Entonces, ¿No Soy Una Vampira?

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Bane se encogió de hombros—: Siempre cambian la contraseña. A veces es una palabra o una frase; otras veces tienes que terminar la letra de una canción. Solo tienes cinco segundos para contestar a la pregunta del guarda. Si no contestas a tiempo, o la respuesta no es correcta, te matan.

Mi mano se fue hacia mi garganta. ¿Ese chico era un guarda? Si ni siquiera parecía lo suficientemente mayor para poder comprar cigarrillos, ni mencionemos para matar a nadie.

La voz de Bane era suave, y me rodeó la cintura con su mano, empujándome hacia él—: Las apariencias engañan, habibi.

El ascensor se detuvo y ambos salimos. A mi alrededor todo era música ensordecedora, cuerpos retorciéndose y gente medio desnuda. Este sí era el club que esperaba. Mientras caminábamos adentrándonos entre la muchedumbre, una chica medio desnuda se chocó conmigo, se giró en nuestra dirección y vomitó en nuestro camino.

Di un salto hacia atrás y silbé—: ¡Qué asco!

La chica dejó de dar arcadas, nos miró desde abajo a través de su pelo rubio, sucio, sonrió abiertamente, gritó excitadamente y volvió corriendo hacia la multitud. Bane me recogió, saltó el charco de vómito, me puso en el suelo y seguimos para adelante.

Todavía estaba un poco mosqueada por lo de la chica del vómito e iba mirando a todos los asistentes de la fiesta como si fuera un volcán a punto de estallar. Así que no me di cuenta de que paramos delante de una puerta de metal plateada con una chica delante de ella. Llevaba un vestido negro ajustado con unos tacones que, a su lado, los míos parecían sandalias. Su pelo estaba recogido en una trenza de pez. Llevaba un fino delineado kohl en los ojos y pintalabios naranja y era tan delgada que parecía caber entre la rendija de una puerta doble.

Me pregunté si tendríamos que resolver otro estúpido acertijo que probablemente fallaría. Pero no se pronunció ninguna palabra mientras Bane sacaba de su bolsillo trasero lo que parecía una tarjeta de negocios y se la entregaba a la chica. La forma en la que él conseguía guardar cualquier cosa en esos pantalones de cuero ajustados me fascinaba.

Ella lo miró durante un segundo y después se echó a un lado sin decir ni una palabra. Fue la manera de deslizarse hacia un lado la que me hizo pensar que ella era vampira, y la sonrisa que apareció en sus labios me los confirmó, ya que probablemente me habría leído la mente.

Mi sensor de cosas espeluznantes estaba empezando a lanzarme advertencias mientras Bane y yo entrábamos en una sala poco iluminada y sin ventanas, con aproximadamente treinta o cuarenta personas en ella. Todos iban vestidos con tonos oscuros similares y con un estilo gótico-vampírico parecido. Supe que acababa de entrar en la sala V.I.P. de los vampiros.

Bane me acercó mientras nos adentrábamos por completo en la sala. Juro que la puerta que estaba detrás de nosotros se cerró con un inquietante ruido y que todas las cabezas se giraron hacia nosotros por un segundo antes de que todos se giraran y resumieran sus conversaciones individuales. Mi sensor de cosas espeluznantes se disparó, y no estaba segura de querer estar en esa juerga para vampiros. Quizás Bane fuera la excepción que confirma la regla y todos los demás vampiros de la sala querían matarme.

—Peaches —Era el equivalente de Bane que recordándome que todo el mundo podía leerme la mente y diciéndome que cerrara el pico.

Por una vez no discutí. En lugar de eso, intenté pensar en la cosa más aburrida y monótona que pudiera. No fue difícil, teniendo en cuenta que había sido mánager en Kmart. Mis pensamientos estaban en algún lugar entre echarle la bronca a Lisa porque había estado hablando de nuevo con su novio en el trabajo y pedir más stock.

Una persona (no estaba segura de si era un vampiro o no porque estaba demasiado oscuro para verle los ojos) vino hacia Bane y yo, con una sonrisa en la cara. Mientras se acercaba, noté que su piel era blanca nórdica, que sus ojos eran azules brillantes y que su pelo era rubio como el de un surfero. Mi pensamiento inmediato fue que Hitler lo habría usado como chico de póster de la raza aria.

