Entonces, ¿No Soy Una Vampira?

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Sus ojos marrones, teñidos ligeramente de rojo, se encontraron con los míos. Miró hacia mis pechos, que se balanceaban, y sonrió antes de colocarse los brazos detrás de la cabeza—: Buenos días.

Incliné mis caderas y lo introduje más profundamente—: Buenos...

Bane sacudió mi clítoris con el dedo fuerte con su fuerza de vampiro. Me eché hacia atrás con un grito y me corrí. Se me pusieron los ojos en blanco y mis músculos se apretaron rígidamente en torno a su polla. No estaba segura de cómo no partí la cosa en dos. Jadeando, mis dedos apretaban y desapretaban su pecho mientras me corrí de nuevo. Mi ceja se levantó cuando miré a Bane, que estaba debajo de mí—: Días.

Él sonrió como el Diablo cuando consigue un alma nueva, me dio la vuelta poniendo mi espalda sobre la cama y me penetró. Justo como la noche anterior, Bane no paró hasta que grité y me corrí tan fuerte que el negro traspasó los límites de mi visión. Un día, este hombre iba a follarme hasta matarme. Y vaya manera de morirse.

—¿Has dormido bien? —preguntó, todavía duro dentro de mí.

Le apreté y sonreí de forma arrogante—: No he dormido mucho.

Él se inclinó y me mordisqueó el labio inferior antes de besarme hasta dejarme sin aliento—: Y no creas que va a ser de otra manera durante unas cuantas docenas de noches.

¿Unas cuantas docenas?

—De verdad estás planeando follarme hasta matarme, ¿no es así?

Me echó un mechón de pelo hacia atrás, con un movimiento engañosamente amable. Incluso su tono era suave—: De verdad que lo intentaré.

Estaba inflamada, pegajosa y dolorida. Era genial.

Bane salió de mí y se pus la ropa. No se alejó de mí mientras se vestía e intentó volver a meter su serpiente de vuelta en los pantalones de cuero que había llevado la noche anterior. No le cabía.

—¿A dónde vas? —pregunté mientras se dirigía hacia el armario y buscaba algo que ponerse.

—Le Pain Quotidien —respondió, y le escuché gruñir incómodamente—. Tienes hambre, ¿no?

Estaba hambrienta, famélica. "Así que, um...acababa de ocurrir". Sexo con Bane. Boda con Bane. Unión de mentes con Bane. Sip, acababa de ocurrir.

Caminó con pasos largos y yo me puse boca abajo, apoyando mi barbilla sobre mis brazos cruzados. Me miró como si quisiera desnudarse, escalar hasta mí, levantar mi culo y seguir. Ví más rojo invadiendo el marrón de sus ojos y sus puños se apretaban y aflojaban.

—Los dos necesitamos comer. —Sonó como si estuviera tratando de convencerse más a sí mismo que a mí.

Solo para torturarle un poquito, me puse de rodillas y pasé las manos por todo mi cuerpo, manteniendo la mirada fija en él. Me pellizqué los pezones y me mordí el labio lanzando un gemido. Me dirigí hacia mi entrepierna y pasé los dedos sobre mi ya húmeda vagina y...

Bane estaba delante de mí, con sus manos entre mis piernas, dentro de mí. Su otro brazo me rodeaba la espalda, haciendo que me inclinara de forma que el pudiera mirarme a los ojos mientras me follaba con el dedo.

—Solo yo —su voz era un ruido sordo— puedo hacer que te corras.

Y lo hizo. Con un espasmo y un estremecimiento, situada un poco por debajo de su hombro, me corrí. Después desapareció. Me derrumbé en la cama, jadeando fuertemente mientras pequeños temblores recorrían mi cuerpo. "En serio...hasta...matarme."

Una media hora después, estaba duchada y vestida y tirada en el sofá de la sala de estar cuando escuché abrirse la puerta. Me puse de pie de un salto y corrí hacia la puerta, muerta de hambre. Sabía que podía comerme un caballo, probablemente incluso ir más allá y chuparle hasta la médula espinal.

—Por favor, dime que tienes...

Mi voz se quebró cuando vislumbré unos ojos verdes y un pelo suelto, rubio, largo. Olí a cloroformo, o a algún tipo de químico de esos que te dejan inconsciente, antes de que una negrura me invadiera.

