La MILF más Deseada 05

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—Dijiste que hacía mucho que no te sentías así...

—Es cierto, y no me refiero solamente al tiempo que llevo sin tu padre... ¡sino a años!

—¿Tanto?

—Sí, pero ese tema lo dejamos para otro momento, ahora no quiero hablar de eso.

—Está bien, no te voy a presionar.

—Me gusta que nos entendamos tan bien, al fin y al cabo vos sos todo mi mundo, sos todo lo que me importa en esta vida.

—Gracias, mamá... lo mismo puedo decir de vos.

—3—

Unos cuatro días después de que Diana recibiera el consolador, su hijo la vio paseándose por la casa en un atuendo de lo más sugerente. Se trataba del primer conjunto de lencería que le habían mandado, el negro, pero no tenía puesta la tanga, por lo que su lampiña concha quedaba totalmente al descubierto. No parecía que Diana se estuviera pareparando para una sesión de fotos, al contrario, estaba haciendo cosas cotidianas, como acomodar los platos, o preparar la comida que iba a cocinar. Julián no le dijo nada, pero la siguió con la mirada cada vez que la tuvo cerca. Él estaba mirando la televisión, pero no podía concentrarse en lo que ocurría en pantalla. Diana notó la mirada de su hijo, y le sonrió.

—¿Te gusta? —Le preguntó, mostrándole el culo, y agachándose un poco para que se le viera la concha.

—Sí... pero... ¿por qué estás vestida así?

—Es para que hagamos otra sesión de fotos. Pero no ahora, en un ratito. Esto es un experimento, me di cuenta de que me calienta usar esta ropa, me hace sentir muy sexy. ¿No te parezco sexy? —Preguntó, acercándose a su hijo, ahora él podía verle la concha de frente, desde muy cerca, porque la tenía a centímetros de su cara.

—Em... sí, estás muy sexy, mamá... —Hasta se le hacía raro decirle "mamá" a una mujer tan sexualmente atractiva.

—Yo quiero estar bien provocativa, para la gente que mira las fotos. Mirá, ya estoy toda mojada. —Dio media vuelta y se inclinó hacia adelante, separó sus nalgas con las manos, y las acercó aún más a su hijo. Julián pudo sentir el aroma sexual que manaba de la húmeda concha de su madre—. Si a vos se te pone dura, entonces vamos a poder hacer fotos muy buenas.

—No me falta mucho...

—Y yo te puedo ayudar con eso.

Diana ni lo pensó, no se tomó el tiempo de evaluar la situación, ni sus consecuencias. Directamente se sentó sobre su hijo, y se acomodó hasta que pudo sentir su bulto contra la concha. Acto seguido, empezó a frotarse, meneando las caderas.

—¡Apa! Se te está poniendo re dura, —dijo la rubia, sin dejar de moverse.

Julián no habló, a él también lo desbordaba la situación, y sin pensarlo, se bajó el pantalón, quedando sólo en bóxer.

—¡Uy! Ahora se siente mejor... —La pija estaba haciendo fuerza contra la entrada de la concha de Diana, los labios vaginales se abrían, como si fueran a permitir la entrada a ese miembro viril, con ropa interior y todo. Ella se quedó quieta, giró y cruzó un brazo por la espalda de su hijo, con una gran sonrisa le dijo:—. Ni se te ocurra sacarte el bóxer, porque no tengo nada puesto... y ya te imaginarás lo que podría pasar.

Julián se sentía como la vez que fue con sus amigos a un club de strippers. Una de las chicas se le sentó arriba de esa misma manera, y a él se le puso la verga como un garrote. Esa chica también se meneó un poco, y le dijo que por módico precio la podían pasar muy bien. Él rechazó la oferta, a pesar de que la chica era hermosa, no le agradaba la idea de acostarse con una prostituta. Pero su madre lo tenía aún más excitado que esa chica. Diana tenía un talento natural para calentar a los hombres, ya no le quedaba duda. Él, casi sin darse cuenta, por puro acto reflejo, subió las manos hasta encontrarse con las tetas de su madre; se las agarró con fuerza.