—¿Hitler? —El hombre sonó a alemán, irónicamente— ¿En serio eso es lo mejor que tienes? Me habían dicho que parezco un vikingo.

¡Joder! Pensaba que ese pensamiento se habría quedado almacenado junto a las cosas de Kmart.

—Lo siento mucho...

Bane soltó mi cintura para rodear al hombre con sus brazos en un abrazo de oso—: Casper.

¿El adorable fantasma? El nombre le iba que ni pintado al tipo. Casper me lanzó una mirada penetrante por encima del hombro de Bane, e intenté recordar que se suponía que tenía que estar pensando en cosas de Kmart.

—¿Quién es la chica? —Casper hizo un movimiento con la cabeza hacia mí.

—Nadie.

¿Nadie? ¡Y una mierda! Ambas cabezas se giraron hacia mí y yo les devolví la mirada. Podía llamarme sierva o todo lo que quisiera, pero no nadie.

Casper rodeó a Bane y vino hacia mí. Empezó a dar vueltas a mi alrededor como si yo fuera una presa, incluso me olió profundamente. Bane nunca había hecho eso antes, y me pregunté si Casper lo hizo más bien por curiosidad o porque quería que me asustara. Bueno, ya se daría cuenta de que no me asustaba tan fácilmente. Desde luego no iba a permitir que me convirtieran en una presa; si actúas como una presa, te tratarán como tal.

Así que cuando terminó de caminar en círculos a mi alrededor, di un paso atrevido hacia él y lo miré de arriba abajo con la misma mirada asesina que él me había echado a mí. Casper llevaba un traje de Armani y lo único gótico que llevaba eran las joyas. Y llevaba muchas: anillos, pulseras, pendientes y un collar súper bonito con diferentes diseños de colmillos y cruces. Incluso le olí. El tío olía como a sexo en la playa[4] (no a la bebida, al acto).

Él me sonrió—: Ella no parece creer que sea nadie. Tampoco huele como si no fuera nadie.

Enseguida noté dos cosas. La primera fueron los colmillos. ¿Cómo podía no haberme dado cuenta? Pero, a diferencia de lo que ocurre en las series, donde crecen los caninos superiores unos 25mm, tanto los de arriba como los de abajo se alargaron como los dientes de un lobo. Los inferiores no eran tan largos como los superiores, pero ningunos me dieron ganas de meter la mano en la boca de Casper para ver qué pasaría.

Me pregunté por qué nunca había visto los colmillos de Bane. En realidad, si no fuera por la ocasional superfuerza y los ojos raros, Bane encajaría bien en la sociedad. No actuaba como el típico vampiro, y me di cuenta de que probablemente necesitaba dejar de estereotipar tanto. Simplemente la mayoría de los hombres negros tenían el rabo largo y solo alguna gente blanca no sabía saltar.

Volviendo al tema, la segunda cosa que noté fue lo del olor. Yo no olía como si no fuera nadie, pero, ¿nadie no olería como el aire? ¿Era muerte y suciedad? ¿Carne podrida y champú químico mezclado con tinte?

—La naturaleza —Fue Bane el que habló, con los ojos puestos en mí— y sexo.

—Perdona, ¿cómo dices?

—No está equivocado —añadió Casper sin ser de mucha ayuda.

Aun así, eso no era guay, joder. Ni siquiera estaba un poco cachonda y lo más cerca que había estado de la naturaleza era la sección jardín de Kmart. Observé a Bane y a Casper durante un minuto, intentar entender a los vampiros. Bane parecía el más normal de los dos, el que estaba versado en cultura moderna y que era capaz de integrarse en prácticamente cualquier parte. Casper, por otro lado, desprendía esa onda de "soy un vampiro con varios siglos". Parecía encajar perfectamente en la fiesta, pero yo dudaba que él pudiera integrarse en ningún otro lugar.

Casper sonrió con pena—: Sabes que él es más mayor que yo, ¿verdad?

En realidad, todavía no sabía nada sobre Bane excepto su nombre, que era un vampiro y que podía haber sido (o quizás seguí siendo) un rey y un siervo. El tipo era más difícil de abrir que...algo muy difícil de abrir.