No debería haberme sorprendido. No, en serio. He visto suficientes series de televisión como para que mi cerebro esté ya acostumbrado a estas cosas, así que no debería haberme sorprendido al ver que había una villana a mi lado. Una barbie vampira rubia que me había secuestrado y que me retenía en un lugar que olía a pescado y a agua del mar. Era muy cliché, debería haberlo sabido.

—Estás despierta —una voz sureña ronroneó antes de que el dolor estallara en mi mejilla.

La zorra me dio una bofetada. Esa zorra me soltó una bofetada con la mano abierta.

—Di algo y te romperé los dedos.

Me mordí el labio hasta que noté el sabor a sangre. Sabía que debería haberme esperado esa bofetada también. Era imposible que la malvada villana no hiriera a la damisela en apuros. Pero era muy difícil asociar mi vida a una película, ¡porque ese golpe dolió horrores!

Fue solo entonces cuando me di cuenta de que estaba atada a una silla y de que tenía los ojos vendados. No había abierto los ojos porque, no sé, soy idiota. Pero lo hice y todo lo que vi fue oscuridad. ¿Ojos vendados? Comprobado. Había algo duro y metálico debajo de mi culo, y el frío me estaba invadiendo a través de mis vaqueros y de mi camiseta palabra de honor. ¿Pelo horrible? Comprobado.

Me pregunté a santo de qué me habían vendado los ojos y me habían atado a una silla. Era una jodida vampira. Podía usar el control mental como Bane. Decirme que me sentara, que me callara y que no la mirara. Eso sonaba mejor que vendarme los ojos, atarme y decirme que cerrara el pico.

—Me llamo Ariel, bolsa de sangre, —gruño la barbie— y eso no funciona. Tienes sangre de vampiro en tu cuerpo.

¿En serio? ¿Qué les pasaba a los vampiros con los nombres raros? ¿Por qué no Pam, o Susan, o Jamie? No, eran Bane, Ariel y Casper.

Ariel resopló—: Porque Peaches es mucho mejor.

Touché, malvada villana. Touché—: ¿Así que la sangre de Bane neutraliza el control mental?

—¿Qué eres, Peaches? —preguntó Ariel, ignorando por completo mi pregunta. Podía oír sus pasos, el sonido entrecortado de sus tacones contra el cemento mientras caminaba por la habitación.

Me encogí de hombros todo lo que pude. Iba a matarme de todos modos. ¿Para qué darle nada? No tenía miedo de morir otra vez. Bueno, eso era mentira. Pero me lo había pasado bien esos... ¿qué? ¿cuatro días extra? Era mejor que nada, y cojonudamente mejor que lo que había tenido las personas que estaban en el congelador a mi lado. Había vivido una divertida y salvaje aventura. Había conocido a un gato que era un vampiro, aunque no le había visto pasar de una forma a otra; había llevado mi gordo culo blanco de compras; había ido a una fiesta de vampiros; me había casado; me habían llevado al límite; y había tenido sexo salvaje y animal con mi marido. En conjunto, mi segunda vida había sido alucinante. No me quejaba.

—Si te quisiera muerta ya lo estarías. Ahora voy a venderte.

Y eso me sorprendió. Necesitaba trabajar más eso de las sorpresas—: ¿Por qué?

—Porque eres única. Tengo un comprador al que le gustan las cosas únicas y está dispuesto a hacer algo por mí.

Ahora venía la parte en la que me decía quién era su comprador, la hora de la reunión y todo lo demás que finalmente significaría su muerte. Bane vendría tirando abajo esa puerta y gritando mi nombre y me salvaría.

Otra bofetada en mi cara. Esta dolió como si me hubiera dado con una espada de fuego.

—Esto no es ni una película ni un libro, idiota. No sé lo que Malik ve en ti. ¿Cómo ha podido casarse contigo? —Soltó una aguda e incrédula carcajada—. Los hombres son estúpidos, no importa la especie que sean. Juntos podríamos haber gobernado el mundo. Tomar el control en lugar de ser controlados.

La cabeza me daba vueltas y tenía lágrimas en los ojos. Lo único que quería era acurrucarme y olvidarme de Ariel. Oía su sermón continuo mientras yo dejaba caer mi cabeza y luchaba contra la oscuridad que amenazaba con envolverme de nuevo.

—Peaches —Era una voz masculina, suave, muy lejana.

Respondí automáticamente—: ¿Bane?