—¡Apa! —Exclamó Diana. Asustado, Julián apartó las manos—. Está bien, hijo... no pasa nada. Es sólo que me tomaste por sorpresa. No me molesta que me agarren las tetas... me hace acordar a cuando tenía más o menos tu edad, y salía a bailar. A veces me dejaba agarrar las tetas, —Julián volvió a sujetarse de esos turgentes pechos—. Y también me dejaba arrimar un poco. —Meneó la cadera, sintiendo la rigidez de la pija de su hijo—. Me re calentaba... No me acostaba con esos tipos, pero no te voy a mentir, hubo algunas veces en las que terminé haciendo un pete en algún rincón oscuro, o en un baño. Sí, ya sé lo que estarás pensando... que tu madre era una puta. Y no sé si era tan así... era joven, y muy hermosa. Atraía mucho la atención cuando salía a bailar. Muchos me querían arrimar... y entre tantas ofertas, a veces terminaba aceptando alguna. Por eso me gané fama de puta, especialmente entre mis hermanas. Pero después maduré un poco, y dejé de comportarme así... hasta sentí vergüenza de mí misma. Si yo quería ser una mujer respetada, con un buen marido, no podía comportarme de esa manera.

—Esas son pelotudeces de gente retrógrada, mamá. Como si tu única meta en la vida fuera "casarte con un buen hombre".

—Bueno, así lo veíamos en aquella época, y antes era peor. Si no me hubiera dejado llenar la cabeza por esas ideas conservadoras, hubiera podido estudiar una carrera universitaria. Mi vida sería muy diferente.

—¿Y te arrepentís? —Él le estrujó las tetas con más fuerza. El peso de su madre le causaba un poco de dolor sobre la pija, pero podía tolerarlo.

—Ni un sólo día. No me arrepiento de nada. Porque si no hubiera vivido la vida que viví, posiblemente no tendría a mi hijo conmigo. Y eso es lo que más valoro en el mundo.

Ahí fue cuando Diana recapacitó un poco, se puso se pie de un salto. Prácticamente se estaba portando como una puta con su propio hijo. Se acordó de las cosas que le dieron sus hermanas, una vez que la descubrieron chupándole la pija a un desconocido, y la vergüenza de ese momento no se comparaba con la que sentía ahora.

—Voy a buscar la cámara, —dijo Julián. Él se fue a su cuarto.

Diana quedó de pie, recapacitando sobre lo que había hecho, pero su mente estaba turbia; tenía una excitación que no había sentido en años. Se convenció a sí misma al decirse que necesitaba estar lista para las fotos: era su trabajo. Apartó los malos pensamientos de su mente y le gritó a Julián que lo esperaba en la pieza.

Cuando Julián entró al cuarto de su madre, ya con la verga libre del bóxer, la encontró en cuatro, sobre la cama, haciéndose la paja. No podía verle la cara, pero tenía un gran primer plano de ese culo, y la concha húmeda. El chico empezó a tomar fotos, y Diana se masturbó con más intensidad.

La rubia ya no estaba tan apenada como antes, tocarse le había devuelto ese estado de pura excitación. Julián no entendía por qué su madre se había sentado arriba de él, ni por qué actuaba de esa manera; pero la situación le agradaba mucho, y se había quedado con ganas de más. Tenía la concha de su madre justo frente a él, lista para lo que quisiera hacerle. No quería ir demasiado lejos, al fin y al cabo esa mujer era su mamá; pero él estaba muy excitado. Se le acercó, con la verga dura, y la posó entre las nalgas de Diana.

—¡Hey! ¡Cuidadito ahí atrás! —Se quejó Diana, pero no se apartó.

—Tranquila, no voy a hacer nada raro... me pareció que podíamos sacar unas fotos así.

—Mmm... bueno, pero ojo a dónde apuntás, que no tengo nada pueso... y vos tampoco.

Todo el cuerpo de Diana se electrificó al sentir esa gran verga deslizándose entre sus nalgas. Instintivamente paró más la cola y pudo sentir el glande rozándole los labios vaginales. Estuvo a punto de apartarse, porque eso le pareció demasiado; pero no tuvo necesidad de pedirlo, Julián se apartó solo. Ella siguió pajeándose, ignorando que su hijo ya no se dedicaba a sacar fotos.

Julián se estaba masturbando con su madre, una vez más, y estaba más caliente que en otras ocasiones. Ya sabía que su madre tenía cierta tolerancia para algunas cosas, por eso se animó a ir un poco más lejos. Necesitaba sentir algo cálido y húmedo envolviendo su verga. La tentación era demasiado fuerte. Pero si iba más lejos, su madre se enojaría. Sin embargo la paja que se estaba haciendo era tan intensa, que no tardó en acabar. Todo su semen cayó sobre el culo y la concha de la rubia.

—¡Ay, por Dios! —Exclamó Diana—. Me llenaste de leche... toda la concha...

Ella podía sentir el tibio líquido deslizándose lentamente desde su culo hasta sus labios vaginales.

—Esperá, —dijo Julián—. No te muevas, voy a sacar algunas fotos.