Bane le soltó algo a Casper que sonó a árabe. El tío puso los ojos en blanco a Bane y le respondió en el mismo idioma. Había una (¿cómo era la palabra?) camaradería entre ellos, algo que me hizo pensar que habían pasado juntos por alguna mierda súper dura con una sonrisa de esas forzadas en sus caras. Fueron de aquí para allá durante un minuto, dejándome completamente fuera del círculo, antes de que una impresionante rubia se acercara a los hombres e interrumpiera su conversación.

Y cuando digo impresionante, digo impresionante.

Era una mezcla entre Marilyn Monroe y Charlize Theron. Un pelo rubio, sedoso y rizado le llegaba por debajo del trasero. Un polvo iluminador de maquillaje natural resaltaba su belleza y su vestido largo, de seda, negro parecía haber sido rociado sobre ella. La mujer tenía de gótica lo que yo de virgen.

—Ahora, caballeros, no van a ser maleducados, ¿verdad? —La voz de la mujer era pura miel del sur de Estados Unidos, incluso aunque pareciera una especie de princesa británica—Lleváis aquí un rato hablando de pie y ni siquiera habéis venido a saludarme.

Ninguno de los dos parecía haber querido saludar a la rubia. Ambos poseían una mirada cauta y Bane se puso justo a mi lado. Ese movimiento me hizo saber que esa mujer significaba Problemas con P mayúscula.

Me obligué a dar un repaso a toda la ropa y las joyas que me había comprado para ese día. Unos tacones Mary Jane rojos. Unos pendientes de diamantes azules con forma de lágrima para morirse. Este pequeño agarre verde y adorable con...

—Victor quiere verte. —La rubia se sacudió el pelo hacia atrás con un movimiento que decía: soy muy sexi. Sé que soy muy sexi. Sé que me quieres.

—Puede vernos justo aquí. —Casper levantó su mano e hizo señas a alguien al otro lado de la sala.

—Malik. —La rubia alargó la palabra de forma incómoda.

Puse los ojos en blanco, preguntándome si lo de alargar una palabra y decir unas cien cosas solo con esa palabra era una cosa de vampiros. A ver, era buena en el lenguaje de palabras que significan otras cosas. Esto es lo que ella dijo en realidad con esa palabra: No me pruebes. Y más vale que controles a Casper. Tienes que ir, no tienes otra opción. Si no vas, lo pagarás. Si no me escuchas, lo pagarás. No pienses que porque estamos en una fiesta no te montaré una escena y cumpliré todas estas promesas. Ahora, ve.

—Ven, Peaches —Bane me dio un codazo.

—Solo —añadió la rubia—, yo vigilo a tu bolsa de sangre.

—Casper puede...

—Victor ha pedido que vayáis los dos. Quiere una actualización de estado de tus tareas.

—Yo no te paso informes a ti.

—No, tú le pasas informes a él y a los otros.

El calor que desprendían sus miradas podría haber provocado un incendio. La forma en la que se transportaba aversión pura y dura entre los vampiros acaparaba toda la atención. Bane fue el primero en apartar la mirada, con un claro gesto de desaprobación en el rostro.

Bane se inclinó hacia abajo y me besó en la mejilla. Para todos los demás, probablemente pareció como si me estuviera calmando, pero sus ojos hablaban por sí solos. ¿Como lo de la palabra que significa cien cosas diferentes? Pues Bane podía hacer lo mismo con sus ojos. Esto es lo que me dijo con esa mirada: Recuerda lo que te dije. No hagas nada estúpido. No digas nada. Ten mucho cuidado; esta es peligrosa.

Los vampiros eran bastante habladores.

Los tíos se fueron y yo me encontré atrapada con la vampira malvada de la fiesta. Genial. Simplemente genial. La mujer me sonrió, con todos sus dientes—: Tú eres el nuevo juguete de Malik.

—¿De quién?

—Tu amo.

Puse los ojos en blanco e ignoré a la mujer. Estaba repasando la lista de zapatos que había comprado y pensando en cómo cualquiera de ellos habrían sido mejores que los tacones que llevaba puestos. Las zapatillas planas que llevaba guardadas estaban llamándome a gritos para que me las pusiera, pero era imposible que eso pasara sin una silla o algo a lo que agarrarme para ello. Las hebillas eran lo más problemático, y ya que Bane las había abrochado...

—No eres excesivamente brillante, lo que significa que debes follar de miedo. Aunque con ese cuerpo tan flácido no veo cómo puede ser ese el caso. —La rubia me lanzó una mirada de desprecio— Debes dejarle hacer todo lo que quiera. Completamente grosera sin ni una pizca de vergüenza. Patético.