—No, Casper —hizo una pausa—. ¿Cómo estás haciendo esto? En mi cabeza. Es como si tú...no sé, me hubieras llamado.

¿Lo había llamado? No recuerdo haberlo hecho. Recuerdo que estaba pensado en Bane...

—¡Peaches! —La voz de Bane estalló en mi cabeza e hizo que me doliera la cabeza por un momento.

¿Cómo era el dicho? Hablando del rey de Roma, por la puerta asoma—: No hables tan alto, Bane.

—¿Estás hablando con Bane? —Ahora era Casper— ¿Qué está pasando aquí?

Entonces lo encontré. Dos amenazas en mi cabeza. Supe lo que era inmediatamente. Tenía una llamada de mente en espera. Bane estaba en una de las líneas y Casper, en la otra. Terriblemente guay.

—Habibi. —Era Bane— ¿Dónde...?

Sentí otra bofetada en mi cara, esta vez tan fuerte que la silla se volcó. Me quitaron la venda de los ojos y de repente estaba asfixiándome en el aire, a casi un metro del suelo, e intentado alcanzarlo desesperadamente con los dedos de los pies. Ariel tenía su mano agarrando mi garganta y me estaba zarandeando mientras me estrangulaba viva (¿o más bien muerta?).

—Tus pensamientos se han silenciado. ¿Por qué no podía oírlos? —bramó, agitándome a mí y a la silla como si fuera una muñeca de trapo—Dime.

Sus ojos estaban de un color rojo sangre salvaje. No estoy segura de si estaba intentando algún truco jedi de mentes conmigo o algo, pero mirarla a los ojos era como mirar a la muerte y quería confesar y vomitarle todos mis pecados.

—Oh, Dios —Literalmente, vomitarlos. Pude sentir el vómito subiendo por mi garganta. Estaba apunto de potar y, cuando encontraran mi cuerpo, olería a vómito. Esperaba que Ariel me quemara, porque prefería que me quemaran a que Bane viera los tropezones del vómito en mi pelo.

Poté, ninguna duda sobre eso, pero no era vómito. Abrí la boca y vi un líquido pegajoso salir de mi garganta que roció a Ariel en la cara. Ella gritó, me tiró al suelo y se echó hacia atrás a la velocidad de un rayo. Jadeé, llenando rápidamente mis pulmones de aire mientras mi silla tocaba el suelo intentando de alguna forma mantenerme en vertical con un mínimo tambaleo. Me giré y vi a Ariel, preparada para la última bofetada de mi vida, pero su cara se estaba derritiendo. Y con derritiendo quiero decir a derritiéndose como en el Mago de Oz. Estaba gritando, arañándose el rostro como un animal salvaje, mientras burbujas diminutas y espuma iban comiéndose su piel y sus músculos hasta que empezaron a verse esos sorprendentes huesos de la mejilla.

OhDiosmío. OhDiosmío. OhDiosmío. Había escupido ácido en la cara de esa zorra. ¿Pero qué coño?

Por cierto: ¡alucinante!

Delante de mí su piel empezó a curarse, con la sangre escurriéndose sobre su romper mientras el ácido la devoraba y sus poderes de vampira intentaban salvarla. Era guay pero, al mismo tiempo, aterrador.

—¿Peaches? —Casper y Bane me gritaron. Por lo visto había conectado sus llamadas mentales o algo así—. ¿Dónde estás?

Miré a mi alrededor mientras Ariel seguía curándose, sabiendo que no me quedaba mucho tiempo para reaccionar. Debajo de mí había cemento moldeado y parecía estar en un sótano. ¿En serio? ¿Había ella visto a los chicos malos de la tele y los había copiado?

«Céntrate», me reprendí a mí misma mientras miraba a mi alrededor buscando algo que pudiera ayudarme.

—Vale. Estoy cerca del agua, puede que sea un muelle, un embarcadero o algo así —Le dije a los hombres que me gritaban en la cabeza—. Oigo gente. Creo que estoy en un sótano. Puedo oír niños. Sonidos procedentes de una feria o de algo así como una noria. Puedo oler algo así como pescado frito y comida italiana. Creo que alguien dijo algo sobre un puerto.

—Sé dónde estás —dijeron los dos a la vez.

Puse los ojos en blanco mirando hacia el cielo y recé una pequeña oración. Pero no lo suficientemente rápido, porque Ariel estaba de vuelta y sus colmillos estaban en mi garganta. Me concentré en ella, intentando encontrar una manera de entrar en su mente, y de repente, pude oírla.

