La MILF más Deseada 11

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Diana extendió el video tanto como pudo, siguiendo con las lamidas, pero el pene de su hijo fue perdiendo rigidez. Cuando se dio cuenta de que la tarea era inútil, sonrió a la cámara, aún con semen en el rostro. Julián dio por finalizada la grabación.

—¡Uf, eso fue intenso! —Dijo el chico.

—¿Cuánto llegamos a grabar?

—Un poco más de dieciséis minutos.

—¿Los alemanes van a aceptar el video?

—Yo creo que sí... dura menos de lo que pidieron, pero cuando lo vean, se van a volver locos. ¡Te luciste, mamá! Eso fue espectacular.

—¿Y te gustó?

—Em... sí... supongo.

—Dale, decime la verdad... haceme sentir bien. ¿Soy buena petera?

—Sos la mejor que conocí en mi vida.

—¡Ay, gracias! Me pone contenta que nos tengamos tanta confianza... y me gustó mucho la forma en la que buscaste calentarme.

—Pensé que te iba a molestar...

—No, para nada. Es más... de ahora en adelante deberías hacerlo cada vez que vayamos a grabar, o a sacar fotos.

—¿Me estás dando permiso?

—Te estoy diciendo que no necesitás permiso. Hacelo cuando consideres que es necesario. A mí no me va a molestar, para nada. Ya somos grandes, y entendemos que nuestro trabajo tiene que ver con el sexo, y con la confianza. Así que vamos a dar un paso más, para que nuestra "relación laboral" mejore.

—Eso me parece interesante.

—Y, por cierto... chuparte la pija no me pareció tan difícil como imaginé. Es algo que no puedo hacer en frío... pero si ya estoy bien caliente, te la chupo.

—Eso nos va a venir bien, para futuros videos como éste.

—Em... no hablaba de los videos. —Diana comenzó a limpiarse el semen con una servilleta de papel—. Te voy a proponer algo... algo que nos va a hacer bien a los dos. Sé que es una locura, sé que sos mi hijo y que está mal. Pero también sabemos que nuestra situación es bastante peculiar. A mí me gusta chupar pijas, lo admito... me vuelve loca. Vos tenés una pija hermosa. De tanto editar fotos y videos porno, seguramente terminarás con la pija dura en más de una ocasión... haciéndote la paja. Para que nuestra relación se torne aún de más confianza, estoy dispuesta a aceptar algo que, en otro contexto, me parecería una absoluta locura. Cuando vos andes con la pija dura, yo te puedo hacer un pete. ¿Qué te parece?

—¿Estás segura, mamá?

—No, para nada. Esto es algo que digo ahora... y espero no arrepentirme más tarde. Pero si funciona, nos va a venir bien a los dos. Mientras sigamos siendo socios, podemos ayudarnos con eso. A mí me calienta chupar pijas, a vos te gusta que te la chupen. Es un trato justo. Y mirá que yo no tengo ningún problema en comerme una pija dos o tres veces en un día. Al contrario... ¡me encanta! Quiero volver a mis tiempos en los que andaba de petera, casi todos los días. Quiero chupar mucha pija. Además, con los petes, te voy a entrenar para que aguantes más... ya tenés un buen aguante, casi que llegamos a los veinte minutos. Pero todavía podés mejorar más.

—Pero... me dijiste que si estás fría, no te animarías a chuparla.

—Sí, y lo dije en serio. Ahí es donde entra tu parte en todo este asunto... si querés un pete... primero me vas a tener que calentar. ¡Tampoco te zarpes mucho! No te olvides de que soy tu mamá...

—Eso no me lo puedo olvidar nunca.

—Mejor... pero, unas arrimaditas no hacen ningún daño. ¿Cierto? También me dejo toquetear la concha... incluso me podés colar los dedos. Me podés chupar las tetas... me podés pasar la pija por la cara... por la concha... en fin, haceme lo que quieras, siempre y cuando no me metas la verga ¿Está claro?

—Clarísimo —dijo Julián, con una gran sonrisa.

—Por cierto... ¿andás con ganas de chuparme la concha?

—¿Eso también lo puedo hacer?

—¡Claro! Las chupadas están totalmente permitidas. Yo quiero ver cómo te calentás con la concha de mami —dijo, guiñando un ojo—. Sé que te gusta. ¡Las pajas que te habrás hecho pensando en mi concha! Quiero que la empieces a conocer desde más cerca.

Diana dio la vuelta y se inclinó hacia adelante, dejando las piernas bien estiradas, y separadas. Abrió sus nalgas con ambas manos.

—Dale —dijo la rubia—. Empezá a chupar, que estoy re caliente. Tu pija me vuelve loca.

Julián no perdió el tiempo, se puso de rodillas, con la cara entre las nalgas de su madre, y empezó a chuparle la concha. No era ningún experto en la materia, pero luego de la propuesta de Diana, sabía que tendría muchas oportunidades para practicar. Le encantó el sabor, entre dulce y salado, de los jugos vaginales. Le fascinaba pensar que miles de hombres fantaseaban con la concha de esa MILF, pero él era el gran afortunado que podía chuparla, lamerla, saborearla. Diana empezó a gemir, sin ningún tipo de disimulo, y se masturbó, para acompañar las lamidas de su hijo. Aún le daban vuelta por la cabeza las palabras que había dicho... esa propuesta todavía le parecía una locura, pero estaba dispuesta a hacer el mayor esfuerzo, para mantenerla en pie. Si pretendía seguir viviendo como modelo porno, entonces debía hacer sacrificios.

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