¡Auch! Espera. Espera un minuto.

Abrí los ojos todavía más y ladeé la cabeza. La miré como si se acabara de cagar en los pantalones y estuviera comiéndose su mierda—: Debo de padecer locura temporal, porque estoy bastante segura de que no has dicho lo que crees que has dicho.

La mujer levantó la ceja y me miró de arriba abajo de nuevo—: Que eres una puta con sangre —Se inclinó acercándose a mí, dirigiéndome todo su veneno intensamente—. No tengo ninguna duda de que estarás repartiendo tus medias a todo el mundo antes de que acabe la noche. Los humanos como tú me dais asco. Lo único que hacéis es escabulliros como alimañas para que os maten.

—Tú no tienes ni puta idea sobre mí, zorra. Y, obviamente, tampoco sobre Bane.

—Vigila tu lengua —me reprendió bruscamente—, o te la cortaré.

Di un paso hacia ella, por lo que solo estábamos a escasos centímetros de distancia—: Romperé este tacón y te lo meteré por el culo si no das un jodido paso atrás.

Yo no había crecido en las mejores zonas de Burlington. Había ido a una escuela pública normalita, me había codeado con la gente equivocada muchas veces porque eran los únicos que me aceptaban, y había aprendido un par de cosas sobre pegarle a la gente. La mayor parte del tiempo, la gente veía a una chica gorda y blanca y pensaban que yo era débil, fácil de manipular y estúpida. No había que mencionar que tenía mis momentos de tonterías de rubia ocasionalmente, pero eso no significaba que fuera débil, estúpida o fácil de manipular.

Dio un paso hacia mí hasta que las puntas de nuestras narices casi se tocaron—: Inténtalo. Me encantará ver cómo tu amo te hace pedazos.

—No se atrevería.

—¿Porque se preocupa por ti, pesada bolsa de sangre? —Se rió, enseñando sus colmillos amenazantes— Eres comida y un sitio cómodo en el que tu amo puede correrse. Menos que una humana. Eres una cosa.

A la mierda. Sabía que la tía estaba intentando enfadarme y también sabía que estaba cerca de conseguirlo. Tenía en la punta de la lengua las palabras que Bane me había advertido que no dijera. Así que me fui. O al menos lo intenté. Pero la zorra fue más rápida y en realidad no le gustaba ver la espalda y el dedo corazón de la gente.

—Juguetes como tú han muerto por mucho menos —gruñó.

—Quítame las manos de encima.

En ese momento dos vampiras más aparecieron, con la misma mirada aburrida e indiferente en sus rostros. Una tenía un corte al estilo bob de color caoba y llevaba un vestido negro que marcaba su figura, mientras que la otra tenía el pelo negro y liso de peluquería y llevaba un vestido atado, corto y de unos colores que le combinaban perfectamente, con imágenes de muerte y destrucción pintadas alrededor del bajo de la prenda.

—¿Tu comida se está portando mal? —dijo la morena lanzándome una mirada acusatoria y de desprecio—. Pues mátala y haz que esta fiesta sea divertida.

—No es mía. Su amo es Malik.

Sus ojos se abrieron antes de chasquear los dedos hacia mí—: ¿Esta?

Una carcajada borboteó desde la garganta de la chica con el pelo negro, contagiando a los demás. La rubia me soltó, desternillándose como una jodida hiena.

—Putas vampiras celosas —dijo mi boca sin el permiso de mi cerebro—, súper enfadadas porque Bane ha venido aquí conmigo. Porque vuestros delgados culos no pueden satisfacer a un hombre de verdad. No con esos dientes como cuchillas que tenéis en vuestras sucias vaginas. ¿Creéis que solo me quiere porque soy comida? Querida, ni siquiera me ha mordido todavía. Él no quiere una esclava, quiere una mujer, a mí.

—¿No quiere una esclava? —dijo la chica con el corte a lo bob—. Entonces, ¿qué eres tú?

—Su mujer. No su mamá. No su novia. No su jodida esclava. Su. Mujer.

La conversación se detuvo por completo, el silencio absoluto me hizo darme cuenta inmediatamente de que la había cagado. Y mucho. Me puse a repasar la conversación que acabábamos de tener para descubrir dónde había descarrilado el tren. No su jodida esclava.

