La MILF más Deseada 08

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A Diana se le ocurrió levantar las piernas, manteniéndolas separadas, Julián aprovechó para arrodillarse en la cama, justo delante ella, y comenzó a presionar el disparador de la cámara. Luego reanudó su masturbación. La rubia miró detenidamente la forma en que su hijo se pajeaba justo delante de ella, con la verga a pocos centímetros de su concha.

—¿Me vas a acabar como la otra vez? —Preguntó ella.

—Dijiste que no querías repetir eso.

—Sí, pero ya no me importa tanto. Hacelo.

—¿Estás segura?

—Sí... hacelo más que nada sobre la zona de la concha. Esas fotos quedaron muy bien la última vez, y creo que podríamos tener algunas parecidas.

Julián miró incrédulo a su madre, sin embargo no puso objeción alguna; por el contrario, aceleró el ritmo de su masturbación, mientras ella hacía lo mismo. Diana le miraba la pija y él miraba directamente hacia la concha lampiña de su madre.

El muchacho se calentó tanto que no pasó mucho tiempo hasta que su verga empezó a escupir grandes cantidades de semen, su madre apartó la mano a tiempo y todo ese líquido espeso y blancuzco le cubrió la vagina.

—¡Ay, Julián, me llenaste la concha de leche!

—Dijiste que no te iba a molestar...

—No, no me molesta, es sólo que me sorprende. Hace mucho que no me dejan la concha así. Dale, sacá las fotos.

Ella permitió que su hijo se tomara el tiempo necesario para capturar las imágenes y luego reanudó su masturbación, esta vez usando como lubricante el semen de su propio hijo. Podía sentir cómo esta líquido tibio y espeso se le colaba entre las rendijas de la concha y chorreaba hacia su culo. Esto la calentó aún más, por lo que pocos segundos más tarde ella ya estaba sufriendo un intenso orgasmo. Julián aprovechó para seguir sacando fotos, toda su leche había quedado mezclada con los jugos vaginales de su madre y gran parte estaba en los dedos de ella. Diana no dejó de tocarse, mientras gemía y se sacudía en la cama. Redujo la velocidad durante un instante, como si estuviera dispuesta a detenerse, pero de inmediato volvió a acelerar el ritmo y a gemir.

—¡Ay, sí... sí...! —Exclamó la rubia, mientras se colaba los dedos llenos de semen—. ¡Qué rico... me encanta!

Una vez más se sacudió entre espasmos sexuales y dejó salir un profundo gemido de placer. Luego cayó rendida, y se quedó mirando al techo, con una amplia sonrisa en los labios.

—Se ve que la pasaste bien —dijo Julián, quien ya no tomaba más fotografías.

—La pasé de maravilla, hacía tiempo que no me calentaba tanto.

—¿Creés estar lista para sacarte fotos con la verga en la boca?

—No lo sé... probaremos otro día, hoy ya quedé agotada. Fue todo muy intenso y necesito asimilarlo. Gracias por tu colaboración, realmente lo hiciste muy bien.

—Hice lo que vos me pediste que hiciera, nada más.

—Al menos ya sabemos cómo hacer que esto funcione.

—Sí, y ya tenemos más fotos, que son muy buenas, por cierto.

—Bueno, me voy a dar un baño.

—Recién te diste un baño.

—Sí, pero ésto amerita otro. Estoy toda pegajosa... como si alguien me hubiera acabado en la concha. Además, con tanta paja, transpiré bastante.

—Yo también debería darme un baño —aseguró Julián—. ¿Te molesta si nos bañamos juntos?

—Em... no me molesta... pero mejor otro día. No te lo tomes a mal, pero ahora preferiría mantenerme lejos de tu pija. Por más que sea tuya, no deja de ser una tentación... y con esto de estar metiéndomela en la boca, como que le estoy perdiendo un poquito el miedo. —Julián la miró en silencio, sin saber qué responder—. Hey, que soy tu madre... no pienses que voy a hacerte un pete o algo así... pero tal vez sí me darían ganas de "practicar" para las fotos, y considero que por hoy ya hubo práctica más que suficiente. Está bien que nos estemos tomando ciertas libertades, en beneficio de nuestro trabajo... pero tenemos que hacerlo con moderación.

—Claro, entiendo.

—Me alegra saber que entendiste. Te prometo que mañana vamos a intentar otra vez con las fotos.

Esta vez la ducha le sirvió a Diana para bajar la temperatura, aunque primero tuvo que masturbarse durante un rato. Cuando se sintió satisfecha salió del baño y se puso la ropa más casual y menos erótica que encontró. Le gustaba la confianza que estaba desarrollando con su hijo, pero no quería abusar de ella. No tenía idea de si algún día las cosas volverían a la normalidad entre ellos, pero tampoco podía ponerse a pensar mucho en ese asunto. De momento tenía que aceptar las cosas tal y como eran, porque así necesitaban que fueran.

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