Exámenes Laborales

- Ya me empezaste a caer bien

Claudia escogió el circuito de La Sierra, una que nos encantaba jugar y se sabía de memoria. Adiviné sus intenciones de tomar ventaja, pero Luisa ya me había demostrado que no era ninguna oveja mansa.

De inicio a fin se dieron guerra, se lanzaban miradas maliciosas cuando alguna aprovechaba alguna curva para meterse a las malas y sacar a la otra de la línea. Luisa siempre usaba la misma estrategia apoyándose en la curva por el lado interno para no tener que reducir la velocidad, al terminar la segunda vuelta en la penúltima curva Claudia sonrió y cuando Luisa le iba a aplicar la misma técnica le frenó casi en seco. Luisa no alcanzó a frenar y terminó fuera de lo pista regalándole una amplia victoria a Claudia que se levantó con el control en alto para celebrar su triunfo.

- Excelente carrera señorita, me encanta tu estilo competitivo

- Gracias, no me esperaba esa movida final

Le extendió la mano y al ponerse de pie Claudia en medio de la euforia por su victoria fue directo por un beso, el cual Laura recibió con gusto pasando sus manos por detrás de su cuello. Yo definitivamente era el más sorprendido, nunca me imaginé a mi esposa en esas y menos que lo disfrutara tanto. Claudia abrió los ojos y al verme la cara de estúpido se comenzó a reír contagiándonos a todos.

- ¿Qué pasó Juanca? --me preguntó Claudia--

- Nada, nada

- ¿No te gusta?

- Claro que me gusta, pero es raro

- ¿Raro cómo?

- Como que nunca te imagine en esas

Se miraron entre ellas y se volvieron a reír a carcajadas de mí.

- ¿Muy lento cierto? ¿siempre te han gustado las mujeres?

- Lento si, eso sin duda --se volvieron a reír--, pero no es así del todo. Digamos que es pura curiosidad femenina

- Ahora entiendo menos

- Una que otra nena me llama la atención, pero solo para pasar bueno un ratico y ya, no me veo en una relación con una mujer

- ¿Ya habías hecho esto antes?

- No, casi en la universidad con una amiga borrachas, pero no fuimos capaces

- ¿Y te gustó? --preguntó Laura--

- Si mucho, tengo que admitir que das unos besitos muy deliciosos

Se volvieron a mirar de frente Claudia sonrió mirándola directo a los ojos y mientras se besaban la giró lentamente hasta quedar de lado y yo pudiera ver con todo detalle. Miraban coquetamente, reían y se acariciaban suavemente con las manos el rostro y el cuello. Todavía no lo podía creer. Se volvieron a reír con fuerza y se dieron un abrazo.

La cogió de la cintura y caminó hacia mí extendiendo la otra para que la tomara. Me coloque de pie y nos llevó rumbo a la habitación.

- Es hora de reclamar mi premio

Se acercó para darme un beso y me empujó a la cama, luego se acercó a ella y al terminar la empujó de la misma manera para que cayera a mi lado, mientras que ella se quedó de pie mirándonos.

- Me he imaginado tanto este momento

Soltó el cinturón de su abrigo y la dejó caer al piso. Bailaba de forma sensual y nos daba pistas de lo que tenía debajo, hasta que lo dejó caer mostrando un conjunto de lencería y unas botas altas que la hacía ver aún más sexy, hermosa y deliciosa.

- Yo también quiero ver ¿por qué no se dan un besito? --dijo Claudia--

Era una oportunidad única y ahora que no éramos esposos nos sentíamos más libres y tranquilos de estar con alguien más sin reprochar el comportamiento del otro. Esta vez acostados de lado en la cama, yo tomé la iniciativa, la besé desesperadamente y con mis manos alcancé todos sus rincones.

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Nos empezamos a quitar la ropa y consumir más piel con los besos mientras ella nos miraba. Claudia ayudó a quitarme el pantalón, se hizo de rodillas en la cama y empezó a mamar de la forma que tanto la extrañaba.

- Luisa, decime si esto no es lo suficientemente claro

Llenándolo de saliva, pasando los labios por un lado al llegar arriba chupar el glande mirarme luego pasar sus labios por el otro lado.

- Pero ya que no entiende las indirectas, me ayudas a ver si por fin le queda claro

Luisa sin mediar palabra se arrodilló a su lado. Me lo chuparon entre las dos de una forma que nunca pensé que existiera, me tenían en las nubes y no paraba de reírme un poco nervioso entre gemidos. Se besaban acariciaban y cruzaban sus lenguas en mi glande y se compartían mi miembro para meterlo en su boca mientras la otra se encargaba de mis testículos.

- Es hora de reclamar mi premio --dijo Claudia--

Laura le dio un beso, se montó a la cama y le dio espacio a la campeona. Se montó sobre mí, corriendo las tangas a un lado y empezó a hacerme el amor. Luisa se acercó por detrás para acariciarle la espalda, el cuello, los senos y acariciar su clítoris.

Al vernos tan compenetrados se separó y se apoyó contra la pared solo viendo como hacíamos el amor. La volteó a mirar extrañada y le sonrió. Se le acercó a Claudia por detrás y le dijo al oído.

- Ya entendí. No es que él no entendiera las señales, es que con vos le sobra y le basta. Hoy la que sobra soy yo, espero que se reconcilien y mejor nos vemos otro día para que pasemos bueno los tres

Le dio un beso y se despidió de mí con la mano con una sonrisa. Recogió su ropa y se detuvo una vez más a ver en el marco de la puerta a confirmar que eso no era sexo, era amor. Sonrió y desapareció.

Nosotros estuvimos juntos hasta la madrugada, repetimos una y otra vez lo que teníamos acumulado en meses de no vernos. Parecíamos una pareja de novios el primer día que lo hacen toda la noche.

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El lunes en la mañana llegue a mi nueva empresa con una sonrisa en la cara por tener de vuelta a mi esposa. Reunieron a todos los miembros del equipo para darnos la bienvenida.

- Les quiero presentar a los nuevos integrantes de nuestro: Juan Carlos y Luisa

Como eran tantas personas, me tembló el pecho al escuchar ese nombre y tremenda sorpresa me llevé cuando dio un paso adelante y descubrí esos ojitos malvados. Espero que trabajar en el mismo lugar no nos trajera problemas.

Todo el día ni siquiera nos volteamos a mirar, nos tratamos como unos desconocidos, pero cuando se acercaba la hora de salida aprovechamos unos de los descansos para tomar un café y fue imposible, sin otras personas cerca, no ser más directos.

- ¿Qué tal la reconciliación?

- Perfecta, ni se cómo agradecerte por todo lo que hiciste por nosotros

- Yo si se cómo --se rio con picardía--

- ¿Ah sí?

- Si, igual me quedé con las ganas

- Ella también

- ¿Por qué no la llamas?

Mi esposa aceptó de inmediato y preparo todo para poder cenar esa noche los tres y luego divertimos. Terminamos apostando carreras de nuevo pero esta vez apostamos con prendas cada que alguno quedaba de último, pero la verdad es que poco pudimos aguantar en terminar metidos en la cama... pero esa es otra historia.

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Escrita: Axel