Ya aclaramos este asunto. Vos no podés evitar excitarte al ver una mujer desnuda, y ¿sabés qué? Me alegra mucho saber que todavía sigo causándote ese impacto. —Ella subió a la cama con una gracia felina, caminó en cuatro patas, y sus grandes pechos colgaban y se balanceaban hipnóticamente—. Después de lo que pasó con Lautaro, me hace sentir bien saber que alguien se le para la verga al verme. —Ella se sentó al lado de Julián, los ojos del chico fueron directamente hacia la concha perfectamente depilada—. ¿Andás con ganas de tocarte un rato?

—¿Eso te molestaría?

—No, al contrario. Me ayudaría a distraerme un poco... me vendría bien sentirme linda, y admirada... aunque sea por vos.

—¿Aunque sea yo? Eso no sé si tomarlo como algo bueno o algo malo.

—Tarado... —le dio un golpecito en la pierna—. No lo digo porque vos seas poca cosa, sino porque sos mi hijo. Pero también sos hombre, y se te para la verga al verme desnuda. Me está gustando cada vez más eso. Seré tu madre, pero me gusta saber que te calentás con mi cuerpo, que te gusta lo que ves. —Ella se agarró las tetas y las levantó—. Me agrada saber que fantaseás con cogerte a una mujer que tenga un cuerpo como el mío. ¿Te cogerías a una veterana como tu mamá? —Ella bajó una de sus manos, hasta encontrarse con el bulto, lo acarició suavemente, sintiendo cómo el pene se despertaba cada vez más.

—Por supuesto... si está tan buena como vos, me encantaría. Además ya tuve experiencias con chicas de mi edad, y después de verte coger con Lautaro me di cuenta que vos tenés más experiencia... me da mucha curiosidad coger con una mujer hermosa y experimentada.

—Me gustaría tener más experiencia... pero bueno, vos ya conocés mi historia. No me la puedo dar de santa... me cogieron de lo lindo... con el Tano aprendí a coger, y cuando me viste con Lautaro, puse en práctica mucho de lo aprendido. Sé que esto puede sonar terrible... pero ahora, viendo todo en retrospectiva, cómo me encanta haberlo hecho bien cornudo a tu papá, y tener un tipo bien pijudo que me cogía todas las tardes. —Ella siguió acariciando el bulto, esta vez ejerciendo más presión. Julián no dijo nada—. Ese sí que me cogía bien, no como tu papá, que la tenía medio chica... y además acababa enseguida. El Tano, en cambio, me clavaba la pija y no me la sacaba hasta dejarme la concha bien abierta. Nunca le pude contar a nadie estas cosas... porque me daba miedo de que pensaran mal de mí... porque no tengo excusas; por más que yo a veces intente convencerme de que sí. Me porté como una hija de puta con papá... y lo peor de todo es que lo disfruté... bah, no, creo que incluso es peor decir que no me arrepiento de haberme portado así. Me encantó... y si él aún estuviera vivo, tal vez lo haría otra vez. No porque no lo ame, al contrario... siempre lo amé mucho. Es por el inmenso morbo que me daba ponerle los cuernos de esa manera, con un tipo que me cogía mucho mejor que él.

El pecho de Julián palpitaba tanto como su verga. Por más que no quisiera reconocerlo verbalmente, lo que su madre le contaba le estaba afectando de dos formas contradictorias. Por un lado sentía la excitación de escucharla hablar de una forma tan sexualmente explícita; por el otro sentía cierto rencor hacia ella, y un poco de celos hacia el Tano. Él había amado a su padre, y por más que le hubiera dicho a su madre que no le importaba que ella lo hubiera engañado... el tiempo que tuvo para procesar la información hizo que esta noticia le pesara más. Ahora Diana estaba admitiendo que hasta disfrutó poniéndole los cuernos a su marido. Le hubiera gustado que ella mostrara un poco de arrepentimiento, como la última vez que hablaron del tema; pero parecía que esa culpa se había disipado completamente.

—¿Querés que te siga contando, o te estoy poniendo incómodo? —Preguntó la rubia, arrancando a Julián de sus pensamientos.

El chico se debatió entre las dos posibilidades que tenía. Decirle a su madre que no hablara más de ese asunto tal vez sería lo mejor para su mente; así no seguiría aportando humillación a la memoria de su padre. Sin embargo la curiosidad y el morbo le decían que valía la pena correr el riesgo. Ésta era una oportunidad inmejorable para conocer los secretos más oscuros de su madre, y si no la aprovechaba ahora, corría el riesgo de que algo así no volviera a repetirse.

—No me pone incómodo —mintió—. Seguí contándome.

—¿Estás seguro? Porque no quiero que esto empeore la imagen que tenés de mí. Desde ya te advierto que fui muy cruel con tu papá, y no sólo por meterle los cuernos, sino por las cosas que le hice. Por aquella época estaba como drogada por el morbo que me producía la situación, y no podía detenerme. Hice muchas locuras. Algunas de las cosas que tengo para contar podrían provocar que te enojes conmigo.

—No me voy a enojar, lo prometo. Quiero saber todo lo que hiciste. Al fin y al cabo, vos lo disfrutaste, y me alegro por eso. —Esa era una verdad a medias. Sí le ponía contento saber que su madre había disfrutado de aquellas experiencias sexuales, y al mismo tiempo le daba morbo; pero por otra parte podía sentir la bronca que hubiera sentido su padre de enterarse del asunto. Sin embargo se mantuvo firme en su postura—. Me intriga mucho saber qué cosas le hiciste, y te repito, no me voy a enojar con vos. Papá murió feliz, de haber pasado una vida junto a vos, y eso nada lo puede cambiar. Él nunca se enteró de que lo engañabas.

—Tal vez nunca lo confirmó, pero le di muchos motivos para sospechar de eso.

Esto fue como una puntada en el costado, para Julián. Hubiera preferido saber que su padre abandonó este mundo sin sospechar de la traición de su esposa. Pero ya era demasiado tarde, Julián no podía hacer nada para cambiarlo.

—Bueno, no importa —dijo, aunque sí importaba—. Vos contame igual, y no omitas detalles.

Diana metió la mano dentro del pantalón de su hijo y le agarró la verga. Le encantó sentir la suavidad y la tibieza de la piel del pene. Lo liberó de su prisión, y comenzó a masturbarlo lentamente. Con la otra mano se acarició la concha, los dedos se le humedecieron. Su cuerpo se acaloró, y los pezones se le pusieron duros. Todos los recuerdos que le inundaban la mente la estaban excitando tanto como tener esa gran verga entre sus dedos.

—Al principio de mi relación con el Tano, me daba mucho miedo que él viniera a casa... a pesar de que tu padre trabajaba en un horario específico, y siempre volvía a la misma hora; cabía la posibilidad de que llegara antes, de imprevisto. No pasó ni una semana de mi amorío con el Tano, que ya estaba absolutamente convencida de que ese riesgo me excitaba más. Mientras el tano me tenía contra el sofá, pegándome una cogida tremenda, yo pensaba: "Ahora mismo vuelve mi marido, y ve cómo me están garchando, como a una puta". Por eso mismo yo prefería hacerlo en el living... era más arriesgado. A tu padre le tomaría menos tiempo encontrarme, si llegaba a la casa. Sin embargo a veces también lo hacíamos en esta misma pieza. Me gustaba que tu padre se acostara a la noche en la misma cama en la que a mí me habían estado metiendo la pija durante toda la mañana.

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