¡ALERTA ROJA! ¡ALERTA ROJA!

De repente, un fuerte viento me golpeó por detrás, un hombre. Bane. Delante de mí. Con el cuerpo tenso y los músculos bloqueados. Oh, mierda.

Eché un vistazo a mi alrededor y vi que todos y cada uno de los vampiros nos estaban mirando. Antes de eso había sido mi imaginación, ¿pero ahora? Dios, ahora sí que podría ser su cena.

—Ya la has oído, Malik —dijo la rubia mirando con desdén y respaldada por el movimiento enfático de cabezas y las sonrisas de tiburón de las Zorras 1 y 2—. No eres su amo.

Quise golpearme la cabeza contra algo por lo estúpida que había sido. Ni siquiera pude portarme bien cinco minutos. La única cosa que Bane me había dicho que no hiciera, la había hecho en el primer minuto en el que me perdió de vista. La ira había sacado lo mejor de mí y ahora puede que eso significara mi muerte. Bane me echó una mirada rápida sobre su hombro, pero esta no me dijo nada. No tenía ni idea de lo que se le estaba pasando por la cabeza, y eso me asustó. Pero entonces me sonrió. De manera firme, pero aun así era una sonrisa.

—Nunca dije que lo fuera, khadina —Bane dio un paso atrás y me rodeó con su brazo de nuevo. Vi el enfado en los ojos de la rubia y sus colmillos desgarrando su labio inferior.

Bane respiró hondo y colocó sus labios sobre mi frente. Solo yo pude sentir sus colmillos rozando mi piel y la tersura de sus músculos. Puedes que sus ojos no me hubieran estado hablando, pero su cuerpo gritaba que quería arrancarme la garganta, Tragué instintivamente mientras se retiraba.

—Georgia es mi esposa.

Capítulo 9: Es un buen día para una boda gótica

Um... um... um...

Mi cerebro dejó de funcionar. Se desconectó mientras todos y cada uno de los vampiros de la sala explotaron. No podía estar segura ni siquiera de si estaban hablando en español, porque todavía estaba en shock por las palabras de Bane.

Creo que escuché palabras como "Rey" y "Comerciante", pero no podía estar segura. Mi pelo estaba imitando el de Medusa mientras los vampiros se movían rápidamente de un lado a otro por la sala. También me sentía muy amenazada, y un par de ojos con motas rojas se giraron hacia mí. Me pregunté si esta era a lo que se había referido Bane cuando me dijo que tuviera cuidado.

«Las ramificaciones de tus acciones irán más allá de esta noche, habibi», me hizo saber Bane.

Giré la cabeza para mirarle y me dio un tirón en el cuello. Hice una mueca de dolor y me di un masaje en el músculo. A nuestro alrededor, la gente seguía hablando en voz alta y exigente, pero mi trastorno de déficit de atención se abrió paso de una patada y yo puse todo el foco en Bane.

¿Cómo estaba hablándome en mi cabeza? Creía que solo Bane el gato podía hacer eso. ¿Podría extraer de mi cabeza el recuerdo que él quisiera? Eso fue desconcertante.

«Siempre he sido capaz de hablar contigo así. Lo que pasa es que nunca ha habido necesidad de hacerlo hasta ahora».

Di la espalda a los vampiros que nos rodeaban y le hablé a través de nuestra conexión extraña de mentes.

«¿No puede oírnos nadie?»

Miré a Bane pasear su mirada por toda la multitud, buscando el más mínimo tic que hubiera en alguna de esas caras: «No, creo que nadie puede oírnos. Pero entonces, nadie puede hacer lo que tú estás haciendo ahora mismo».

«¿Qué quieres decir?» Esa noche seguía volviéndose cada vez más extraña. ¡Madre mía! Mi vida era como el capítulo de una novela paranormal. Ya debería haberme acostumbrado.

«Eres la única criatura que conozco que tiene la habilidad de oír los pensamientos de los vampiros. Ni siquiera otros de mi especie tienen ese don».

Espera. ¿Podía escuchar los pensamientos de los vampiros? Pero si yo solo había escuchado a Bane una vez, cuando estaba con su forma de gato. No había escuchado nada más, y estoy segura de que no escuchaba pensamientos de vampiro ahora.

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