Zorra. Quiero matarte. Ácido. ¿Qué es? ¡No! ¿Qué está pasando?

Se apartó escupiendo. Yo estaba mareada y hambrienta. Ya lo creo que estaba hambrienta. Si consiguiera salir de esta, me comería dos caballos, una vaca y un pastel de chocolate enterito.

—¿Qué...me has...hecho? —Las palabras salieron de la garganta de Ariel en forma de gorgoteo. La vi meterse los dedos en la boca para intentar sacar lo que fuera que tuviese en la garganta. Bueno, lo que fuera que yo le había hecho no le estaba haciendo ningún bien.

El negro estaba invadiendo mi visión. Estaba viendo estrellitas como las de los dibujos animados. Escuché el sonido de una puerta cerrándose rápidamente, gente gritando, las náuseas de Ariel y su gorgojeo. Sentía mis ojos muy pesados, como si todo mi peso estuviera de pronto en mis párpados. También me estaba cayendo. Oh, joder, me estaba muriendo. Bane y Casper estaban muy cerca, o al menos sabían dónde estaba, y yo me estaba muriendo. Bueno, todo esto voló.

Aun así, había estado muy guay lo de escupirle ácido a la barbie rubia. Peaches, la chica misteriosa, puede leer las mentes de los vampiros y escupir ácido. Era alucinante. Ojalá hubiera podido descubrir qué otros poderes tenía, por ejemplo como... Cat...no me acuerdo.

Me estaba debilitando rápido, pero habría jurado que olía a aceite exótico, algo de Oriente Medio, puede que de Egipto. No me importaba. Solo esperaba que hubiera un bufé en la otra vida.

Capítulo 12: Mi vida en en pocas y peludas palabras

«Cinco días. Una semana de trabajo. Apenas era eso. Pero en ese momento, mi vida y mi muerte habían dado un giro de 180 grados. Ni siquiera podía ya decir que era Georgia Kent. Supongo que era la única que había muerto de verdad. No, solo era Peaches. La mayor parte del tiempo estaba loca, a veces era ingenua, la que era fácil de enfadar, pero Peaches. Ahora soy Peaches, la chica misteriosa, que tiene un marido vampiro llamado Bane. Wow, eso suena...bien.

Aunque probablemente debería añadir que podía leer la mente de los vampiros y escupir ácido. Simplemente algo nuevo que había aprendido sobre mí misma. Bueno, eso no era cierto. Había aprendido muchas cosas: a no juzgar un libro por su cubierta, a dejar de pensar que mi vida era una película y a confiar en la gente.

Nunca había confiado en nadie realmente. Ni en mi familia, ni en mi exnovio, ni en mis compañeros de trabajo. Y eso era porque en algún momento o en otro la habían cagado. Pero, ¿no formaba todo eso parte del juego? La vida y la muerte, cagarla y arreglar las cosas. Mi amiga Karey decía que la vida es un capítulo de un gran libro. Solo uno. Fíjate, ella creía en la reencarnación y pensaba que cada vida era un capítulo nuevo, y la muerte significaba que te habías graduado y habías aprendido fuera cual fuera la lección que correspondía a ese trozo de tu vida. Yo nunca la había creído. En parte porque lo decía cuando íbamos colocadas y hasta arriba de cualquier hierba fuerte. Pero esa no es la cuestión. La cuestión es que ella tenía razón. Este era un capítulo nuevo con nuevas lecciones que iba a tener que aprender. Era una aventura, una en la que había madurado y cambiado.

Mírame, que hasta sueno como un adulto y esas cosas. Casi me hice reír a mí misma.

Espera, ¿por qué no me reí? ¡Oh! Cierto. Porque todavía estaba dormi...»

—Habibi, despierta —La voz de Bane me sacó de mi sueño de autorrealización y me encontré en unos brazos cálidos.

Podía oler moho y el mar, pero no era agobiante. Giré la cabeza y miré a mi alrededor. Estábamos rodeados de familias y el sol estaba empezando a ponerse. Estaba acurrucada en el regazo de Bane y, probablemente, para todos los demás, parecíamos una pareja intimando.

Intenté sentarme, pero me volvió a abrazar. Miré hacia arriba y vi otra expresión desguarnecida de Bane. Tenía los párpados bajos, los labios formando una línea recta y su piel estaba pálida, como si hubiera estado enfermo. Le miré durante un momento y sonreí de manera tranquilizadora—: Estoy bien, Bane.