—Está bien...

Diana estaba un poco enojada, no le había dado permiso a su hijo para que le acabara encima, pero decidió que de momento no diría nada. En primer lugar: porque las fotos con su concha llena de semen seguro que venderían muy bien. Segundo: porque ella también estaba muy excitada, y la tibieza del semen la calentaba aún más. Se masturbó, usando la leche de su hijo como lubricante, incluso llegó a penetrarse con los dedos. Si el semen hubiera ido directamente al interior de su concha, no se hubiera preocupado por algún riesgo de embarazo, ella había vuelto a tomar anticonceptivos... por si de casualidad se le presentara la oportunidad de acostarse con un hombre. De todas maneras no pensó que el próximo semen en entrar en su concha sería el de su propio hijo. Ésto le produjo una extraña sensación en la boca del estómago, algo que estaba justo en el centro del desagrado y el placer. No supo cómo procesar eso, se limitó a seguir pajéandose.

—Quiero el consolador, —dijo—. Está en el cajón de la mesita de luz.

Julián se apresuró a buscarlo, y cuando lo tuvo en mano no se lo alcanzó a su mamá, sino que se lo dio justo donde ella quería.

—¡Auch... síiii, qué rico! —Gritó la rubia, cuando gran parte del consolador se le clavó en la concha.

Podía sentir que entraba junto con el semen, y eso le fascinaba. Ella misma tomó el consolador y empezó a meterlo y sacarlo con fuerza, gimiendo tal y como lo hubiera hecho con un amante. Le daba vergüenza que su hijo la viera en esa situación, pero al mismo tiempo la excitaba, porque imaginaba que él podía ser parte de esa audiencia de hombres anónimos que se pajeaban al ver sus fotos.

Diana se dejó caer sobre la cama, y sin dejar de mover el consolador, tuvo un fuerte orgasmo, el cual la hizo sacudirse entre las sábanas. Soltó gemidos sin ningún tipo de pudor, sin ponerse a pensar si sus vecinos podrían oírla o no.

Cuando su estado de éxtasis terminó, se dio vuelta y pasó la mano por su concha, juntando una buena cantidad de semen.

—¡Dios! ¡Hace mucho que no me dejan la concha tan llena de leche...

—¿Te molestó?

—Más o menos... no te di permiso para hacerlo; pero una vez que ya estaba ahí... no sé, no me importó tanto.

—Está bien, no te lo voy a hacer más.

—Em... en realidad estaba pensando que si lo hacés, no deberías avisarme. —Ella no quería admitir que le gustó la sorpresa—. Digo, así sacás las fotos... es obvio que a mí no me va a agradar mucho, pero al menos se obtienen buenas imágenes. ¿cierto?

—Sí, saqué un montón de fotos, y son muy buenas. Este pack va a funcionar muy bien.

—Perfecto, me alegra saber que el negocio sigue en marcha. Ahora tendría que ir a bañarme, para sacarme todo este pegote de encima. Es una gran suerte, para nosotros, que a vos te salga tanta leche de la pija.

Julián sonrió, en cuanto su madre se retiró, él se acostó en la cama y empezó a masturbarse otra vez, ahora mirando las fotos en la cámara.

Diana entró al baño, abrió la ducha, pero no se colocó debajo de ella, sino que se sentó en el inodoro. Separó las piernas y empezó a pajearse otra vez. Ahora, estando sola, se animó a hacer algo que la estuvo provocando desde el momento en que Juián acabó. Se llevó los dedos a la boca y saboreó ese semen, se tocó la concha y el culo tantas veces como fue necesario, para poder llevarse a la boca todos los restos de semen. Sabía que después, al enfriarse, se lamentaría mucho por haber hecho eso; pero en ese momento sólo pudo disfrutarlo. Extrañaba el sabor del semen, y se convenció a sí misma de que esa fue la única razón de por qué lo hizo.

Mientras Julián se masturbaba, en la pieza de su madre, pensaba de qué manera podía conseguir algún pequeño acercamiento con ella. No necesitaba que sea algo tan drástico como una penetración, al fin y al cabo esa era su mamá, y no pretendía llegar tan lejos con ella... pero algo... no sabía exactamente cómo lo conseguiría; pero varias ideas comenzaron a llenarle la cabeza. Alguna buena excusa se le ocurriría.

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Anonymous
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2 Comentarios
AnonymousAnónimohace 7 meses

A great storie.The best of the the best in Literotica,english ir spanish.

AnonymousAnónimohace más de 1 año

Morbosa historia, con los personajes bien desarrollados y una narrativa ágil.

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