Se inclinó hacia mí y me besó en la frente, prolongando el beso durante un segundo—: Ya sé que lo estás. He escuchado tus sueños.

Oh.

—¿Eso es otro talento propio de los vampiros?

Él sacudió la cabeza. Pude ver la respuesta tan clara como el agua en sus ojos marrones: Era un talento propio de Peaches.

No pregunté cómo había llegado ella hasta mí o qué aspecto tenía yo. No analicé demasiado la ternura que sentía en sus brazos. Sabía que tendría que lidiar con eso más tarde. Mientras tanto, decidí hacer una lista mental con todas las cosas que había ido tirando en cajas mentales porque no estaba lista o porque no quería enfrentarme a ellas. Casarme con Bane era una de las cosas que estaban de las primeras en la lista, en parte porque él había dicho que podía haber encontrado otra forma de sacarme de allí. Y yo me había estado preguntado por qué él no había tenido un plan B en caso de que yo terminara jodiéndolo todo como lo hice. ¿O es que casarse conmigo era el plan B? Pensé que era difícil de creer que un... hice una pausa. Fruncí el ceño. ¿Cómo era posible que todavía no supiera la edad de Bane? Un vampiro con un montón de años no esperaba que los humanos echaran a perder las cosas y, por lo tanto, tener planes B para sus planes B.

Lo que me llevó a la siguiente cosa de mi lista: averiguar quién era Bane y qué quería. Mi lista tenía que ver sobre todo con Bane, con algún que otro "veamos si existen más seres sobrenaturales" y algún "veamos quién estaba intentando atraparme" tirados por ahí. Más abajo en esa larguísima lista, con la que incluso Santa Claus se habría puesto blanco, estaba descubrir más cosas sobre mi genealogía y sobre qué eran mis padres, o aún son. ¿Podía mi madre escupir ácido? ¿Podía mi padre leer la mente de los vampiros?

Me acurruqué más cerca de Bane y me di cuenta de que estaba tapada con una de sus chaquetas. Era agradable, me mantuvo con los pies en la tierra en ese momento—: Un día de estos, nos sentaremos y haremos una lista con los poderes de los vampiros y mis vampiros, y después hablaremos de todo lo que ha pasado.

Me besó la frente, lo que no era ni un sí ni un no. Lo dejé pasar, primero porque todavía estaba un poco asustada por todo el asunto ese de haber estado cerca de morir otra vez; y segundo, teníamos mucho tiempo para hablar de ello en el futuro; estábamos casados para toda la eternidad, después de todo. No quedamos sentados en silencio durante un rato, disfrutando de la suave brisa cálida. Mi mejilla todavía picaba por las bofetadas de Ariel, y yo estaba un poco mosqueada porque mis nuevos poderes no incluían la supercuración. Menos mal que no me había roto ningún hueso.

—Te estás curando mucho más rápido que cualquier persona normal, Peaches.

¿Ah, sí? Pues no lo parecía. Pero entonces, de nuevo, me pregunté si Ariel me había abofeteado con su superfuerza de vampira o si había aflojado el golpe. Por la mirada que me echó Bane, había sido la primera opción. Como acotación, pregunté—: ¿Qué le pasó a Ariel?

Me apretó más fuerte con sus brazos—: Ariel está muerta.

Suspiré suavemente contra su pecho mientras pasaba mis manos sobre el suave algodón del botón oprimido de Bane. Esta vez no estaba sorprendida. Podía ver a Bane matando a cualquiera que tratara de hacerme daño. Era su esposa y, por lo que había visto (sí, y leído), los vampiros eran criaturas muy territoriales. Aun así, me pregunté si el hecho de que él matara a la zorra vampira había sido en realidad la mejor forma de actuar.

—¿No vas a meterte en problemas por haberla matado? —pregunté, más bien por curiosidad y preocupación por Bane que por otro motivo.

No asumía que había un reglamento para los vampiros, porque, bueno, mis prejuicios y yo no nos estábamos llevando muy bien. Bane se quedó callado durante un momento antes de hablar a través de sus dientes—: Yo no la maté.

¿Ah? Intenté enderezarme, pero él volvió a recostarme—: Bane, déjame levantarme—susurré furiosa. Finalmente me soltó y me puse a su lado en el banco—. ¿Quién la mató?

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